Letras

Ilustración: Giuseppe Dezza

Alberto Sánchez Argüello

(Managua, 1976) Psicólogo, Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana, minificcionista, escritor de Literatura Infantil y Juvenil. Fundador del colectivo microliterario nicaragüense y del sello literario digital Parafernalia. Ha publicado los libros de minificción “Miniaturas voraces” con el Taller Blanco Ediciones (Bogotá 2019); “Mitología mínima” con La Tinta del silencio (CDMX, 2020); “Naufragio de Botellas” y “Los Jiménez” con Quarks Ediciones Digitales (Lima, 2020) y “Diario del caos” con Ediciones Sherezade (Santiago de Chile, 2021). Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, alemán, coreano y vietnamita.

Julio 15, 2022

Siete mundos (*)

Treinta años atrás Benjamín acercó la pistola a su garganta. En el séptimo mundo paralelo había olvidado las balas; en el sexto la pistola se negó a engrosar los bolsillos de la nota roja y se puso a darle consejos para superar el síndrome de post guerra; en el quinto la bala rebotó en su barbilla y se transformó en regaliz; en el cuarto se desintegró de manera espontánea en mil millones de átomos; en el tercero se atoró con una población de hormigas migrantes; en el segundo dejó escapar sonatas melancólicas de Beethoven.

Pero en este dejó escapar la bala que impactó la carne, atravesó hueso y tejido e impulsó un chorro de sangre que recorrió sesenta y cinco kilómetros desde la capital hasta el balneario donde nos encontrábamos, manchando toda la cara de su hermana.

Qué terrible forma de mi tío de arruinarnos aquel verano a mi madre y a mí.

(*) Publicado originalmente en “Naufragio de botellas” con Quarks Ediciones Digitales (Lima, 2020)

Le rêve du roi rouge (*)

El cielo abandonó sus tintes verdes y naranjas para volver a ser azul celeste. Los edificios se alzaron uno a uno saludando al sol, como volviendo de un largo letargo, recobrando los techos y cristales rotos. Las flores volvieron a las terrazas y las calles se llenaron de vida mecánica. Los peatones se levantaron de las aceras, quitándose el polvo de la ropa para ejecutar la marcha cotidiana hacia sus trabajos. Las cafeterías retomaron la creación de humillo de café y los gatos aparecieron por las esquinas, lamiendo sus pieles descuidadas.

En casa, mi madre salió de su cuarto, vestida de azul con su cabello en moña. Preparó la comida y se acercó con una bandeja a mi habitación. Se quedó en el umbral de la puerta viéndome con dulzura y avanzó despacio para despertarme.

Me desperté sobresaltado, con la sensación del aliento de mi madre en la mejilla. Por un momento pensé que estaba en casa de mis padres, pero las paredes metálicas derruidas me fijaron con dureza en la realidad. Me levanté con pesadez y miré hacia afuera por la ventana de doble cristal, sólo para cerciorarme que el cielo era verde anaranjado, que los edificios yacían desparramados en medio de incendios y que mi madre jamás volverá a decirme buenos días.

(*) Publicado originalmente en “Miniaturas voraces” con El Taller Blanco Ediciones (Bogotá, 2019)

Los inconvenientes de ser un narrador testigo (*)

Cómo quisiera describirle un viaje a través de una antigua ruta serpentina, que lleva a cierto castillo, en el cruce entre Transilvania, Moldavia y Bukovina, bajo la gélida sombra de los Cárpatos, hogar de los hijos de la noche. Pagaría por contarle sobre la preciosa vista de una carretera en Colorado, que avanza Noroeste, hasta llegar a unos pinos hoscamente aferrados a la roca, que se abren para dejar lugar a un amplio rectángulo de césped verde en medio del cual, dominando todo el panorama, se levanta un hotel con ciento diez habitaciones, un jardín de setos con forma de animales y un cuarto que espera paciente la llegada de un niño. Moriría gustoso por hablarle sobre las naves de combate en llamas en el hombro de Orión o los relámpagos resplandeciendo en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Pero no puedo. Mi rutina de darle de comer a los perros y limpiar la casa no tiene ningún interés. Mejor búsquese un narrador omnisciente, de esos que revelan la oscuridad que habita en el corazón de algún personaje sádico y complejo. Es hora de servir croquetas.

(*) Publicado originalmente en “El Diario del caos” con Ediciones Sherezade (Santiago de Chile, 2021)

Foto

Miembros de la comunidad LGBTIQ+ conmemoraron el día del orgullo gay acompañado de representantes de diversas sedes diplomáticas.

Atardecer_intervención_Luis Galdámez

La adaptación al cambio

Cuatro artistas, cuatro lentes, cuatro enfoques en la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente. ¿Los patrones insostenibles de consumo llevan el plantea hacia un cataclismo calculado? El Salvador tampoco escapa a la triple crisis planetaria que acarrea el cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad.

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