Memoria

El Independiente, un ejemplo de valentía periodística

Ultima entrega

Las memorias del diario que atestiguó el inicio de la guerra civil salvadoreña son rescatadas en la voz de uno de sus protagonistas.

Dan Alder *

Junio 3, 2022

Fotos: cortesía de Museo de la Palabra y la Imagen

Esos 14 meses y medio que duró la Quinta Época de El Independiente fueron uno de los períodos políticos más intensos, más devastadores, más controversiales de la historia moderna del país. Y están documentados en las páginas de El Independiente en una manera única que le da al periódico una importancia histórica inmensurable aun con sus números limitados de circulación. Es un medio que debe estar sujeto a un esfuerzo de rescate, dado que es difícil, si no imposible encontrar hoy en día un archivo completo de El Independiente en su Quinta Época.  

Esa Época da testimonio a la extrema polarización a que llegó a la sociedad salvadoreña, y de los abusos de derechos más elementales que se multiplicaron durante este período. Y lo hace con una apertura hacia las grandes masas de gente aglomeradas en el movimiento popular que solo se veía en otra publicación masiva: La Crónica del Pueblo.

El brutal asesinato del escritor y periodista Jaime Suárez Quemain y el fotógrafo César Najarro en julio de 1980 envió un mensaje contundente al periodismo independiente de la época.

La Crónica cerró operaciones en julio de 1980 cuando su jefe de redacción, Jaime Suárez Quemáin y el reportero grafico César Najarro, fueron brutalmente asesinados.

Según relata Padilla, los asesinos querían asegurarse que El Independiente percibiría los asesinatos como un mensaje para ellos. Vinieron a secuestrarlo a su casa en la madrugada y lo llevaron a fotografiar el cuerpo desfigurado de Suárez antes de que nadie más se hubiera dado cuenta de su asesinato. Los tipos armados de pistolas y escondiendo la cara con gorras y lentes oscuros llevaron a Padilla a la escena del crimen y lo dejaron tomar cuatro fotos antes de decirle: “Ya, sube al auto,” para luego regresarlo a su casa sin pronunciar otra palabra.

Los asesinos habían cortado los órganos genitales del poeta y periodista y los dejaron puestos sobre su estómago. Después de estos dos asesinatos se clausuró La Crónica del Pueblo.

El Independiente logró la circulación de unos 10,000 ejemplares cuando mucho y, a veces, solo 5,000. Pero aquellos diarios eran consumidos ávida y rápidamente por los lectores que los leían como quien tiene una papa caliente entre las manos porque nadie quería caer preso con un documento tan subversivo.

Ese efecto multiplicador significaría que cada ejemplar pasaba por las manos de unas cinco o diez personas, alcanzando un tiraje efectivo de hasta 100,000 lectores.

Este detalle también explica porqué sobreviven tan pocos ejemplares de El Independiente hoy día. Casi nadie se atrevía a quedarse con un ejemplar, dado los constantes cateos que hicieron las fuerzas armadas a lo largo y ancho del territorio nacional.

De hecho la colección más extensa que ha encontrado su servidor está en la biblioteca del Museo Nacional de Antropología David J. Guzmán. Esta compilación abarca un 76 por ciento de los números de la Quinta Época, y existe gracias a que un empleado de la biblioteca los escondió durante la época de los cateos, guardando las ediciones de El Independiente adentro de ejemplares de El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica.

Pinto estuvo en campaña permanente en contra de ex gobernantes militares por los abusos que habían cometido. El editor sostenía que un rompimiento decisivo con los regímenes militares del pasado era la única forma de evitar una guerra.

Mientras otros periódicos repitieron las versiones castrenses sobre un ensangrentado “enfrentamiento” en que unos criminales habían muerto, El Independiente reportaba la versión de unos jóvenes desarmados quienes fueron torturados y ejecutados por militares (quienes después de cometer el hecho) simularon una balacera para encubrir torpemente el crimen.

Cuando los diarios de mayor circulación publicaron que manifestantes armados se enfrentaron con tropas en las calles, El Independiente reportó que soldados a bordo de helicópteros rociaron con insecticida una manifestación pacifica mientras unos soldados, que estaban apostados en el Palacio Nacional y otro edificios del centro, abrieron fuego contra la población desarmada, derramando la sangre de inocentes en frente de la Catedral Metropolitana. Las gradas de la iglesia quedaron manchadas de rojo.

Pinto veía como el gobierno norteamericano se alineaba en contra de las fuerzas revolucionarias y no dudó en fustigar al “imperialismo yanqui” desde su columna editorial

El Independiente fue el periódico que se convirtió en la única alternativa para la propaganda y denuncias del movimiento popular. Incluso fue el medio donde era posible publicar comunicados de las organizaciones guerrilleras, que iban tomando fuerza en esa época, y que eran información, opiniones y posiciones cuya divulgación era rechazada en la mayoría de los periódicos salvadoreños.  

Pinto veía como el gobierno norteamericano se alineaba en contra de las fuerzas revolucionarias y no dudó en fustigar al “imperialismo yanqui” desde su columna editorial, aun estando la administración del presidente Jimmy Carter.

