Memoria
Ilustración: Luis Galdámez
Miguel Ángel Chinchilla *
Junio 14, 2024
Miguel Ángel Chinchilla reúne en su obra, Recogiendo cadáveres, fragmentos de las vidas de monseñor Óscar Arnulfo Romero y Roberto D’Aubuisson. Organizado en cuatro capítulos, la obra nos refiere al periodo entre 1943, un año después de la ordenación de Romero como sacerdote, hasta 1992, año en el que muriera el exmayor a causa del cáncer. Chinchilla presenta no solo la infancia, juventud y vida adulta de estos dos salvadoreños, sino también el contexto social, político y eclesial que sirvió como trasfondo y enmarcó la realidad salvadoreña de esos años. Con el aval del autor publicamos fragmentos de su obra.
***
Uno celebra 25 años de sacerdocio, el otro llega a teniente
Después de la II Guerra, los juicios de Nüremberg y la invasión de los judíos a suelo palestino, la iglesia católica se vio obligada a reformar su visión de mundo asumiendo el aggiornamento o renovación eclesial. En 1961 se cumplían 71 años de la encíclica Rerun Novarum publicada en 1891 por el Papa León XIII, que aludía al verdadero sentido del trabajo humano. Aquella conmemoración sirvió como antecedente para que el Papa Juan XXIII convocara a la celebración del Concilio Vaticano II que dio inicio en 1962. Las predicaciones dominicales del padre Romero se apegaban a dicha encíclica y exhortaba a los ricos para que adoptaran una actitud más cristiana con sus trabajadores. Por dicho motivo y otros, en 1964 el gobierno militar de Julio Adalberto Rivera acusó al padre Romero de interferir en asuntos políticos, amenazándolo con llevarlo a los tribunales.
El teniente coronel Julio Adalberto Rivera había sido fundador del Partido de Conciliación Nacional PCN, con ideología de extrema derecha. Los militares le tenían ojeriza a su mayor contrincante que era el PDC Partido Demócrata Cristiano de tendencia centrista, internacionalista y en apariencia más cristiano que el Papa. Este olor de sotanas no gustaba mucho a los militares.
En San Miguel, otro escándalo que provocó el padre Romero fue en 1962, al enfrentarse contra el alcalde y los comerciantes de los grandes almacenes que pretendían producir un carnaval el 21 de noviembre aprovechando la celebración religiosa de la Virgen de la Paz. Al final no logró que se suspendiera aquella manifestación pagana, pero negoció que el mentado carnaval se realizará tres días después.
Mientras tanto, al tiempo que en 1963 Roberto se graduaba en San Salvador como subteniente, en San Miguel el padre Romero emprendía una campaña para regularizar las uniones conyugales de hecho llamadas concubinatos. El alcalde no quiso colaborar y entonces el cura Romero decidió efectuar los matrimonios religiosos sin esperar el acta del matrimonio civil. Aquel otro escándalo trascendió la pequeña jurisdicción de San Miguel, produciendo reacciones en la capital a nivel de la jurisprudencia nacional.
El cura Romero no guardaba tampoco buenas relaciones con el clero de San Miguel. Algunos lo tildaban de loco. Periódicamente consultaba con un psicólogo y este le decía que era demasiado compulsivo y un obsesivo perfeccionista. A mediados de los años sesenta Romero era considerado en San Miguel el sacerdote más activo y más culto de la diócesis. Por tanto, había bastante gente envidiosa que no lo quería.
El 4 de abril de 1967 Romero celebró 25 años de sacerdocio y al mismo tiempo recibió su título de monseñor.
En 1965 al momento de designar el sucesor del anciano obispo Machado, la Conferencia Episcopal se decantó por el cura gringo Lawrence Graziano, que desde 1961 fungía como obispo auxiliar en Santa Ana, en lugar de elegir al padre Romero que tenía mejores condiciones clericales. Como ya dijimos antes, el 4 de abril de 1967 Romero celebró 25 años de sacerdocio y al mismo tiempo recibió su título de monseñor. Fue entonces que meses después el padre Romero luego de orar por varias horas rogando a Dios que iluminara su camino, lio sus bártulos y abandonó San Miguel en el camión de su amigo el comerciante Salvador Barraza. En aquel momento su mayor preocupación era que no se fuera a deteriorar durante el trayecto el estante de sus libros.
