Memoria
Al concluir el conflicto en 1992, el Babilonia se transformó en Prensa Internacional. | Foto: Luis Galdámez
Babilonia
Alberto Barrera*
Julio 12, 2024
Jugar fútbol en medio de la guerra civil en El Salvador no era lo más importante para los periodistas extranjeros y salvadoreños, pero para aliviar tensiones y continuar coberturas en las que se exponía la vida, algunos integraron el equipo «Babilonia, el escuadrón de la suerte».
Al inicio los encuentros fueron contra equipos de brigadas y batallones del ejército que al inicio de la guerra practicaron una táctica de tierra arrasada en la que asesinaron a miles de civiles.
En medio del furor sangriento hubo partidos «amistosos», aunque con jugadas que generaban roces, insultos y amenazas de riñas.
Uno de los promotores del Babilonia fue el veterano periodista de La Prensa Gráfica y colaborador de la agencia de noticias Reuters, Adrián Roberto Aldana (†), quien tenía buena relación con los militares.
El equipo adoptó ese nombre entre 1983 y 1984 por la amalgama de reporteros que confluyeron a comienzos de 1980 en la cobertura del cruento conflicto.
Por los peligros y amenazas en esos días se agregó el eslogan como parodia: el escuadrón de la suerte, en alusión a los mortíferos «escuadrones de la muerte» que funcionaban en el interior de los cuerpos de seguridad. La prensa estaba en sus listas.
Adrián Roberto Aldana (†), periodista de La Prensa Gráfica y colaborador de la agencia noticiosa Reuters, descansa durante un acto militar en la década de 1980. Aldana inició el equipo Babilonia. | Foto: Luis Galdámez
Equipo de fútbol Babilonia en la cancha del cuartel San Carlos (1984) en un encuentro contra el Batallón Atlacatl. El coronel Monterrosa jugó un par de minutos. De izquierda a derecha Carlos «Che» Sánchez, Eugenio Munguía «Che Munguía», Nelson Castillo, Márcelo Zannini, Pedro García, René Tobar, Víctor Tobar (†), Iván Montecinos. Agachados en el mismo orden: Rafael Magaña (†) Alfredo Mejía, atrás de él Robert Block, Erico Zas Cano (†), José Ramírez y Venancio Ramírez. | Foto: Cortesía de SPCA (por sus siglas en inglés)
El estrés agobiaba a los periodistas y se organizaban convivios: viajes a la playa, fiestas en casas de los corresponsales de la agencia Time, la agencia AP, de alguna de las cadenas de televisión estadounidenses o de otros medios. Sus representantes residían en el país. En los toques de queda las fiestas comenzaban a las 6 de la tarde y concluían a las 6 de la mañana, hora en que se levantaba la prohibición de circular por ciudades y carreteras.
En 1980 las distracciones eran en el bar El Camichín del hotel Camino Real, que por seguridad se convirtió en sede de las oficinas de la prensa internacional, pero a mitad de esa década algunos íbamos a restaurantes, cervecerías o cantinas en el centro de San Salvador en busca de diversión. Uno de los favoritos era El Paraíso (2.ª avenida norte y 3.ª calle poniente) que el poeta Roque Dalton cita en su obra. Dalton fue asesinado por sus compañeros en la guerrilla el 10 de mayo de 1975.
Siempre pensé que ganar los partidos a los militares tenía como objetivo algo más que una victoria, era que sintieran la derrota y mostrarles que no eran invencibles.
Y el fútbol llegó como derroche de energía, distracción deportiva y en busca de victorias que significaran algo más que ganar un partido. Algunos de los primeros partidos del Babilonia fueron en el cuartel San Carlos o 1.ª Brigada de Infantería, al norte de San Salvador y en el cuartel del Batallón Atlacatl —entrenado por Estados Unidos—, acusado de masacres y violaciones a los derechos humanos, hasta que fue disuelto por los acuerdos que pusieron fin al conflicto en 1992.
En el equipo del sanguinario batallón jugaba su comandante, coronel Domingo Monterrosa, entre otros oficiales y soldados. Monterrosa esquivaba algunas reacciones violentas en jugadas fuertes de ambos equipos. Algunos jóvenes reporteros con oficio futbolístico reaccionaban con ímpetu a la prepotencia de los militares.
Dos de ellos, Nelson Castillo «el Pollo» y Hugo Burgos († en 2020), militaban en el Club Deportivo Chalatenango de la primera categoría del fútbol nacional y eran camarógrafos de Telediario, empresa de Carlos Rosas Gaitán (†) que daba servicios a cadenas de televisión internacional, especialmente a la estadounidense NBC. Ambos eran baluartes del Babilonia.
«Recuerdo cuando jugamos, no sé si en 1983 o 1984, contra el Atlacatl, allá en su sede, carretera a Santa Ana», me dijo Nelson más de 40 años después. Aludió la disputa con uno de los oficiales «que le gustaba hacerse sentir entrándonos fuerte, nos pusimos de acuerdo con Hugo “si viene por tu lado entrale y si viene por el mío, yo lo recibo con todo”», me dijo, y así hicimos.
«Pero no le gustó y buscó bronca, Monterrosa se hizo el loco, pero luego le dijo que si le gustaba entrar fuerte que se atuviera, además es un partido amistoso», y el incidente «no pasó a más, lo calmó el regaño», recordó el Pollo.
