Memoria
Ilustración: Luis Galdámez
Yolanda Guirola Zelaya *
Junio 16, 2023
Realmente nunca morimos, nos obligaron al exilio, pero no pudieron destruirnos.
Dr. Miguel Ángel Parada. Septiembre 4 de 1984.
Han pasado 39 años desde que la Universidad de El Salvador (UES) recuperara sus instalaciones el 22 de mayo de 1984, que habían sido intervenidas militarmente el 26 de junio de 1980 por la Fuerza Armada, siguiendo órdenes de la tercera Junta Revolucionaria de Gobierno, bajo la presidencia del ingeniero José Napoleón Duarte, quien justificó esta acción aduciendo que la universidad era el centro del terrorismo y la violencia organizada, y hasta llegó a afirmar que con esta medida la violencia en el país terminaría. Las instalaciones universitarias se convirtieron en un cuartel de operaciones y torturas de los escuadrones de la muerte2.
Ricardo Quiñonez, en uno de sus artículos afirma: “El intento de impedir su quehacer en función de intereses de la mayoría del pueblo salvadoreño, dieron lugar a que la institución se manifestara como la universidad que se niega a morir y a que, en un acto de clara desobediencia al poder que desea aniquilarla o subyugarla, mostrase su dinámica propia y la esencia de plena autonomía, prosiguiendo su labor como universidad en el exilio, actitud admirada y reconocida tanto a nivel internacional como por su propio pueblo”3.
Ese 26 de junio de 1980 se inició un período de cuatro años de exilio de la comunidad universitaria, que se convirtió en la intervención militar más prolongada en la historia de la UES. Cuatro meses después, el 28 de octubre de 1980, el rector Félix Ulloa fue atacado con arma de fuego a escasos metros de la sede central de la UES, y murió al día siguiente a consecuencia de la gravedad de sus heridas4.
Es necesario recordar que luego del asesinato del ingeniero Ulloa le sucedió como rector el doctor Miguel Ángel Parada —que hasta entonces había fungido como director del Centro Universitario de Oriente—, quien inició diversas acciones junto a las autoridades universitarias para evitar que se paralizaran las clases y el trabajo administrativo.
El 10 de febrero de 1981, a las 11 de la mañana, una sesión del Consejo Superior Universitario que se llevaba a cabo en el Colegio Cristóbal Colón fue interrumpida por la Policía de Hacienda, en violación a la libertad de reunión. 50 miembros de la comunidad universitaria fueron detenidos y sometidos a proceso en un tribunal militar sin oportunidad de defensa. Entre los capturados estaban el doctor Miguel Ángel Parada, rector; el doctor Jorge Alberto Gómez Arias, fiscal; el licenciado Ricardo Calderón, secretario general; el licenciado Carlos Henríquez, decano de la Facultad de Ciencias Económicas; el licenciado Manuel Adán Mejía, decano de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales; el doctor Jaime Ferrer Denis, docente de la Facultad de Medicina; el licenciado Eduardo Campo Reales, docente del Centro Universitario de Occidente y la doctora Margarita Monge Rico, docente de la Facultad de Química y Farmacia.
En la reunión, además de los miembros del Consejo Superior Universitario se encontraban otros sectores de la comunidad universitaria interesados en la problemática. La reunión era de gran importancia, pues se tomarían medidas para reiniciar las actividades académicas. Algunos de los detenidos fueron puestos en libertad 48 horas después, otros, como el caso del rector Parada, pasaron casi 40 días en la cárcel. Esta acción represiva pretendió disminuir los niveles de reorganización de la comunidad universitaria que luchaba por la sobrevivencia de la Universidad5.
Ese 26 de junio de 1980 se inició un período de cuatro años de exilio de la comunidad universitaria, que se convirtió en la intervención militar más prolongada de la historia de la UES.
En octubre de 1981 las autoridades universitarias junto a la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS) hacen un llamado a la comunidad estudiantil informándoles que en enero del año siguiente (1982) comenzarían las clases. Este anuncio creó confusión porque muchos no creyeron que la UES pudiera trabajar sin su campus. Para posibilitar las actividades académicas, la comunidad universitaria tuvo que aportar algunos recursos económicos y los estudiantes una cuota adicional a la que institucionalmente pagaban. Los docentes y trabajadores administrativos proporcionaban el 1 % de su salario para el pago a las autoridades a quienes les habían suspendido el salario por parte del Gobierno.
El 25 de enero de 1982, las actividades académicas comenzaron, y cada facultad y los centros regionales buscaron recursos adicionales. La universidad daba con ello una muestra al mundo de que la ciencia y la cultura en El Salvador no podían seguir siendo atropelladas, de allí nació la consigna que muchos universitarios repitieron durante varios años: «¡La Universidad de El Salvador se niega a morir!»8.