En marzo de 1965 el joven subteniente Roberto y otros oficiales son comisionados para recibir un curso de capacitación en la Academia Internacional de Policía en Washington. El coronel Casanova conociendo a Roberto ordena al teniente Flores Lima, encargado de la delegación, que se ponga ojo al cristo con aquel subteniente demasiado inquieto. Cuidadito se te pierde y se queda por allá, vos sos el responsable, acotó el coronel.
Durante el curso Roberto se perdía, faltaba a clases y luego ofrecía explicaciones peregrinas como por ejemplo que tenía infección intestinal con diarrea. El director de la Academia ordenó que lo expulsaran, pero se salvó porque casi al final del curso resultó campeón en tiro y fue uno de los mejores en gimnasia.
De regreso, la delegación tuvo que transbordar en Miami, y mientras esperaban en el aeropuerto, Roberto pide permiso. Pido permiso mi teniente para hacer unas compras en la tienda libre, andá, pues, le contesta Flores Lima, y dale rápido porque ya van a llamar para abordar. Ahí aprovechó el subteniente para desaparecer. Luego se supo que Roberto se había quedado en casa de una novia que vivía en Miami y trabajaba en el consulado de El Salvador en aquella ciudad.
A la semana apareció como si nada, mientras Flores Lima todavía guardaba arresto por el descuido. No obstante Casanova luego de echarle el respectivo rapapolvo, dejó sin sancionar aquella falta grave. Todos los oficiales sabían que Roberto era uno de sus preferidos, tal vez el más. Casanova lo miraba como a un hijo y lo toleraba.
De inmediato el coronel (José Adalberto Medrano) hace química con Roberto. Están hechos de la misma arcilla.
Cuando estuvo destacado en la comandancia de la benemérita en Usulután, el chele Roberto conoció a su futura esposa, Yolanda Munguía, hija de familia adinerada que obviamente se oponía a dicha relación ya que la muchacha estaba acostumbrada a lo mejor, y aquel subteniente con el sueldito del ejército no poseía capacidad para sufragar el modo de vida al que ella estaba acostumbrada.
No obstante, el matrimonio se hizo realidad. El 24 de diciembre de 1966 Roberto es ascendido a teniente. Seis meses después es nombrado comandante de la Guardia Nacional en Sonsonate. Durante el mismo periodo Casanova se retira de la Fuerza Armada, llegando al frente de la Guardia Nacional el coronel José Adalberto Medrano, militar a la antigua, de personalidad subyugante. De inmediato el coronel hace química con Roberto. Están hechos de la misma arcilla. Medrano comienza a consentirlo quizá más que Casanova. Roberto colabora con Medrano en la creación de ORDEN una organización represiva, anti comunista, que a la vuelta del tiempo haría mutación hacia los escuadrones de la muerte.
Cuentan que Medrano un día se enamoró de una hippie, Mirian Interiano, hija de Ernesto Interiano, benefactor de los desposeídos en Santa Ana, abatido por la policía de Martínez en 1943 y luego convertido en santón por el imaginario popular. Quién sabe si aquella relación del coronel con la hippie no era provocada por agentes de la CIA para infiltrarse en el movimiento hippie de El Salvador, que de alguna manera tenía relación con la izquierda. La cosa fue que un día Medrano llevó a la banda de la Guardia Nacional a tocar el Submarino Amarillo a un happening de hippies en una finca de los Planes de Renderos, en medio de aquel sahumerio casi ritual con mariguana, sándalo y pachuli. El caso lo cuenta el finado Meme Sorto en su novela Operación amor. En todo caso la voz popular decía que Medrano estaba loco.
Recogiendo cadáveres
Miguel Ángel Chinchilla
A la venta en Librerías de la UCA.
Apoya nuestras publicaciones y las voces de la sociedad civil. Con tu contribución, podremos mantener Espacio Revista gratuita y accesible para todos.
©Derechos Reservados 2022-23 ESPACIO COMUNICACIONES, LLC