En su libro Escible, reeditado por Ediciones AmateVos y el Museo de la Palabra y la Imagen, la autora, Prudencia Ayala, relata las peripecias de un accidentado viaje a Guatemala a finales de 1919 en compañía de su amiga Rosa Amelia Guzmán. La motivación del viaje se encuentra en algunas de las afirmaciones del libro. La autora dice “Yo digo que soy unionista” y “mi patria es toda Centro-América” p. 32. Estas aseveraciones eran particularmente importantes y peligrosas en la Guatemala de finales de 1919, donde el dictador Manuel Estrada Cabrera estaba enfrentando el desafío más grande a su presidencia. Sus principales opositores, que estaban organizados alrededor del Partido Unionista, compartían las ideas de artesanos, obreros, mujeres, estudiantes e intelectuales en toda la región que buscaban revivir la República Federal de Centroamérica como vehículo para deshacerse de los dictadores que plagaban el istmo. En este ambiente de agitación política la presencia de dos salvadoreñas unionistas despertó sospechas de las autoridades guatemaltecas. Ellas terminaron en la cárcel. 

Un observador de la época, el salvadoreño Salvador Merlos, se refiere al contexto histórico de la segunda década del siglo XX al decir que con el unionismo la mujer había “encontrado un florido sendero por donde echar a correr su fantasía, un campo lleno de esperanzas, una bandera limpia y redentora”. El lenguaje de Merlos arroja luz sobre el espíritu de optimismo y oportunidad de esos años, pero no hace justicia al pragmatismo y carácter estratégico de las actividades de mujeres como Prudencia Ayala que estaban dispuestas a arriesgarse y terminar en prisión por sus ideales, que se organizaban en clubes femeninos unionistas, daban conferencias en foros públicos y asistían a marchas y convenciones. El mismo autor relata la presencia de mujeres en manifestaciones contra Estrada Cabrera y la represión que sufrieron en Mazatenango donde en el interior de la cárcel fundaron un Club Unionista de mujeres.   

Pero hay pocos testimonios de mujeres de esta época de lucha y esperanza por la unión de Centroamérica, de creciente organización de mujeres deseosas de participar en la política y obtener el sufragio. La narrativa de Ayala describe la arbitrariedad del régimen de Estrada Cabrera y las condiciones de sus cárceles. El hecho mismo de que dos salvadoreñas tomaran la iniciativa y riesgo de viajar a Guatemala, sabedoras de los peligros de la dictadura, constituye un testimonio único y valiosísimo de las actividades políticas de valerosas mujeres unionistas que cruzaban fronteras para promover sus ideales. Ellas no se limitaban a recorrer “un florido sendero”. A sabiendas, Prudencia Ayala y Rosa Amelia Guzmán se embarcaron en una aventura peligrosa porque querían contribuir de manera tangible a la lucha contra las dictaduras y a favor del unionismo. Ayala escribió el libro porque sabía que la palabra escrita era un instrumento político de primer orden: “Hoy sí, somos felices”, escribió en Escible, refiriéndose al momento en que le llevaron lápiz y papel a la cárcel, “ya tenemos armas para disparar; el papel es un gran elemento para hablar y hacerse entender”. p. 49.