Letras

Ilustración: Luis Galdámez

Julio Valle Castillo

Espacio Revista

Noviembre 15, 2024

Nació el 10 de agosto en Masaya, Nicaragua, en 1952. Se ha destacado en diversas áreas de la literatura, como poesía, ensayo y narrativa. Ha sido también crítico de artes plásticas y literatura, así como traductor de poesía latina. Se ha desempeñado como catedrático en las universidades de Nuevo León, México y en la de Alcalá de Henares, de España. Y en Estados Unidos en las universidades de Cincinnati y Harvard, donde también autenticó manuscritos de poemas de Rubén Darío. Entre otros reconocimientos, ganó en 1975 el premio de poesía «Rosario Castellanos», que convoca el Gobierno de Chiapas. Julio Valle Castillo también es miembro de número de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Entre sus numerosas publicaciones se encuentran, en poesía, Las armas iniciales (1977), Formas migratorias (1979), Ronda tribal para el nacimiento de Sandino (1981), Materia jubilosa (1998); en novela destaca Réquiem de Castilla del Oro (1996); entre sus ensayos se mencionan El inventario del paraíso (1986) y La catedral de León de Nicaragua (2000). Entre sus antologías está Rimbaud entre nosotros (1993), Nicaragua: cuentos escogidos (1998) y Cuentos nicaragüenses (2002). 

La tonsura definitiva

A la Compañía de Jesús en las
manos de César Jerez, S.J.

Si el despertar en el jardín de la residencia
y el primer Sol sobre la yerba fresca no hubiera sido
             siniestro
habría pensado que de nuevo estaban postrados,
con la frente, la nariz, los ojos y la boca
             pegada al suelo,
pero como nunca esta vez, en lo más alto de la tierra
             que ya tocaban el cielo:
Iñaki, Joaquín, Juan, Amando, Segundo e Ignacio Martín.

Altos, inalcanzables se veían los seis hombres
              en posición horizontal;
derrumbados y enhiestos, caídos e infinitos
a diario se perfumaban para las bodas.
Sólo vestían la camisa de pijama y sus calzoncillos de
               mangas,
(sus calzoncillos largos de hombres solos)
desnudas las plantas de los pies porque el poder
                                                                                                                                  (del Maligno
como las víboras únicamente muerde a los descalzos…

Ellos lo sabían desde antes (“Mi peligro se encuentra
en los Escuadrones de la Muerte, lo que llaman terrorismo
de clase… Me pueden matar, pero estoy tranquilo
declaró Ellacuría a la Agencia ACAN- EFE)
y así tranquilamente Iñaki, Joaquín, Juan, Segundo,
                                                                                                      (Amando e Ignacio Martín
fueron levantados por 40 uniformados del sueño a la
                                                                                                                                         (pesadilla
600 impactos para seis hombres y la cocinera y su hijita
              pero el amor quedó intacto.
no hubo vino sino su propia y mismísima sangre /
no hubo pan sino sus mismísimos cuerpos
              …la Alianza Nueva y Eterna…

Si el despertar en el jardín de la residencia,
si el amanecer no hubiera sido horrendo
Joaquín, Iñaki, Juan, Amando, Segundo e Ignacio Martín
definitivamente trasquilados / el Vellón del Cordero
                definitivamente tonsurados,

(hasta las masas encefálicas dispersas por la grama)
pero esta vez, como nunca antes, en lo más hondo de la
                                                                                                                                              (Tierra
que ya tocaban el Cielo.

Huracán Julio

Categoría 4 / 260 km p/h

A doña Chepita Abaunza de Joset

Una anciana ataviada de rígido negro, chal más negro.
Medias de hilo, rótulas artríticas
postrada en una silla austríaca
                          al atardecer en los portales de su casa.

Calle Real de Masaya frente a otras ancianas, las Morales
—una tienda para modistas— botones, gafetes, agujas, zípper,
soutache, sedinas.

Doña Chepita detenía a mamá con su niño entre saludos, sonrisa y palmas.

El niño irrumpía como el ojo de un huracán a 260 km por hora,
por el corredor,
y ante aquel torbellino mi madre y la anciana
llamaban al niño a voces
—Huracán, huracán, huracán…—

Ahora al compás de estos aguajes torrenciales,
aplastados por cielos densos de
niebla, con fríos. Ya adulta la madre
y ausente la anciana siento las ráfagas,
el torbellino que debo haber sido.

