Entrevista
Paula Cuellar durante la filmación del documental Añil.
El informe de la Comisión de la Verdad omitió profundizar en las violaciones sexuales cometidas contra mujeres durante la guerra, pese a que ese fue uno de los crímenes que se comprometió a investigar. Cuellar relata sus hallazgos en las conversaciones con 60 víctimas de este delito.
Junio 2, 2023
Paula Cuellar tiene más de una década de trabajo sobre el derecho a la verdad. En sus investigaciones descubrió que hay un sector de la población a quienes se les ha vulnerado profundamente este derecho: las mujeres. Esto, sin embargo, no ocurrió por falta de testimonios, sino por una omisión en la narración del informe de la Comisión de la Verdad que, según ella, marcó un antes y un después en la narrativa sobre la guerra civil salvadoreña. Al no nombrar las violaciones sexuales hacia las mujeres, dice Cuellar, se perdió una oportunidad valiosa para señalar que eso no es ni legal, ni moralmente válido.
En esta conversación relata cómo llegó a investigar sobre las violaciones sexuales durante la guerra, sobre cómo las violencias de la guerrilla son más difíciles de superar y de reconocer para las mujeres que fueron militantes del movimiento guerrillero y de cómo para el momento en que fue redactado el informe de la Comisión de la Verdad ya existían antecedentes de reconocimiento de los derechos de las mujeres.
¿Por qué decidió investigar la violencia hacia las mujeres durante la guerra?
Yo no viví la guerra aquí en Salvador, pero nací el 6 de abril de 1980, y mi mamá era muy religiosa, ella fue al entierro de monseñor Romero el 29 de marzo, si no me equivoco. Es decir, yo ya iba a nacer y todo ese relajo se lo echó. Mi papá siempre estuvo involucrado en temas de guerra y en el 83 tuvimos que irnos al exilio a México, y yo crecí allá. Pero mis papás siempre se preocuparon porque tuviera conexiones con El Salvador.
Cuando se firmaron los Acuerdo de Paz, o antes de que se firmaran, mi papá decidió que íbamos a regresar a El Salvador y nos venimos por partes. Primero se vino mi papá en diciembre del 91. Yo justo me vine el 16 de enero de 1992 con mi perra. Y mi mamá vino varios meses después.
Siempre fue un tema recurrente. Yo sabía que quería estudiar eso, siempre me había gustado mucho la historia, y yo quería estudiar historia, pero cuando entré a la UCA, habían eliminado las carreras de historia, sociología y antropología. Entonces bueno, estudié derecho, porque creí que era lo más cercano, pero no, porque es muy técnico y había que aprenderse las leyes, entonces no era así tan social como yo esperaba, pero al final me sirvió mucho para trabajar en derechos humanos.
Luego empecé a trabajar en la Corte Suprema de Justicia en la Sala de lo Constitucional en el 2005, y en el 2009 me fui a hacer una maestría a la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos. Luego, apliqué a un doctorado en Historia y me aceptaron en la Universidad de Minnesota. Mi tema inicial de tesis era sobre operaciones de tierra arrasada como prácticas genocidas en El Salvador y Guatemala, haciendo una comparación de porqué las mismas técnicas en Guatemala sí eran consideradas genocidio, pero aquí no.
Y al momento que defendí mis exámenes doctorales los historiadores estaban de acuerdo, pero en mi comité había una abogada y un sociólogo, y dijeron que mi tema era demasiado legal, que no era histórico. Tenía que cambiar de tema. Casi me muero, obviamente, y con mi asesora empezamos a ver qué podía cambiar. Yo ya había trabajado el derecho a la verdad en mis dos maestría anteriores, y estaba familiarizada con la Comisión de la Verdad.
¿Qué implicó notar un vacío tan grande en el informe de la Comisión?
