Josemi Benítez *
Julio 28, 2023
En 1992 trabajaba felizmente en la Agencia Efe como corresponsal en la provincia andaluza de Huelva, patria de Juan Ramón Jiménez y del jamón de Jabugo. Ese año era la Exposición Universal de Sevilla “Expo 92”, y el V Centenario del inicio de la colonización de América, acontecimientos que generaban una gran actividad informativa, y a la que
había que añadir la producida por los excelentes cursos de verano de la Universidad de la Rábida, especialmente hiperactiva en aquellos años, y cuya programación incluía temas de gran impacto internacional.
Para mí fueron momentos especialmente intensos y gratificantes en el campo profesional. Pude conocer y entrevistar a importantes personajes de la política, de la cultura y de la ciencia, que dejaron una huella imborrable en mi memoria. Uno de ellos fue Stephen Hawking, quien, en el marco de la Expo de Sevilla, participaba en un congreso de científicos en Huelva. La entrevista la consiguió en exclusiva Inés Romero, compañera de Canal Sur, la televisión andaluza, y a la que siempre estaré agradecido por invitarme a participar con ella en aquel emocionante encuentro con el genial científico.
Mi memoria es endeble, pero recuerdo cómo al hablar sobre el tiempo, el maestro Hawking nos dijo con humor que, más que argumentos científicos, la demostración de que no se podía viajar en el tiempo era que, si ello fuera posible estaríamos invadidos por turistas del futuro. Luego, nos demostraría también sus ganas de disfrutar la vida, moviendo de izquierda a derecha su silla de ruedas, al compás de la música, siguiendo los pasos de la flamenca que se puso a bailar delante de él en la fiesta que se había organizado en honor de los participantes del congreso de científicos, en un tablao de Huelva.
Stephen Hawking explicó que, si el viaje en el tiempo fuera posible, estaríamos invadidos por turistas del futuro.
El científico Stephen Hawking hizo gala de su buen humor al final de la entrevista en la Expo 92 de Sevilla.
Eran tiempos en los que el teletipo y el fax habían sido sustituidos por internet, a la luz de hoy muy rudimentario y con muchas limitaciones, y en los que no existían los móviles, por lo que cuando se producía una noticia relevante y yo me encontraba en la calle, tenía que salir corriendo en busca de un bar con teléfono público para informar a mi oficina central.
Recuerdo especialmente el caso de la botadura de la réplica de la Nao Vitoria, uno de los navíos con los que Magallanes y Elcano hicieron su viaje alrededor del mundo. Manos expertas de los trabajadores de los astilleros de Isla Cristina, en Huelva, se habían encargado de la réplica. La botadura de la nave corría a cargo del presidente de los Actos del V Centenario, Luis Yáñez, hombre al que le habían colgado el sambenito de gafe, por sus reiterados tropiezos con la mala suerte. En la oficina central se negaban a seguir escuchándome creyendo que les estaba gastando una broma cuando, a través de uno de esos teléfonos públicos de un bar cercano a los citados astilleros, les trataba de informar de que segundos después de que Luis Yáñez estampara en el casco de la Vitoria la tradicional botella de champán, la nave se fuera rápidamente a pique, mientras se oían gritos de alarma para que se rescatara a la persona que se había disfrazado de Curro, la mascota de la Expo, y que se encontraba a bordo como un elemento publicitario del evento.
La réplica de la Nao Vitoria que se hundió pocos minutos después de ser bañada con champaña.
Pero la anécdota que me llevó a una mayor reflexión a nivel profesional, sobre los riesgos de la hiperactividad y sobre la necesidad de estar alerta todo el tiempo para no olvidar el contexto y, siempre defendiendo la libertad de expresión y a valorar las consecuencias de lo que publicás, sucedió durante la cobertura de uno de los cursos de verano de la Universidad de La Rábida. Concretamente el titulado: La coca y la articulación de la economía en Latinoamérica, impartido por el doctor Lavalle, de la Universidad de Burdeos, y cuyo contenido se puede encontrar hoy en su totalidad en los archivos de la citada universidad. Tanto en el curso como en la entrevista que le hice con posterioridad, el Doctor Lavalle manifestó que la relación entre el narcotráfico y la política en América Latina aparecía por primera vez, a principios de los años 70 del pasado siglo, en la Bolivia dirigida por el entonces dictador Hugo Banzer.
Se me indicó que podíamos tener, la Agencia y yo, un serio problema, porque se daba la circunstancia de que el señor Hugo Banzer se presentaba como candidato a la presidencia de Bolivia.
A los dos días de enviar mi artículo, me llamaron de la central de la Agencia desde Madrid, pidiéndome que les enviara la grabación de la entrevista. Dado que una vez que enviaba mis artículos o crónicas grababa encima de la misma cinta de casete la siguiente entrevista, no pude atender la petición. Ante mis requerimientos para conocer la causa de tal inusitada petición, se me indicó que podíamos tener, la Agencia y yo, un serio problema, porque se daba la circunstancia de que el señor Hugo Banzer se presentaba como candidato a la presidencia de Bolivia en la elecciones que se iban a celebrar al año siguiente. El señor Banzer, que no ganó aquellas elecciones, había presentado una protesta diplomática al Gobierno de España por considerar difamatorias y muy dañinas para su candidatura las informaciones difundidas por la Agencia Efe desde Huelva.
Afortunadamente, conservaba en mi poder las notas que el doctor Lavalle había escrito de su puño y letra, que había utilizado como guión para su clase, y que me había regalado luego de la entrevista. En ellas aparecían claramente reflejadas las opiniones citadas en la información que firmé. Las envié inmediatamente por fax a Madrid. No me volvieron a molestar. Yo, no me he atrevido a tirarlas, y todavía las guardo en mis archivos.
* Periodista español
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