Ahora es mi corazón que ha sufrido tantos huracanes,
derrumbes, escombros, tumbos de agua
cielos nublados por días, desastres, riadas.
Y aguaceros que nos tienen encerrados, presos, y no empieza a bajar,
no deja de llover, llover recio, llover con rayos, truenos que espantan,
relámpagos…
Y rajan árboles y parten carreteras. Llueve y se llenan los cauces
y desbordan los ríos,
llueve, llueve, llueve,
siete veces siete, llueve…

Noviembre, 2020

Nocturno

Dije que tenía el inmenso cielo por techo
                                                                  pero eso es una falacia.
Cuando proscrito me acuesto a descansar del bochorno
y del tráfago del día
en las bancas del parque
                                                                   como planchas de morgue
un viento helado
                                                                   me penetra desde los pies
y me cubre como sábana mortuoria
y el insomnio me espanta el sueño y me une las rótulas
como piedras que chocan y me lastiman

Las frondas, los ramajes de antiguos árboles
                                                                   que filtran un destello de neón
se convierten en altos fantasmas
                                                                   y las visiones se multiplican
un borracho tirado sobre cartones
                                                                   no deja de vociferar y maldecir y hablar…

Si logro dormir, sueño, sueños terroríficos
aquelarres silenciosos, garras más grandes que garras,
mantones negros, difuntos aún muy vívidos,
mentones puntiagudos, bocas desdentadas
taconeos marciales de fascistas tras un papa flaco
                                                                  con una larga capa roja
se me asoman rostros y si cierro los ojos
veo sus pupilas secas, amarillas
y mi osamenta tiembla ya sin carne.
Sin embargo, no sé qué odio o rencor, lástima de mí o miedo…
cuando escucho desde mi cuarto de niño
y una voz tajantemente ordena:
—Qué se vaya, que se vaya, que se vaya, que se vaya de aquí…

27 de mayo de 2020

Variación sobre el tema de Penélope

Se dice que Penélope pasaba recluida todo el día en su aposento
tejiendo la tela, que por la noche destejía:
pero solo yo sé la verdad:

Jugaba con la ensortijada cabellera de su amante,
con el vello del pecho, con los pelos más abajo del ombligo.

Fue en eso que llegó el Jeep del crápula Odiseo,
siempre imprevisto, acompañado de su hijo.

—Odiseo ¡gritó!
histérica la sirvienta.

—Que no nos vea, dijo en voz baja la señora
y ordenó: Cierra la puerta.

El perro reconoció a sus dueños
y se deshizo en juegos, vueltas y revueltas,
movía orejas y colas
y cuando no ladraba, gemía de contento…

Entrelazados Penélope y Odiseo descendieron al jardín.
Mientras el amante, cola entrepiernas.
Y con la complicidad de la criada,
pasó las puertas labradas,
y alcanzó el portal hacia el solazo de la calle,
donde iba arrastrándose desecho,
Como el ovillo que Penélope solía enrollar entre la noche y el día.

Tu solo nombre

…Jesús Jesús Jesús Jesús Jesús Jesús Jesús Jesús Jesús…
así sin puntos ni comas
te he seguido a pie, me he enredado con el manto,
casi he tocado los ruedos de tu túnica
pero la multitud no me ha dejado,
me ha atropellado cuando logro alcanzarte
y no te alcanzo.
                                                                   El sol nos ha hecho chorrear sudor tras sudor
hasta más allá de la sed, de la sequedad de la garganta…
Pareciera que no me escuchas
sólo tu índice señala el cielo
                                                                   Un poco de aire Señor

…Jesús Jesús Jesús
Para que me oigas he escalado un árbol casi seco
—Jesús Jesús Jesús hijo de David, tened piedad de mi
Que voy a gatas en el torbellino.

Te he visto resucitar a Lázaro,
he visto correr con su camilla al inválido
Te he visto volver a la vida a la hija de Jairo
Te he oído hacer hablar al mudo… Jesús Jesús Jesús
Estoy extenuado
Hasta aquí llego, soy un viejo que volverá a casa
a tratar de descansar, de dormir sofocado
pareciera que no me ves
                                                                 Que no me oyes
pero a veces, frecuentemente
siento tu mano
                                                                  Sobre mi frente
Tu voz que me ordena
calma calma
Son muchos los otros y
no dejan escuchar

Pero ahora al pasar por la puerta de tu casa
al posar la mano sé que estás bien de tus males
Confía en mí y llámame a la hora que quieras
di mi nombre y aun en silencio te responderá tu Jesús Jesús Jesús Jesús…

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