Pues al principio fue un tema complicado, en general, porque era difícil contactar a la gente. Yo empecé con dos contactos de víctimas. Uno de una señora que vivía en Nueva York y el de Nerys. Un poco antes de que fuera a entrevistar a estas dos mujeres fui a un evento en el que se conmemoraba el 25 aniversario de la firma de Acuerdos de Paz. Entonces, había, obviamente, políticos, firmantes del acuerdo, y todos decían que había sido un éxito y se felicitaban. Entonces, empecé a preguntar qué pasó con el tema de las mujeres. Me decían que ese tema no era relevante, o sea, que nunca había sido relevante el acuerdo de paz, que lo relevante había sido lograr alcanzar el poder político, la alternancia en el poder.
Cuando empecé, pensaba que iba a documentar violencia sexual por parte de las fuerzas de seguridad. Yo desconocía que el frente había perpetrado este tipo de crímenes, pero conforme fui avanzando, me preguntaron que si no iba a entrevistar a víctimas de violencia sexual por parte de la guerrilla.
Pero nunca me imaginé, en ese momento, la magnitud de lo que iba a encontrar. De lo que yo he logrado investigar, ellos no violaban tanto a personas de la población civil. Y en algunos casos, no, en todos, si se descubría que alguien había violado a alguna mujer de la población civil era sancionado, pero no se hacía lo mismo con las mujeres que estaban en el frente de guerra.
“Yo desconocía que el frente había perpetrado este tipo de crímenes, pero conforme fui avanzando, me preguntaron que si no iba a entrevistar a víctimas de violencia sexual por parte de la guerrilla”. Paula Cuellar.
Las protagonistas del documental Añil, como muchas otras mujeres, han debido enfrentar la infravaloración del abuso sexual del que fueron víctimas.
¿Era una práctica generalizada?
Quizás no sistemática, pero sí era una práctica tolerada y, de alguna forma, generalizada.
¿Había diferentes patrones de violencia sexual?
Lo que yo afirmo en mi tesis es que se dieron violaciones sexuales por parte de ambos bandos, pero con diferentes motivos. El principal motivo de las fuerzas de seguridad era causar terror en la población y, de alguna forma, castigar a las mujeres que se habían unido a los grupos guerrilleros que eran capturadas. En el caso de la violaciones sexuales cometidas por la guerrilla, mi teoría es que, de alguna forma, las mujeres estaban subvirtiendo los roles tradicionales de género al incorporarse, por ejemplo, al frente armado. Entonces, la violación a las mujeres tenía como la finalidad reafirmar el poder patriarcal de los hombres sobre la mujeres.
Y también creo que no cometían violaciones sexuales hacia la población porque también la población era la que sostenía a la guerrilla. Además, dentro del frente se empezaron a organizar grupos de mujeres, porque también en ese momento era rentable el tema del género. Decían que velaban por los derechos de la mujer y la igualdad y toda esa publicidad era porque, efectivamente, les era rentable para conseguir ayuda internacional y todo ese tipo de cosas.
Pero no era algo que ellos de introyectaran o que quisieran producir un cambio. Eso lo vemos también cuando, al finalizar la guerra, muchas de las mujeres vuelven a los roles tradicionales de género.
¿Qué ocurrió cuando usted empezó a estudiar este tema que había sido una omisión en el informe de la Comisión?
Bueno, me empezaron a cuestionar mucho el hecho de que yo estaba aplicando conocimientos del presente a un hecho del pasado, por lo de la teoría de género. Pero no es totalmente cierto, porque a la Comisión de la Verdad le preceden tres convenciones internacionales de mujeres, sobre todo la última que se hizo en el 85, en Kenia, ya hablan de violaciones sexuales. También en el año en que empezó a trabajar la Comisión de la Verdad fue la Conferencia Internacional de los Derechos Humanos de Viena y se dijo que los derechos de las mujeres eran también derechos humanos. Otra particularidad era que en la Comisión de la Verdad de El Salvador no hubo personas nacionales, eran todas personas extranjeras que se suponía que venían de Naciones Unidas o con un bagaje mucho más amplio de lo que se conocía de la teoría de género. Además, dentro de los anexos del informe de la Comisión de la Verdad, el mandato que los comisionados decidieron adoptar era que uno de los siete crímenes que iban a estudiar eran violaciones sexuales.
