Cultura

Noé Valladares supervisa a uno de los camarógrafos durante la filmación de Encuentros. Foto: Sergio Sibrián

Buscando Encuentros entre la voluntad, el talento… y el «pisto»
(Primera parte)

Texto: Raquel Kanorroel
Fotos: Sergio Sibrián y Colectivo Encuentros

Junio 28, 2024

«La razón por la que uno quiere hacer películas de bajo presupuesto
es porque, mientras más bajo es el presupuesto, mayores son las ideas (…)».

Francis Ford Coppola, director cinematográfico

Los cineastas salvadoreños están al parecer «condenados» —junto con los teatreros locales— a ser discípulos de Jerzy Grotowsky, director polaco creador del Teatro pobre, corriente artística que privilegia el trabajo actoral sobre la puesta en escena.

No obstante, como dejara establecido Roque Dalton en su famoso Poema de amor, los salvadoreños (campeones de la supervivencia que siguen adelante porque «no queda de otra», según la expresión popular) son unos hacelotodo: tengan o no los recursos suficientes, «se meten en el huevo y se dejan ir», como decimos aquí.

Y exactamente eso es lo que han hecho el director y productor cinematográfico salvadoreño Noé Valladares (Amanda Producciones) —quien por cierto se declara admirador de Grotowsky— y su colega compatriota, Fabricio Sibrián (Chimbolo Films), al «meterse en el huevo» de producir el largometraje Encuentros, obra de ficción que, no obstante, documenta fielmente la realidad violenta y llena de zozobra que se vivió por varios años en el país a causa de las redes de pandillas y narcotráfico.

Estamos, pues, ante un proyecto cuya pre-producción se inició hace casi trece años, y que comenzó a grabarse en abril del 2012, durante las vacaciones de Semana Santa, desarrollándose de allí en adelante «por sustos», como dice nuestra gente. Esto es, filmaban la película durante los fines de semana y cada vez que actores, actrices y técnicos coincidían en sus vacaciones, a lo largo de aproximadamente tres años.

Cabe señalar que tanto el elenco como el equipo técnico trabajaron ad honorem para Encuentros. En buen salvadoreño, «de choto». Ahora, sin embargo, para finalizar el proyecto —pues aún se trabaja en la post-producción—, se necesita terminar de cubrir el presupuesto, y para esto se requiere un monto de US$15,000 (pago de la postproducción de sonido, colorización y música). 

En la segunda parte —y utilizamos términos castizos ahora—, conoceremos al equipo de audaces y solidarios compatriotas que se metió en este sublime lío, tanto técnicos como actores.

El equipo revisa en el monitor el material grabado durante el rodaje en una parada de buses. Foto: Sergio Sibrián.

Encuentros es la combinación de varias historias entrelazadas por una vivencia común: la de la juventud en situación de riesgo.

Una película dedicada a jóvenes paridos por la violencia

La idea original del largometraje —ambientado en los años 2012 al 2014— es mostrar la carga de violencia que muchos jóvenes salvadoreños en ese entonces heredaban al nacer en un ámbito donde imperaba la fuerza bruta. Ellos no entendían el porqué de esta conducta, pero tampoco conocían otras formas de proceder, y les parecía por tanto que la violencia era una forma «normal» de vida. Sin embargo, en sus adentros guardaban el deseo de cambiar esa mentalidad, pero no sabían por dónde ni cómo empezar ese cambio.

Y a veces —¡oh, ironía!—, la única manera que encontraban de terminar con la violencia en sus vidas era mediante un violento acto de defensa propia.

Encuentros es, entonces, la combinación de varias historias entrelazadas por una vivencia común: la de la juventud en situación de riesgo. El tema fue investigado durante varios años y de varias formas:  vivenciales, analíticas y testimoniales, ya que la violencia juvenil tiene múltiples aristas.

De modo que la finalidad del largometraje es aportar a la construcción de una sociedad más equitativa y segura, principalmente para la juventud, que es —o debería ser— pobladora entusiasta del presente y responsable del futuro, generadora de nuevos y renovados valores y actitudes.

