No estuve para fundarla ni para elegir el nombre, de hecho, el primer año de entrada les manifestaba que debíamos cambiarlo, luego el nombre también me conquistó a mí. Llegue como actriz invitada, siempre digo esto en son de broma, pero la verdad es que es del todo cierto, cuando ellos trabajaron conmigo “se dieron cuenta que no sería capaces de continuar sin mí” y decidieron invitarme a formar parte de La Bocha Teatro, esto es del todo cierto… la parte de que me invitaron.  

La Bocha Teatro llegó a mi vida antes que mi hija, antes que mis fracasos amorosos, bueno, digamos que fracasos amorosos ya había tenido antes; antes que mi esposo, antes que mis reconocimientos, incluso antes de la muerte de mi padre, y eso ha sido una suerte porque en hitos tan relevantes para mi vida he tenido como parte de mi familia a mis compañeros Oscar Guardado y Cuevas Álvarez y esto me hace sentir sumamente afortunada pues nuestra relación trasciende el trabajo, porque así es el arte, te involucra en cuerpo, alma y espíritu.

Estar involucrados de tal manera y por tantos años solo es posible, al menos para mí, si dentro de todo su quehacer ya sea artístico, personal, profesional solo hay un camino: la coherencia. Desde pequeña me enseñaron que uno de los valores más importantes para el ser humano es ser coherente y dentro de La Bocha Teatro esto está siempre sobre la mesa, escribimos y montamos espectáculos en los que creemos, tratamos a los artistas que trabajan con nosotros brindándoles el reconocimiento y honorarios justos y oportunos, sostenemos posturas políticas no partidarias cuando amerita, así y a nadie más le importe; para nosotros es cosa de coherencia. 

Por razones como esta, cada uno de nuestros espectáculos es financiado, producido y promovido por nosotros mismos, esto nos ha permitido siempre trabajar alejados de la censura “del cliente”, porque en nuestro trabajo queremos hablar de las cosas que nos preocupan como artistas, como nación y como humanidad.