Crónica
Rigoberto Chinchilla *
Marzo 10, 2023
Se trata del avión C 47. Uno de los 10 mil que fueron fabricados por la U.S. Army, que por alguna razón obvia de intereses geopolíticos terminó en los linderos territoriales de El Salvador. Ya venía de la segunda guerra mundial, después de arrojar bombas de napalm en Vietnam y del retiro de la armada estadounidense de Hanói, terminó sobrevolando el territorio cuscatleco y lanzando paracaidistas en desembarques, en una guerra que nadie ganó.
Durante la administración del Doctor Armando Calderón Sol de 1994, se convirtió en el medio de transporte para los periodistas. Le habían hecho algunos remiendos respectivos, sus asientos fueron construidos de pitas de nylon y colocados tipo hamacas en los polines de su estructura, en esos tiempo se había ocupado para entrenar a paracaidistas, pero la guerra había terminado hace dos años y fue designado para actividades menos beligerantes: transportar a la prensa.
Fue durante la primera visita oficial que él hizo a México, que los periodistas le pusieron “el buitrero” pues su experiencia de vuelo provocó múltiples malestares, que derivaron en vómitos entre los tripulantes y pasajeros. Para poder volar en el buitrero tenías primero que firmar “la carta de voluntad y responsabilidad” que significaba que sí ocurría un accidente aéreo, dejabas a la Fuerza Aérea Salvadoreños, sin ninguna responsabilidad sobre cualquier hipotética eventualidad, ya sea por error humano o mecánico y que aceptabas volar bajo tu propio riesgo y responsabilidad.
Ernesto Zedillo, se había convertido en el presidente de México, luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio y del presidente del PRI Francisco Ruiz Massieu en octubre de 1994. El Doctor Calderón Sol, viajó a México donde fue recibido con los máximos honores de mandatario centroamericano. La prensa, voló en “el buitrero” y tardó cinco horas de vuelo en llegar a México en un vuelo turbulento, sus dos motores impulsaban el avión que parecía por momentos que se comportaba como una rueda mecánica del campo de la feria.
Su aterrizaje fue atropellado y violento, dolores de cabeza, vómitos, estrabismo visual, golpes y el desorden del equipaje, solo fueron parte del forzado vuelo que experimentó la prensa. Una vez en tierra azteca colegas y una comitiva de protocolo y avanzada de casa presidencial que desde hace una semana había viajado a México en vuelo comercial los esperaba, los periodistas salvadoreños bajaron despeinados, con sus ropas arrugadas y algunos rostros de enfado, pero alegres de haber al fin aterrizado sanos y salvos. Bajo la pregunta de quienes les recibían ¿Están bien? Algunos pilotos de otras aeronaves tocaban el fuselaje de “El buitrero” y se admiraban de que aún volara.
Finalmente, inició la jornada que incluía una vista a la ciudad de Monterrey, pero dadas las condiciones de “El buitrero” y la advertencia que lo revisaran, pues supuestamente se encontraba en malas condiciones, trasladaron el vuelo a Veracruz, donde los mismo periodistas se encargaron de advertir a la oficial de prensa Presidencial, quien siempre tuvo la certeza de atender bien a los periodistas y por iniciativa personal suspendió el vuelo y ordenó para que la prensa pasara la noche en Veracruz, bajo el arrullo del mar del golfo.
Posteriormente se supo que “El buitrero” no tenía nada, la verdad es que la prensa inventó la falla mecánica para disfrutar al menos una parte del viaje, los pilotos incluso se tomaron un par de Tecate. Al día siguiente el buitrero voló rumbo al aeropuerto de Ilopango y aterrizó sin ningún inconveniente tardando menos tiempo de vuelo a su regreso.
En febrero de 1997, “El buitrero” fue traslado a la prensa a Costa Rica, le pusieron cerca del hangar del Air force One, que trasladaba a todo el equipo y prensa de Bill Clinton, esta vez los Marines se tomaron fotos junto a él y les parecía maravilloso que la aeronave aún volara, ellos decían: “A miracle: my great grandfather flew on this plane many years ago.” Es un milagro: mi bisabuelo voló en este avión hace años.
Han pasado más de 29 años de aquella aventura; “El buitrero” quiso alzar vuelo hace unos años atrás, pero ya no pudo, sus dos motores no tuvieron la fuerza de elevarlo y se salió de la pista. Se trata de un “adiós al buitrero”, que debería destinarse a un museo de los niños. Aunque en honor a los sobrevivientes debería ser destinado a un museo de la Prensa, pero en este país no existe la memoria y tampoco un museo del trabajo de los periodistas.
* Periodista salvadoreño
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