César Pineda, Noé Valladares y Fabricio Sibrián durante el rodaje en el bar La Dalia, en el Centro Histórico de San Salvador. Foto: Sergio Sibrián.

La identidad y el paisaje nacionales como protagonistas

Las locaciones de la película en su gran mayoría fueron reales (playas, zonas de Ataco, Apaneca y Suchitoto, Centro Histórico y varias calles de San Salvador), pero en ellas suceden situaciones surrealistas. Esta mezcla de realismo y ensoñación mantiene al espectador atento a la historia y, al mismo tiempo, le permite entender que, en nuestra realidad, las cosas suceden de forma arbitraria, confundiéndose lo real con lo irreal y viceversa.

A fin de encontrar el momento apropiado para filmar, las locaciones se visitaron a diferentes horas. En la investigación previa a la producción se identificaron varios lugares que sólo hubo que restaurar o reacomodar para que funcionaran de acuerdo a la propuesta estética planteada. 

Por otra parte, toda obra artística responsable muestra una faceta de la realidad nacional, y Encuentros es un llamado a la reflexión sobre la necesidad de fortalecer la identidad salvadoreña y, al mismo tiempo, modificar el entorno. 

Sin perder claridad en la trama principal, las tramas secundarias se fueron improvisando de acuerdo a las necesidades planteadas por la propia historia.

Dos miembros del equipo técnico hacen una toma nocturna en una de las locaciones seleccionadas en Santa Tecla. Foto: Sergio Sibrián.

En efecto, la película intenta reflejar el pensar y el sentir del centroamericano común en su triste y —a la vez— bella realidad, de modo que los lindos paisajes de El Salvador, sus costumbres y ritmos de vida, junto a la armonía de la naturaleza, se entremezclan en Encuentros con la pobreza, la marginalidad y la violencia, por lo cual queda patente ante el espectador el panorama contradictorio que presenta el país.

El largometraje se fue entretejiendo entonces entre el pueblo que vive en el paisaje y el paisaje mismo, y el perfil de los personajes populares se trazó observando detenidamente la forma de actuar de la gente común.

Animaciones, canciones y otros elementos de la industria audiovisual ayudan a desarrollar la propuesta estética de los productores del drama cinematográfico, y esta combinación de elementos otorga a la película un ropaje artístico y conceptual propio del ámbito centroamericano.

Un proceso de adaptación, innovación, aprendizaje y fraternización

Para sus realizadores, la innovación más importante en la película —de 2 horas 40 minutos de duración— fue la forma de producción en sí, pues se tomaron en cuenta durante todo el proceso las dificultades que para producir cine existen en el país. Por esto es que el largometraje lo llevó a cabo un grupo reducido de actores y técnicos —o «grupo motor»—, respaldado, sin embargo, por una gran cantidad de colaboradores.

Se trató entonces de convertir las dificultades de producción en fortalezas.

En cuanto al guión, partió de una idea clara y concreta que, no obstante, se fue desenvolviendo de acuerdo a las necesidades de los actores y la producción. De manera que, sin perder claridad en la trama principal, las tramas secundarias se fueron improvisando de acuerdo a las necesidades planteadas por la propia historia, siempre con el propósito de convertir las debilidades en oportunidades.

Sin embargo, se pretende dar a la película una proyección internacional, aplicando la mejor calidad técnica que pueda conseguirse, ya que la calidad actoral y de dirección están garantizadas. 

En este contexto, aunque en el país existen muy pocos postproductores de sonido, se espera resolver este aspecto a nivel local, pues los pocos expertos salvadoreños que hay en el ramo ofrecen un servicio de alta calidad. No obstante, en caso de ser necesario, se contempla la posibilidad de contratar a un profesional sonidista extranjero.   

Inicialmente, se proyectaba traer a un montajista editor, pero esta función terminó realizándola satisfactoriamente Fabricio Sibrián, director de fotografía del largometraje.