Leyendo el informe de la Comisión de la Verdad los únicos tres casos que más o menos tratan ese tema es el de las religiosas, pero cuando uno se pone a leer el caso dicen que las religiosas fueron torturadas y asesinadas, pero se omiten el hecho de violación sexual.
Y en otro que se toca es en el de la masacre del Junquillo pero de forma muy marginal. Me llamó la atención que en el caso del Mozote no se documentara las violaciones, aunque habían libros que hablaban sobre el tema y los comisionados entrevistaron a Rufina Amaya, que era la que decía que se habían llevado al cerro y ella oía como las violaban. Esa parte no se mencionó. El tercero es el caso de la enfermera francesa, en el que describen cómo se encuentra el cuerpo de ella, con su ropa interior abajo, pero nunca mencionan que fue violada. Una de las teorías que yo tengo es que el mandato general de la Comisión de la Verdad le decía a los comisionados que ellos debían investigar casos que hubieran tenido la consecuencia de conmocionar a la sociedad salvadoreña, en general, y debido a que la violaciones sexuales estaban tan normalizadas, que no era un crimen que iba a causar conmoción a la sociedad de salvadoreña.
“Dentro de los anexos del informe de la Comisión de la Verdad, el mandato que los comisionados decidieron adoptar era que uno de los siete crímenes que iban a estudiar eran violaciones sexuales”.
Yo clasifiqué los casos de mujeres que fueron violadas por las fuerzas de seguridad, casos de mujeres que fueron violadas por la guerrillera y casos de mujeres que fueron violadas por ambos bandos.
Me ha resultado muy significativo y muy revelador que las mujeres que sufrieron violaciones por parte de ambos bandos pueden verbalizar lo que les sucedió con las fuerzas de seguridad. Pero tienen muchas dificultades para sobreponerse a la violaciones de las que fueron víctimas por parte de la guerrilla, y no es la brutalidad. Es decir, la brutalidad de las fuerzas de seguridad, hay casos que superan mis peores pesadillas, pero en el caso de las fuerzas guerrilleras es que no únicamente se poseyeron los cuerpos de las mujeres, sino que se traicionó la confianza que estas mujeres tenían en sus compañeros. Como una persona me dijo “es que yo todavía no puedo entender porque me violó un compañero”.
¿Por qué les llama víctimas y no sobrevivientes?
Si ven la película, a Neris yo sí la considero que está en una etapa ya de sobreviviente, o sea, ya está muy avanzada, pero por ejemplo, con el testimonio de Rebeca, a ella le tomó años darse cuenta de que lo que le había sucedido era un crimen. Era una violación, pero ella todavía está en el proceso de reconocerse como víctima y así otras mujeres que todavía no reconocen que lo que le sucedió fue una violación, porque también durante la guerra se utilizaban mucho de eufemismo, que era parte de la cuota revolucionaria que tenían que dar las mujeres.
También se hablaba mucho de la frugalidad de la vida. Entonces vivamos el día como que si fuera el último, tengamos relaciones sexuales que muchas veces no eran consentidas, y también creo que el pacto de silencio que se ha creado en torno a esas violaciones es lo que no le ha permitido a muchas mujeres reconocerse como víctimas. Rebeca no muestra su cara no por la violación que le sucedió con las fuerzas de seguridad, sino porque todavía no puede enfrentar a su perpetrador de parte de la guerrilla.
Cuando hablan de víctimas de la guerra, y en el caso particular de la Comisión de la Verdad de El Salvador dicen que el 75% de las víctimas fueron hombres y el 25% fueron mujeres, pero porque el crimen de violación sexual se invisibiliza mucho. Sí, los hombres mueren en mayores cantidades en una guerra, pero el crimen de violación sexual, porque las mujeres sobreviven, muchas veces, nunca se documenta, y eso hace que salga esa disparidad entre las cifras.
