Cultura

Osvaldo Sauma muestra con alegría el ejemplar de esta antología de su autoría: El viejo asombro de los dioses.

En ardiente defensa del azul indefenso

Texto: Raquel Kanorroel*
Fotografías: Luis Galdámez

Septiembre 6, 2024

Para el azul indefenso de los pájaros
yo pido amparo
y una ley que proteja
por siempre a los poetas
Matilde Elena López

«La poesía es conciencia y lucha: en El Salvador siempre ha sido sinónimo de lucha. Tenemos que hacer valer esas herencias. Como decíamos hace años, “lo conquistado no se entrega”. Y, si se entrega, al rato lo recuperamos», expresó con seriedad y a la vez con humor el bardo y periodista salvadoreño Otoniel Guevara, durante la inauguración del Festival Internacional de Poesía del Gran San Salvador Azul Indefenso. Guevara está radicado en Honduras desde hace algunos años, pero no por eso se ha despreocupado de nuestro país. 

Al contrario: él, al igual que la poeta y educadora hondureña Karen Ayala, presidenta de la Fundación Cultural Chifurnia —entidad organizadora del evento—, esperan que dicho festival sea una construcción cultural permanente en El Salvador, dada la coyuntura que nuestra nación atraviesa. Aunque, en realidad, eventos como este son necesarios a lo largo y ancho de toda Mesoamérica, de toda América, de todo el planeta… precisamente porque «la poesía es conciencia y lucha».

Y es que «en todo el mundo hay un ataque feroz a la Humanidad, a la memoria histórica, a la misma poesía», denunció Otoniel, quien afirma que «de lo que se trata es de perturbar esta paz que no nos da paz», refiriéndose a la «normalidad» salvadoreña de hoy día, en la cual patrones que se creían superados están volviendo gradualmente sin enfrentar mayor resistencia.  

La inauguración de Azul Indefenso (nombre extractado del poema Este azul indefenso de la insigne abogada y mujer de letras salvadoreña, Matilde Elena López) se realizó la noche del pasado miércoles 28 de agosto en el Centro Cultural Cabezas de Jaguar, sin pretensiones multitudinarias: «Esto es pequeño porque así tiene que ser, para que meta profundidad», declaró Guevara. 

Paty Silva, cantautora salvadoreña nahua hablante, dedicó una canción a la lideresa Paula López, también nahua hablante, quien falleció en 2015.

Sin embargo, el festival tuvo amplio alcance, pues consistió en varias actividades a lo largo de cuatro días, y culminó el sábado 31, siempre en Cabezas de Jaguar. Durante ese período, las voces poéticas internacionales y nacionales convocadas por Chifurnia también resonaron en instituciones como la Universidad de El Salvador (UES); la Universidad José Simeón Cañas (UCA); la Universidad Tecnológica (UTEC), y la Universidad Evangélica, así como en La Ataraxia (Santa Tecla), el Centro Cultural Leyla y el Salón 2 del Trébol Cultural en el Parque Cuscatlán.

Declamaron sus obras los poetas nacionales Álvaro Darío Lara, Carlos Parada Ayala, José Antonio Domínguez, Tania Molina, Manuel Barrera, Silvia Matus, Kike Zepeda, Javier Fuentes Vargas, Rafael Paz Narváez, Osvaldo Hernández y Lauri García Dueñas. Del exterior sumaron sus voces los bardos Osvaldo Sauma (Costa Rica), David Róbinson (Panamá), Maya Cú (Guatemala), Agustín Guambo (Ecuador), René Novoa (Honduras) e Indhira Itsuki y Leonardo Nin (República Dominicana).

También hubo voces acompañadas por acordes musicales en guitarra, como fue el caso de los cantautores Paty Silva, Moisés Ramos y Mario Tévez.

En ambos festivales se ofrecieron declamaciones, lecturas, debates y se pusieron a disposición del público libros de casi todos los poetas participantes.

Chifurnia esparce despacio pero firmemente la esencia poética

La Fundación Cultural Chifurnia también lanzó la iniciativa Festival Internacional de Poesía de Oriente, en San Miguel, del 24 al 27 de agosto, en el cual participaron los mismos poetas internacionales que declamaron en Azul Indefenso. 

Dicho festival migueleño fue denominado Sóteer, título del último poemario del literato salvadoreño Francisco Gavidia, oriundo de dicho departamento: «Siempre se olvida mencionar el nombre de este erudito que le mostró a Darío sus descubrimientos literarios, los cuales el genio nicaragüense retomó para darle una vuelta a la lírica en español», declaró Guevara a un medio local. 

Fundación Chifurnia compartió créditos en la organización del festival en San Miguel con la Asociación de Artistas del Oriente de El Salvador, ASARTES, cuyo director ejecutivo, el gestor cultural y poeta Alan Cubías, fue también el director del festival, recayendo la subdirección en Karen Ayala, de Chifurnia; en tanto que la organización del Festival Internacional de Poesía del Gran San Salvador fue únicamente de la Fundación Chifurnia, bajo la dirección de Otoniel.

Cada festival se dedicó a un poeta internacional: al panameño David Robinson el Sóteer y al costarricense Osvaldo Sauma el Azul Indefenso, aunque ambos participaron en los dos eventos y no sólo fueron homenajeados, sino que Chifurnia Libros publicó un libro antológico de cada uno: El viejo asombro de los dioses, de Sauma, y Viene la fragata azul, de Robinson. 

También se publicó en formato chifurnio la antología mínima Variopinto Ecléctico Híbrido Robótico Surrealista, del poeta salvadoreño Manuel Barrera Ibarra.