Siempre pensé que ganar los partidos a los militares tenía como objetivo algo más que una victoria, era que sintieran la derrota y mostrarles que no eran invencibles, que se exponían al entrar en una batalla, aunque fuera deportiva. La cancha era algo más que un campo de fútbol.
Decenas de periodistas salvadoreños y extranjeros durante una rueda de prensa con funcionarios de la ONU (septiembre de 1991), encabezada por el jefe de prensa de ONUSAL Mario Zamorano. El organismo daba detalles del proceso de negociación para poner fin al conflicto armado. | Foto: Cortesía de SPCA (por sus siglas en inglés)
Al concluir el conflicto en 1992 (…) nos enfrentamos por primera vez a un equipo de guerrilleros en proceso de reinserción civil.
Monterrosa murió el 23 de octubre de 1984 en un atentado de la guerrilla, cuando eufórico dijo que habían destruido radio Venceremos, al incautarles su transmisor. También murieron otros militares, un equipo de televisión del Comité de Prensa de la Fuerza Armada (Coprefa) y un capellán, cuando estalló una bomba en el helicóptero en el norte de Morazán en el que transportaban el equipo de la emisora, señuelo en la operación rebelde. Recuerdo ese día porque le entrevisté por teléfono para radio Sonora y AP, entusiasmado se refirió al desmantelamiento de la emisora.
Hugo Burgos († en 2020), militaba en el Club Deportivo Chalatenango y era camarógrafo de Telediario, empresa de Carlos Rosas Gaitán (†). Ambos eran baluartes del Babilonia. Burgos (derecha) entrevista a Jorge Alberto González, mejor conocido como el Mágico González, una leyenda del fútbol. | Foto: Cortesía de Alberto Barrera
Lo consideró «una victoria» en la lucha contra la subversión y el transmisor era su «preciado trofeo» de guerra.
Al concluir la entrevista me invitó a que le acompañara y que enviaría un helicóptero a traerme a San Salvador, le agradecí pero me negué. «Usted las puede conmigo, yo lo mando a traer», dijo. Unas horas después moría junto a sus acompañantes.
Los partidos del Babilonia continuaron en esa década de guerra, aunque no eran muy a menudo. Al concluir el conflicto en 1992, el equipo se transformó en Prensa Internacional y nos enfrentamos por primera vez a un equipo de guerrilleros en proceso de reinserción civil en una accidentada cancha cerca del cerro Guazapa, uno de sus bastiones.
El Babilonia aceptaba invitaciones para jugar contra equipos en la capital y en la periferia, viajamos a Santa Ana —dos de esos encuentros acabaron en batallas campales—; en San Miguel y Usulután, en el que enfrentamos a uno en el que jugaba el exdefensa central de la selección nacional Paco Jovel. Viajamos dos veces a Guatemala. En noviembre de 1995 enfrentamos al equipo de la 1.ª Brigada Mariscal Zavala. El conflicto en ese país estaba en proceso de finalizar y el siguiente año firmaron la paz, luego de 36 años de derramamiento de sangre.
Jugamos en cárceles en las que los rivales, jugadores y aficionados, eran reos en proceso de confianza. Con cierto temor asistimos, por la fama violenta de los reclusos.
Pese a la amabilidad de las autoridades de la Brigada también hubo roces fuertes con algunos oficiales, algunos de los integrantes del Babilonia tenían los ánimos caldeados con los militares y los chapines, que también masacraron población civil, se tranquilizaron y aquello quedó en leves escaramuzas.
Por esa época se volvieron continuos los partidos contra Prensa Deportiva del narrador y comentarista deportivo Sergio Rodríguez. Pronto organizamos torneos cortos con equipos de otros medios en el mes de julio, como parte de las celebraciones al día del periodista.
Cuando se nos solicitaba a fines de los 90 y comienzos del 2000 jugamos partidos en eventos de recaudación de fondos en los estadios Cuscatlán, Flor Blanca (luego Mágico González) y el de Santa Tecla; así como eventos especiales como la bienvenida al técnico serbio Bora Milutinović por parte de la Asociación de Entrenadores, comandados por Jaime «la Chelona» Rodríguez y otros mundialistas en España 82.
También jugamos en cárceles en las que los rivales, jugadores y aficionados, eran reos en proceso de confianza. Con cierto temor asistimos, por la fama violenta de los reclusos.
Los partidos en las cárceles Mariona o Apanteos siempre terminaron bien, los presos se portaban con deportivismo. Al final alguno de ellos nos agradecía y nos ofrecía con fineza una gaseosa, un sándwich o pan dulce. Nunca tuvimos problemas, el fútbol era también su pasión.
Las pandillas juveniles de los 80 y 90 se tornaron violentas y en la siguiente década se conformaron como estructuras criminales. Algunos jóvenes se adhirieron a procesos de reinserción y algunas organizaciones no gubernamentales promovieron como parte de ese proceso partidos de fútbol y nos comprometimos. Jugamos en canchas de Colón, La Libertad y en la de la hacienda Colima.
El Babilonia o Prensa Internacional dejó de existir en la primera década del 2000 y algunos miembros nos integramos al de Prensa Deportiva para seguir disfrutando del fútbol en partidos amistosos a los que acudía Jorge «Mágico» González.
Apoya nuestras publicaciones y las voces de la sociedad civil. Con tu contribución, podremos mantener Espacio Revista gratuita y accesible para todos.
©Derechos Reservados 2022-23 ESPACIO COMUNICACIONES, LLC