Noé Valladares dirige al joven protagonista de Encuentros, Mauricio Osorio, durante el primer día de rodaje en Apaneca, Ahuachapán. Foto: Cortesía del Colectivo Encuentros.

En la película se construye una trama de persecución y venganza; de amor y solidaridad, finamente construida con recursos cinematográficos provocadores y sorprendentes.

Cabe señalar que todos los participantes en el proyecto tendrán la tarea de darle a la película un perfil más competitivo y, también, de enseñar a los técnicos del Colectivo Encuentros sus habilidades, pues el largometraje ha sido pensado para funcionar como una escuela práctica de producción cinematográfica, ya que todavía no hay centros de formación de este tipo a nivel nacional.

Y decimos «Colectivo Encuentros» porque entre directores, actores, actrices y técnicos participantes en el rodaje se fraguó un espíritu de hermandad que subsiste a través de los años.  

Uno de los técnicos graba la escena de motociclistas en un tramo de la carretera en La Libertad.
Foto: Sergio Sibrián.
Huidas, encuentros y desencuentros hasta la redención final

La sinopsis de Encuentros (sin caer en el spoiler) es la siguiente: Joaquín (Mauricio Osorio), un niño de diez años, pertenece a una familia medianamente acomodada gracias a una red de narcotráfico en la que está involucrado su padre, Leandro. El jefe de esta red, don Pepe (Milton Barahona), en un ajuste de cuentas asesina a la madre y al hermano menor de Joaquín, quien presencia la escena desde lejos.

En venganza, Leandro lleva a su pequeño hijo sobreviviente a que «se haga hombre» y participe en el asesinato de los gemelos, hijos de don Pepe. En el enfrentamiento suscitado mueren los gemelos, pero también Leandro. Joaquín huye de la escena y logra salvarse, refugiándose en casa de su abuela paterna, quien vive modestamente en la costa salvadoreña.

El niño crece junto a su abuela hasta convertirse en un sano y atractivo joven de 23 años, como si el pasado realmente hubiese quedado atrás, hasta que cierto día, mientras juega con sus amigos en la playa, recibe una llamada: una siniestra y burlona voz le informa que don Pepe anda buscándolo para vengar la muerte de sus hijos.

Joaquín, con la bendición de su abuela, huye de nuevo, comenzando un viaje lleno de sucesivos encuentros y desencuentros en los que conoce a personajes como Roxana (Lissania Zelaya), una joven trabajadora sexual; a Ernesto (Milton Torres), un ladrón, y a otros, entre quienes se construye una trama de persecución y venganza; de amor y solidaridad, finamente construida con recursos cinematográficos provocadores y sorprendentes.

Si quedaron «picados», vean la película. Pero, para verla, necesitamos que sea terminada. Espacio Revista se une al llamado de apoyo que los realizadores de Encuentros están ahora efectuando en aras de la gran pantalla salvadoreña. De modo que, si usted desea colaborar con este proyecto «cachimbón», fruto de la proverbial «rebusca» salvadoreña, puede depositar su valiosa contribución en:

Cuenta de Ahorros: 111951075
Noe Arnoldo Valladares Padilla
Banco de América Central S. A.
Code BIC / Swift: BAMCSVSS
55 Avenida, entre Calle Roosevelt y Avenida Olímpica, San Salvador, El Salvador
Código postal: 1101 San Salvador, El Salvador

(Nota: El nombre “Noe” por favor así, sin tilde) 

El futuro del séptimo arte nacional y las nuevas generaciones se lo agradecerán.

El equipo técnico del Colectivo Encuentros no solo ganó una gran experiencia en cine sino que forjó profundos lazos de amistad entre sus miembros. Foto: Sergio Sibrián.

* Escritora, periodista, pintora y dibujante. Autora del libro Raíces sumergidas, alas desplegadas (2014). Mención honorífica en el III Concurso Internacional de Microrrelatos Jorge Juan y Santacilia, con sede en Novelda, España (2016).
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