Sin embargo, me llamó la atención la expresión de cada migrante que va en las alas de la mariposa, que son expresiones que hemos visto en los noticieros, en las fotografías y tu estás retratando una migración tortuosa, estigmatizada, difícil, lejana a esto que estamos conversando que es un derecho humano y que deberíamos tener el derecho de movernos con libertad.

P/ ¿Cómo te impacta este tipo de migración?

R/ En esta obra hay una reflexión de por qué los migrantes tienen que ver con los insectos. Los insectos son migrantes por naturaleza. Las mariposas, las langostas, los escarabajos, las hormigas, migran por naturaleza, buscan dónde hay recursos, donde anidan, dónde se aparean, y no tienen el sentido de las fronteras, no necesitan pasaporte ni nada. 

Y los seres humanos hemos migrado toda la vida y antes no había fronteras, leyes, pero todas esas cosas las hemos inventado. Entonces, la reflexión es como los insectos migran, como las aves migran, los seres humanos también migramos.

Tiene una connotación de cómo se miran los migrantes en muchos países, como ciudadanos de segunda, personas que no tienen derechos, (que son) desechables, en Estados Unidos al migrante se le ve como algo necesario: “está bien que cortes el jardín, pero no te quedes en mi calle”; “te necesito, pero no quiero verte”. Esa ambivalencia que hay de cómo nos miran.

P/ ¿Cómo has logrado recrear cada detalle, que cada persona que va en las alas de los insectos tenga un estado de ánimo?

R/ Yo no quería que fueran personitas sin identidad, creo que cada uno tiene sus rasgos porque cada migrante tiene una historia que contar, cada uno es, tiene un nombre, un apellido, tiene una historia detrás y tiene un motivo.