Puedo decir que “la mujer” es uno de los tantos temas que como artista acostumbro a explorar.
A este tren de poetas, escritores, bohemios que han hecho de la musa una diosa, acostumbro a subir.

Una figura femenina esbelta con hombros prominentes y pequeñas losas, que proyecta los senos y posa con los brazos doblados y las manos planas o inelegibles.

El torso al carboncillo de textura áspera y manchas son de los muchos dibujos y bocetos extrañamente evocadores que he plasmado en mis obras.

Ellas (las mujeres), algunas veces son fantasmas sin Identidad propia; que deambulan, llegan, se esconden y se van; desaparecen.
De Ellas solo quedan las sombras, las memorias, las fábulas, adjetivos y sustantivos, y al expresarme también corro el riego de enfrentarme a malentendidos, a la doble moral que han sufrido otros artistas en la historia, que “sobrepasan los marcos de lo socialmente aceptado”.

Me gusta un vestido hermoso, color Rojo, Azul, Negro…
Por muy bonito que sea, tengo las medidas precisas de brazos largos y caderas flacas y anchas…era la maldición de conocer la anatomía humana.
No hay forma de perder las proporciones cuando me encuentro con la misma Venus que han posado para los pintores.

Más allá de un cuerpo angelical, busco también un momento, una expresión, una mirada… un deseo de descubrir “qué hay detrás de sus ojos” …

Y todo comenzó por haberme criado en mi niñez entre mujeres…
En una casa donde el único varón era yo, entre 7 mujeres.
Así que puedo decir… que las conozco desde siempre.