En ambos festivales, además de ofrecerse declamaciones, lecturas y debates, también se pusieron a disposición del público libros de casi todos los poetas participantes, tanto nacionales como extranjeros. Cabe aclarar que, aunque los libros fueron en su mayoría vendidos a precios módicos, las actividades fueron todas gratuitas y —casi todas— abiertas.  

Pero, a pesar de la amplitud de miras de Fundación Chifurnia en El Salvador, Otoniel reconoce que su incursión es por ahora «una aventura», pues no cuentan todavía con los recursos suficientes para poder abarcar mucho, sino que avanzarán en la medida que vaya siendo posible. 

«La gente nos irá proporcionando la raíz necesaria para extendernos en tiempos y espacios, pero de manera natural. No nos interesa ser los “número uno” en nada, ni siquiera buscamos un número: buscamos una esencia», enfatizó.

«La palabra es poder»: el poder más temido por el poder, en última instancia.

El panameño David Robinson escucha conmovido a Lauri decir: «El viaje hacia la Fuente te sea hermoso, María Hortensia, alias “mamá”».

«Nadie quiere ser olvido de nadie, nadie quiere morir su muerte», afirma Indhira Itsuki, y sentencia que «la vida empuja, la muerte despoja». 

Las voces poéticas son voces bellas, impactantes, incómodas, «peligrosas» …

Se escogió el título Azul Indefenso para el Festival Internacional de Poesía del Gran San Salvador porque, según manifiesta Guevara, «es hermoso, pertinente, inspirador», tal como su autora, Matilde Elena López, quien fue una «luchadora tenaz por la justicia, distinguida escritora y poeta comprometida con la vida».

Otoniel, el excombatiente, sigue siendo «guerrillero», pero ahora de la palabra, y está resuelto a «no dejar que muera la poesía en El Salvador. Ya lo advertía Gavidia: “Escucha, pueblo: cuando el mal aprieta, debe hablarte el poeta”», acota él. 

Es verdad: los poetas deben ahora alzar su voz, en serio y más que nunca. Proclamar sus versos en cada esquina, para desentumecer las mentes del bombardeo de propaganda que nos acosa desde adentro y desde afuera de nuestras fronteras. Porque, como se afirma en ciertos círculos devocionales, «la palabra es poder»: el poder más temido por el poder, en última instancia.

Y la palabra poética es palabra libre y liberadora, por antonomasia. 

Tania Molina, quien dice que comenzó a escribir poesía «porque le dieron paja», expresa al micrófono: «Hombre nuevo, te canto en mí sobre el fuego de tu danza y un camino que descansa sobre alas de colibrí».

Aunque de cada participante en Azul Indefenso hay mucho material digno de citarse, seleccionamos solo algunos versos para publicar con esta nota, aquéllos que sirven como «botones de muestra» de la calidad inquietante que la poesía puede tomar frente al poder represor y lava-cerebros, aquí y en todo el mundo.   

Como cuando Osvaldo Sauma exige «que no se salve nadie si no nos salvamos todos»…

O como cuando Álvaro Darío Lara denuncia al «gran papel higiénico de tiranías y falsas revoluciones» y, en tiempos de pandemia, a «tirios y troyanos, simulando preocuparse por los que siempre beben el cáliz más amargo de la desdicha»…

O como cuando Mario Tévez nos recuerda, cantado: «Piensa: cada átomo de ti es parte de un todo», afirmación simple que, no obstante, implica un cambio de paradigma revolucionario…

O como cuando Moisés Ramos, junto a Tania Molina, entona la estrofa «Que el tiempo en desasosiego nos ha dejado en un mundo ciego / Que uno piensa que en la conciencia debe vivir», lo cual se traduce en una fuerte denuncia del momento actual…

O como cuando Lauri García Dueñas declara abiertamente que «América es el libro que aún no se ha escrito»…

O como cuando Paty Silva, cantautora nahua-hablante, recita cantando «Pajarito, pajarito que vuelas en libertad (…) / Ayúdame a encontrar la raíz de mi identidad»…

O como cuando Maya Cú declara: «nací mujer, predestinada al llanto (…) Nunca encontré mi camino, lo sigo buscando: nací mujer»…

O como cuando Tania Molina denuncia a «un país en donde nadie quiere hablar de los muertos que apestan en las cárceles para no ir a terminar como ellos (…) poniendo la lengua al servicio de un rey de pacotilla», o declara que «la mejor poesía es un duende jodarria que esconde los lápices con los que un pueblo triste se atreve a no escribir su historia»…

«…de montaña, de selva, de agua estamos hechos», nos recuerda Maya Cú, quien canta al paisaje, ese junto al cual ella creció y él con ella.

Porque, tal como David Róbinson manifiesta, cuando el poeta lanza sus «versos ofendidos», éstos ya no son «cenizas, sino fuego que incendia gallineros», ya no son «ovejas, sino toro que embiste»…

En fin, quienes asistimos a la inauguración de Azul Indefenso nos sumergimos por unas pocas horas en un mundo habitado por «esos locos sin oficio», como suele llamar la gente robotizada a aquéllos que saben que crear y leer versos no es ninguna «pérdida de tiempo», sino llevar a su culminación la inteligencia, la sensibilidad y la expresión humanas, lo cual se traduce en un círculo virtuoso que genera aún más inteligencia, sensibilidad y expresión: humanización, en una palabra.

* Escritora, periodista, pintora y dibujante. Autora del libro Raíces sumergidas, alas desplegadas (2014). Mención honorífica en el III Concurso Internacional de Microrrelatos Jorge Juan y Santacilia, con sede en Novelda, España (2016).

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