Hablé con un excapitán del ejército y me decía que una muerte es más difícil que una violación, porque ya no puedes reconstruir tu vida. Después de una violación sí, y yo les preguntaba a las personas que entrevistaba si ellas se sentían que sí había esa diferencia y me decían que los hombres no saben los daños que te causa, que a veces estamos muertas en vida.
Cuando habla de toda esa brutalidad en las violaciones por parte de las fuerzas de seguridad, ¿se podría pensar que era un lineamiento o parte de una formación que recibieron?
Era una línea, tal vez no escrita, pero los cuerpos de las mujeres eran utilizados para causar terror en la población. Muchas veces las violaciones sexuales son utilizadas no solamente para la víctima que lo sufre, sino también para la comunidad, porque muchas veces se ve a la a las mujeres como las guardianas del honor de la comunidad y a los hombres como protectores de las mujeres. Entonces, el hecho de que los hombres no pudieran proteger a las mujeres también significaba una humillación para los hombres.
Yo no tengo pruebas de que sea lineamiento, pero dentro de las técnicas de tortura que existían en el caso de las mujeres, cinco formas de tortura, tenían específicamente que ver con violencia sexual, o sea, con los cuerpos de las mujeres.
Entonces, sí se consideraba parte del repertorio. Incluso las mujeres que se unían a la guerrilla estaban conscientes de que en cualquier momento que fueran capturadas iban a ser violadas.
“¿Cuál debería ser el paso siguiente para saldar esta deuda de justicia con las mujeres?”.
¿Todos estos crímenes cometidos contra mujeres están en la impunidad pese a que hay testimonios como el de Rufina Amaya?
Yo no sé de casos que estén judicializados.
¿Qué tanto hubiera influido que la comisión los incluyera en su informe?
Una de las cosas que caracteriza el informe de la Comisión de la Verdad es que pudo haber constituido un parteaguas, ya que fue la primera Comisión de la Verdad en Latinoamérica que incluyó ese crimen. Creo que al no hacerlo se perdió una oportunidad que hubiera hecho diferencia en comisiones posteriores. La de Guatemala y la de Perú sí empezaron a incluir violaciones sexuales, y solo ahorita la de Colombia empieza a tratar un poco el tema de las violaciones sexuales que se dan dentro de los grupos. Es un punto ciego que las comisiones han tenido, hasta el momento, en Latinoamérica.
Ahora que ya se ha colocado el tema en discusión, ¿cuál debería ser el paso siguiente para saldar esta deuda de justicia con las mujeres? Pues creo que dar a conocer los resultados de las investigaciones, también para que las mujeres se animen a hablar, y por ejemplo, sobre todo del lado de la guerrilla, que se reconozcan como víctimas y que lo que ellas sufrieron fue un crimen, no fue una cuota revolucionaria, no fue por lealtad al partido, fue un crimen.
Al no haberse incluido estas violencias contra las mujeres en el informe de la Comisión de la Verdad definitivamente constituyó un parteaguas en la historia de El Salvador. Porque aunque hubo una Ley de Amnistía después, de alguna manera sí hubo una sanción moral a los crímenes que se reflejan dentro del informe. Entonces, por ejemplo, no puede justificar que las desapariciones forzadas son aceptables o las operaciones de tierra arrasada, porque se nombraron como crímenes, pero en el caso de las violaciones sexuales se perdió esa oportunidad de decir “esto está mal”. Entonces, la violencia sexual existía antes de la guerra, se exacerbó durante la guerra y al no hacerse ese parteaguas se continúa normalizando después de la guerra, y por eso los cuerpos de las mujeres siguen siendo utilizados para para causar terror o para reafirmar poderes patriarcales.
* Periodista salvadoreña
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