Opinión
Ilustración: Luis Galdámez
Casi siempre estamos desarmados para acompañar a alguien con depresión. Para este texto se conversó con cinco personas que la padecen y una psicóloga que trata este tipo de casos.
Laura Flores Amaya *
Junio 16, 2023
Muchos suicidios, quizás, se podrían prevenir. La calidad de vida de personas con depresión también se podría mejorar. Uno de los impedimentos para que esto ocurra es que cuando se trata de la depresión, todas las personas creen tener una solución importante que dar. Pero casi nunca incluye buscar ayuda profesional. Y muy pocas veces estos consejos se dan desde la paciencia, la empatía y la ternura. Pues para recuperarse, como dijimos en nuestra entrega anterior, se necesitan más que pastillas.
Hace algunos meses, un día en que Marta no podía parar de llorar, ni levantarse de la cama, alguien le dijo que “no dejara que sus demonios se le subieran”. Le citó un texto bíblico al respecto y le ofreció inscribirla a un curso, para que no tuviera la mente desocupada. En otra ocasión, comentó a dos personas que su psicóloga le había sugerido, desde hacía varios meses, que visitara un psiquiatra. Le dijeron que no fuera, que le iban a recetar medicamentos y que iba a estar todo el día drogada. Sugirieron que lo que necesitaba era tomarse de la mano de Dios y ser más fuerte. Pero la fe, ya se sabe, no va en contra de la medicina.
Para escribir este texto conversé con cinco personas que han atravesado episodios depresivos, dos hombres y tres mujeres. La mayoría coincidió en que ha recibido comentarios muy hirientes, con “la mejor de las intenciones”. O simplemente desde la frustración de no saber qué hacer ante una persona que no se levanta de la cama, que llora todo el día, que se toma un frasco entero de pastillas o que se hiere cuando nadie la ve.
Según la psicóloga Karen Saravia, se dice que una persona está deprimida cuando “diversa sintomatología que se ha venido desarrollando comienza a afectar diversas áreas de su vida. Son síntomas como insomnio, pérdida del apetito, agotamiento constante, autoestima baja, desesperanza, sentimientos de soledad, aislamiento”.
Estar deprimido se parece a estar muy cansado. A veces, no hay energías para ver a otra persona y aislarse por mucho tiempo es un síntoma de la necesidad de desaparecer.
Pero, entonces, vamos a escucharlas a ellas y a ellos, a quienes lo han padecido. ¿Qué puede hacer la familia o amigos de una persona con depresión?
A veces, inmersos en el sistema capitalista que nos mantiene agotados y tristes, unos con otros somos incapaces de acompañarnos. Pero hoy, más que nunca, hay formas breves de estar. Si nos ponemos creativos, los detalles pueden ser variados.
En este sentido, aunque no es el plano ideal, es importante mencionar que saberse amado y con un rol importante en la vida de otros da un motivo para quedarse. Entonces, decir “te quiero”, “te amo”, “te aprecio” es muy importante en una sociedad a la que le cuesta expresar el afecto. Que creció con el grito y el regaño.
“La red de apoyo será algo fundamental, estar deprimido es algo difícil, porque afecta la forma en que vemos a los demás, cómo vemos el futuro. Esta red puede generar un cambio importante cuando mantienen una escucha empática, cuando intentan preguntarle a la persona qué es lo que necesita”, agrega la especialista.
Será importante recordarle a la persona que la situación no es su culpa, que es normal necesitar ayuda y que no representa una carga. Vivimos en sociedades donde las tareas de cuidado recaen en las mujeres y, por ello, a menudo, algunas madres pueden tener poca paciencia con la situación.
Es importante recurrir a referencias de especialistas en las que se expliquen los tipos de depresión, cómo actúa el padecimiento en el cuerpo, y por qué no es simple tristeza, pereza o falta de voluntad.
En cualquiera de los casos, el proceso requiere paciencia. Que alguien tenga atención psicológica o psiquiátrica no significa que tiene un plazo para “estar bien”. Los psicólogos van dando herramientas para lidiar con la situación, pero a veces existen circunstancias que posibilitan las recaídas o que obstaculizan el avance.
Estas pueden ser la situación económica, el ambiente laboral, la vida de pareja, los amigos o la familia. Cuando una persona tiene depresión, todo es cuesta arriba, cualquier circunstancia luce fatal. Y, algo muy importante es que si alguien atravesó una situación similar, debe evitar atropellar el proceso de la otra persona. Para todos es diferente y para algunos casos, hay agravantes.
Es importante, entonces, recordarle a la persona que lo está haciendo bien, que su esfuerzo es valioso y que mañana será diferente. Además, evitar frases como “no ponés de tu parte” será muy útil, pues las personas ya están yendo a consultas, tomando medicamentos o, simplemente, «aguantando un día más», con la esperanza de mejorar y utilizando para ello todas sus energías y buena disposición.
Nota: Esta es la segunda de varias entregas. En las siguientes, aportaremos reflexiones para responder a la pregunta ¿somos una generación enferma? ¿Hay más dificultades de salud mental en la actualidad?
* Periodista salvadoreña
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