No, mis palaras no son para quienes ostentan poder, para eso tendrían que desear leer y tener oídos para escuchar, pero ahorita están muy ocupados tomándose la foto del recuerdo, sonrientes y orgullosos del decreto solicitado y servido en tiempo récord, como última movida en el tablero del poder: muerto los peones, avanza el rey.

En realidad, mis palabras, mis energías, mi corazón son para las familias que esta mañana andan dando las vueltas para el funeral de ese ser querido de quien no se despidieron apropiadamente, porque jamás pensaron que, en el país de virtualidad maravillosa, tendrían que sentir en carne y corazón, cómo se siembra la realidad en el cementerio en un funeral de carácter nacional, este día he llorado por familias que no conozco, pero de quienes siento y comparto el dolor colectivo de la insensatez.

Nunca hay palabras para dar las condolencias, especialmente bajo las extrañas circunstancias, solo quiero decir a esas familias que no conozco, cuanto lo siento.

También tengo mis palabras para quienes de manera orquestada jalaron el gatillo: ¿Qué ganaron? ¿Qué perdieron? ¿Qué les quitaron? ¿De qué te sientes orgullos@ el día después? Ustedes son parte de este pueblo, ya nuestra gente ha sufrido demasiado como para seguir prestándonos al jueguito de la muerte. No, mis hermanos y hermanas de sufrimiento y rencor no son cartas de papel lo que ponen sobre la mesa para este juego, es la vida y sangre de su gente.

Son familias que día con día quieren ganarse el pan para el alimento de sus seres queridos, son personas con los sueños rotos por cada viernes o sábado negro, ese tu pueblo que el lunes de trabajo agarran los chirajos de vida que le quedan después de la masacre sin sentido y con el hilo de miedo remiendan las ganas de seguir viviendo y luchando por las transformaciones reales de este sistema enfermo y ver a nuestro país como la patria hermosa que podría ser y no es, para que algún día tus hijos y los míos no tengan que jugar al: tin marin de dos pingüé, hoy me toca a mí la muerte y para quién vendrá después…

También una palabra para ti que piensas que más fuego apaga el fuego, que manipulas el dolor para ganar popularidad, ya hemos bailado este son tantas veces que ni siquiera vale la pena volvértelo a deletrear, ya ni con dibujitos pues…

Para quienes siguen su estoica labor de la defensa de los derechos humanos, los veo luchar cada día y defender los derechos de todos los seres humanos, como debe de ser, no se puede escoger o segregar quienes tienen derechos y quienes no. Aferrarnos a la ternura en medio del caos es parte de como demostramos nuestra rebeldía ante la frustración de ser protectores de la paz en medio de la pelea de perros rabiosos. Ánimos, sólo somos hormigas con cucharitas intentando mover una montaña, paciencia y lucha.

Mi admiración y solidaridad para quienes mantiene la férrea convicción que el respeto por los derechos humanos es el camino hacia la paz, aún en los momentos en que la violencia parece ser la bandera de preferencia, ya nosotros conocemos las consecuencias que ese pensamiento trae en el largo plazo.