Cultura
«Y descubres de repente / que tienes / una costilla prestada, / una manzana / atorada en la garganta …». (Extracto del poema La responsabilidad de ser Eva).
Texto y fotografía: Raquel Kanorroel*
Septiembre 6, 2024
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar al mundo.
Walt Whitman, poeta y enfermero estadounidense
«¡Quiero ver a esos poetas, esos músicos, esos pintores, esos bailarines, esos teatreros que me quieran acompañar!», exclama la poeta y psicóloga Eva Ortiz, quien desde hace algún tiempo viene haciendo este llamado en sus redes y a viva voz a todos sus colegas en el arte de conmover el corazón y conmocionar la mente a través de las distintas ramas estéticas; pero especialmente a quienes, como ella, desde niños «recorrían una página con una prisa por ser palabra», según expresa en uno de sus reconocidos haikus (un tipo de poesía japonesa).
Y es que la quintaesencia de todo arte es la poesía, y Eva Ortiz sabe de ese tema como pocos en El Salvador, pues cuenta con una amplia trayectoria y una profusa producción poética.
Sus creaciones han sido publicadas en diversos periódicos, revistas y antologías, tanto dentro como fuera del país. Por ejemplo, en Piedras en el huracán, recopilación de poesía de la generación de la guerra, editada por la Dirección de Publicaciones e Impresos de CONCULTURA, así como en una selección realizada por la poeta y activista política Zoe Anglesey, Poesía de mujeres centroamericanas por la paz, publicada en Estados Unidos en 1987.
La noche del sábado 24 de agosto, Eva ofreció un pequeño banquete poético en Centro Cultural Cabezas de Jaguar, donde, además de deleitar a la audiencia con sus característicos y breves bordados de palabras, habló sobre la urgencia actual de unificar a los poetas y artistas en general, a fin de realizar la nueva resistencia a la que la realidad actual está convocando.
Resistencia no violenta, pero no por ello menos poderosa.
«Los poetas históricamente hemos sido quienes hemos acompañado a nuestro pueblo en su proceso de lucha, hemos dinamizado toda esa energía proletaria y reivindicativa a través de nuestra poesía y accionar», declara la exintegrante del legendario Taller Literario Xibalbá y ganadora del Segundo Premio de Poesía Alfonso Kijadurías 2024 por el libro No son temas de conversación.
«Es hora de dejar nuestros guetos y unirnos en una sola palabra, de realizar un Poetón que reúna a 80 poetas como mínimo…».
Eva Ortíz
Luego señala que «hoy no es un tiempo para quedarnos con la palabra dormida, atomizada, o para vanagloriarse de logros personales que nos nublen la empatía por las reivindicaciones de nuestro pueblo», consciente como está ella de que el culto al éxito personal termina alejando al individuo de los hechos, hundiéndolo en un subjetivismo inútil y, peor aún, deshumanizante.
De modo que ahora la poeta pasa al grano del asunto: «Es hora de dejar nuestros guetos y unirnos en una sola palabra, de realizar un Poetón que reúna a 80 poetas como mínimo, acompañados por los compañeros artistas que cultivan la música, la danza, el teatro, la pintura… dándole a esta actividad el mayor auge, como se hacía en la década de los 80».
El Poetón al que convoca Eva Ortiz no debería ser un evento aislado, sino el inicio de un verdadero movimiento cultural de resistencia y de lucha pacífica; de manera que ella invita a sus colegas bardos a conversar sobre el tema o los posibles temas alrededor de los cuales organizar tal Poetón.
Porque, al final, se trata de asumir «un compromiso con la realidad actual, demostrando que con cero recursos podemos dinamizarnos en pro de la poesía y el arte y, unidos, formar un frente común». Esto es, un frente común contra los pocos que atentan contra los muchos, y a favor de los muchos que duermen bajo el efecto narcótico de las «drogas» —literales y metafóricas— suministradas por esos pocos.
O, al menos, de quienes quieran salir de ese adormecimiento.
«La poesía y el arte son nuestros —expresa Eva, reconociendo que la obra será siempre, de algún modo, propiedad de quienes la dieron a luz—, pero han de volver al pueblo. Por eso, por la Poesía digamos ¡PRESENTE!».
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