Después de intensas jornadas de trabajo entre las autoridades universitarias, encabezadas por el rector Miguel Ángel Parada y diputados de la Asamblea Legislativa, se logró que se aprobara la creación de una Comisión de Entrega de las Instalaciones de la Universidad de El Salvador, con el objetivo de establecer y ejecutar todos los mecanismos requeridos para entregar las instalaciones, el mobiliario, el equipo y demás enseres del patrimonio universitario a las autoridades de la misma, por Decreto Legislativo N.º 183, del 24 de marzo de 1983, publicado en el Diario Oficial N.º 60, tomo N.º 278, del 25 de marzo de 1983.
La universidad daba con ello una muestra al mundo de que la ciencia y la cultura en El Salvador no podían seguir siendo atropelladas.
El 22 de mayo de 1984 fueron entregadas las instalaciones de la UES por militares de la Guardia Nacional al rector Miguel Ángel Parada. Se recibió una Universidad destruida, saqueada, mancillada. Se iniciaba un nuevo período en donde el trabajo conjunto sería indispensable para que en la universidad nuevamente los estudiantes volvieran a sus aulas y el trabajo docente y administrativo se reiniciara, con la esperanza de volver a una normalidad que en ese momento ya era difícil instalar.
Documentos para la historia, La Universidad. Número monográfico, San Salvador. Editorial Universitaria, febrero de 1986.
Después de la recuperación del campus universitario
La Universidad se enfrentaba a grandes retos para sobrevivir en un campus saqueado, sin suficientes recursos, habiéndose organizado una gran marcha por el presupuesto realizada el 20 de junio, pues el Gobierno, argumentando crisis económica, decide retener parte del presupuesto de 1985 con la pretensión de otorgarle el mismo presupuesto de 1979. Esto provoca que ese día se desarrollara una de las marchas históricas de los universitarios, ya que luego de cinco años de inactividad, la comunidad universitaria moviliza a más de 15 mil personas, lo que provoca una escalada represiva sobre la misma comunidad. (Parte de un relato escrito por Hugo Martínez y Rufino Quezada en 25 años de estudio y lucha (una cronología del movimiento estudiantil)).
…el Gobierno, argumentando crisis económica, decide retener parte del presupuesto de 1985 con la pretensión de otorgar el mismo de 1979.
Hugo Martínez y Rufino Quezada continúan narrando que: “El 26 de junio, un mes después de la entrega del campus, la UES celebra una graduación en sus instalaciones, después de casi cuatro años de ocupación militar. En esta actividad, la AGEUS desarrolla todo un accionar político en el que se colocaron pancartas en los portones de la entrada principal y en la Facultad de Derecho, se entregan hojas volantes a los asistentes y se permite a un dirigente de la AGEUS decir unas palabras en el acto de la graduación. El 29 y 30 de julio se desarrolla la jornada llamada “Piedra sobre piedra, el pueblo reconstruye su universidad”. Los organizadores eran AGEUS, AEU (Asociación de Educadores Universitarios), CCTU (Comité Coordinador de Trabajadores Universitarios) y autoridades universitarias.
Los objetivos de esta jornada se atribuyen a la urgencia de que el pueblo pudiera visitar las instalaciones universitarias para constatar los daños, saqueos y la destrucción ocasionada por la ocupación militar, así como solicitar la colaboración a toda la sociedad salvadoreña para reconstruirla.
Las autoridades universitarias iniciaron una campaña de fuerte trabajo internacional, especialmente con los estudiantes y profesionales de universidades de Estados Unidos y Europa, con el objetivo de lograr que apoyaran financieramente a la UES. Se organiza también, junto a las agrupaciones estudiantiles, la primera Jornada Universitaria por la Paz, en diciembre de 1985.
Treinta y nueve años después, hemos querido alzar la voz y reivindicar la lucha que se libró en esos años fatídicos, como una demostración de verdadero espíritu universitario, patriotismo y entrega por lograr que el Alma Mater sobreviviera y resurgiera para iniciar una nueva lucha por la reconstrucción y el funcionamiento total.
La memoria histórica NO PUEDE OCULTARSE por siempre.
Referencias
1Nora Isabel Claros Vigil. Militarismo y Masacres en El Salvador 1980-1992. XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. Buenos Aires, Argentina. 2009.
2Hugo Martínez y Rufino Quezada. 25 años de estudio y lucha (una cronología del movimiento estudiantil). Editorial Universitaria. 2ª edición, 2008.
3Ricardo Quiñonez. De cierres, exilios y movimiento estudiantil. La universidad. Número monográfico. Editorial Universitaria. 16 de febrero de 1986.
4Ibíd.
5Informe de la Universidad de El Salvador a la Comisión de la Verdad, 10 de octubre de 1992.
6Decreto N.º 603. Diario Oficial N.º 40 del 27 de febrero de 1981.
7La universidad, número monográfico. San Salvador. Editorial Universitaria, 1986.
8Hugo Martínez y Rufino Quezada. 25 años de estudio y lucha (una cronología del movimiento estudiantil). Editorial Universitaria, 2.ª edición, 2008.
9 La universidad, número monográfico. San Salvador, Editorial Universitaria, 1986
10Tirso Canales. Publicación en Diario Latino de la columna Fantasmario (Una luciérnaga contra el oscurantismo). 24 de julio de 2015.
* Abogada, feminista, defensora de derechos humanos
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