Cultura
Exposición “Y mucho más” enfrenta normalización de la violencia
La imagen normalizada de la privación de libertad en El Salvador es un hombre o una mujer con la cabeza agachada y esposas en las manos. Y tras esa imagen, el silencio cómplice de una sociedad y sus autoridades gubernamentales que invisibilizan el tejido de vínculos de quienes pierden su libertad, o en casos de detenciones arbitrarias, se les arrebata.
En ese silencio se ahogan las denuncias que las familias hacen sobre las condiciones inhumanas en las que sobreviven quienes habitan las cárceles de El Salvador.
Este nombre que habla de una idea general es la respuesta de familiares de personas privadas de libertad. Al preguntarles cómo describen la situación que están viviendo, ellas responden: “Sin saber si están vivos o vivas; sin comunicación; sin visitas, y mucho más…”.
Ese mucho más incluye la incertidumbre de no saber si las y los habitantes de las cárceles han enfermado de Covid-19; no saber si la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO) entró a las prisiones a repartir golpes y botar insumos de limpieza; es el silencio ante la pregunta de si la persona privada de libertad con insuficiencia renal o diabetes ha ido a sus controles médicos. Y la lista podría extenderse, pero ese “y mucho más” hace breve el dolor de pronunciar el trato dentro de los centros penitenciarios de El Salvador.
Esta exposición es una propuesta para traer del silencio los vínculos y las vulneraciones a los derechos humanos de las personas que se encuentran pagando una condena o están siendo procesadas por el sistema judicial. Pese a cualquier juicio de valor sobre el bien y el mal, sobre quién merece ser castigado, esta exposición habla de la complejidad de lo que implica “ser humano”.
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