“Hemos dicho en reiteradas ocasiones que las masacres que se llevan a cabo contra nuestro pueblo mediante una política que parece de calculado exterminio no son compatibles con los ideales de derechos humanos que proclama el presidente Carter”, escribió Pinto en su editorial de viernes 25 de julio de 1980. “Nuestro pueblo está convencido de la hipocresía del gobierno norteamericano”, esgrimió.

Indudablemente, la figura, la fuente, la personalidad que recibió más cobertura en el periódico fue monseñor Romero. Los lazos de amistad entre la familia Pinto y el arzobispo de la capital se habían construido a través de décadas y, de hecho, Romero fue quien bautizó al hijo de Jorge, Jorge Francisco, en mayo de 1977.

Antes del magnicidio, El Independiente siempre dio cobertura a las homilías. Romero y Pinto a veces cenaban juntos. Cuando Pinto estaba grave de salud o su periódico había sufrido un atropello, Romero enviaba buenas desde el púlpito durante su homilía dominical.

Y fue durante una misa para conmemorar el primer aniversario de la muerte de la madre de Jorge Pinto hijo, Sara Meardi de Pinto, que las fuerzas más reaccionarias del país enviaron un asesino a quitarle la vida al pastor. Allí estaban, Jorge, su familia, y gente del periódico, escuchando a Romero cuando sonó el zumbido de esa bala infame. “Los esbirros utilizaron la misa a nuestra madre para cumplir las órdenes de muerte”, escribió Pinto en su editorial del miércoles 26 de marzo de 1980.

Y si las páginas de El Independiente incluían los pensamientos de Romero cuando el arzobispo estuvo con vida, su fantasma se convertía en la fuente más importante de inspiración para Jorge Pinto después del asesinato. El editor fue incapaz de escribir un editorial después del 24 de marzo 1980 sin citar algo que “San Romero” había dicho.

El diario El Independiente provee una idea de cómo se desarrolló una de las campañas de exterminio y represión más crueles de la historia moderna latinoamericana.

La participación de este pequeño país centroamericano en dicha campaña hizo que El Salvador ocupara un lugar en la lista de países genocidas del siglo XX publicado en la revista National Geographic en enero de 2006.

La madrugada del 17 de enero de 1981 el régimen ocupó las instalaciones del periódico porque la idea era tomar por sorpresa a todo el personal. Pero Jorge Pinto logró refugiarse en la embajada de México mientras el resto escapó de la captura a manos del ejército.

Sobrepasado en América Latina solo por Guatemala, los 60 000 civiles asesinados durante el conflicto salvadoreño hace parecer pequeñas el total de víctimas en la Guerra Sucia en Argentina, con sus 20,000 asesinatos políticos, y en Chile con unos 10,000 especialmente cuando se hace una relación per cápita.

Sobrepasado en América Latina solo por Guatemala, los 60 000 civiles asesinados durante el conflicto salvadoreño hace parecer pequeñas el total de víctimas en la Guerra Sucia en Argentina, con sus 20,000 asesinatos políticos, y en Chile con unos 10,000 especialmente cuando se hace una relación per cápita.

Además de la muestra de valor periodístico que representa, El Independiente proporciona una ventana única hacia uno de los períodos más fascinantes de la historia moderna de El Salvador. Eso explica por qué las tropas llegaron en la madrugada del 17 de enero de 1981 y ocuparon las oficinas del periódico. La mayoría del personal, incluyendo Jorge Pinto, fueron avisados de la trampa y, en lugar de ir a trabajar, ese día huyeron.

Pinto se refugió en la Embajada de México y Padilla en la de Nicaragua. Jorge Pinto hijo murió exiliado en México justo antes que se terminara la guerra.

Gracias a los esfuerzos del aparato gubernamental por moldear la percepción pública y borrar cualquier visión contraria, el registro histórico resulta demasiado parecido a la historia oficial. Es necesario un esfuerzo para salvar la memoria de El Independiente y de las pocas otras publicaciones similares para darle balance a nuestra visión de este período tan importante de la historia salvadoreña.

En otra entrevista publicada el lunes 14 de julio de 1980, el entonces coronel García hablaba de las virtudes de su Fuerza Armada.

“Yo siempre he sido respetuoso de la libertad de expresión,” dijo García a reporteros de El Independiente. “Y la prueba es que ustedes están funcionando. Y han sacado muchas cosas que han sido muy duras. Pero yo creo que son gajes del oficio”, dijo.

Junto a la entrevista aparece sobre un fondo negro una foto del periodista Jaime Suárez junto con el artículo anunciando su asesinato. Arriba se ven las primeras líneas del editorial de Jorge Pinto hijo, titulado: “Por orden de los coroneles mataron a Jaime”.

Foto: Giuseppe Dezza

Cuando cerró El Independiente, el Diario Latino adquirió la rotativa cuyas prensas exprimieron hasta la última gota de tinta mientras fueron operativas. Luego, una vez finalizó la vida útil, las máquinas acabaron convertidas en chatarra. Una metáfora de aquel periodismo.

*Dan Alder trabajó como periodista en El Salvador de 1989 hasta 1995.

Segunda entrega

El Independiente, un ejemplo de valentía periodística

“Nuestro país, no hay duda, es un país totalitario”, escribió en la edición del 30 de agosto de 1954..... La imprenta no vale nada. Imbéciles: los pueblos mudos son Patrias muertas”

Primera entrega

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