Cultura
(…) Aquí y en todo lugar / el espíritu de quien nace en cada verso / está presente (…) Entre los aromáticos vapores del incienso la invocación poética al espíritu del bardo desaparecido resonó por todo el salón principal del bello edificio.
Texto: Raquel Kanorroel*
Fotografías: Cortesía de Biblioteca Chapultepec
Mayo 31, 2024
…el espíritu de quien nace en cada verso
está presente.
Pa’ vos, Roquito, Mario Noel Rodríguez
«Tenemos un mandato, por decreto legislativo, de celebrar cada 14 de mayo la vida y obra de nuestra máxima figura. Entonces yo, como Promotor de Lectura de la Biblioteca Pública Chapultepec y del MINCULTURA, le preparé una instalación poética a nuestro Roque.
»Por la mañana, hicimos un círculo de flores rodeado con huacalitos de morro y, adentro, eucalipto y frijoles. Quemamos mucho incienso para invocarlo», nos relata el poeta y escritor Mario Noel Rodríguez, quien no necesita presentación y quien tampoco necesita de ningún decreto para honrar la memoria de Dalton, del cual es un profundo admirador.
El tono del literato es serio y sereno, pues la poesía y todo lo que tiene que ver con ella no es ningún juego para él.
La invocación mencionada se efectuó mediante un poema a manera de sacra letanía, Pa’ vos, Roquito (o El espíritu de la poesía), el cual Rodríguez compuso especialmente para la ocasión en honor al espíritu del eterno Roque, ese poeta tan nuestro, tan sensible y también tan iconoclasta (puede leer el poema en este enlace: https://www.facebook.com/share/p/Y1evi4D7jfeo1fC1/?mibextid=oFDknkz).
«Coloqué cerca varias obras suyas, de la biblioteca y de mi propiedad también, para que la gente que participara en la mini maratón de lectura que realizamos escogiera las que quisiera», manifiesta Mario Noel, quién cerró el ciclo matutino «con el famoso Poema de Amor, escrito precisamente con entrañable amor a los salvadoreños», amor rudo y tierno a la vez.
«Y por la tarde, en el Club de Lectura, continuamos la maratón, más íntimamente: asistieron 13 miembros, y cada quien escogió el texto que quiso. Abrí el ciclo vespertino con Larga vida o buena muerte para Salarrué, y les compartí como cierre el poema Pa’ vos, Roquito. Durante toda la velada seguimos quemando incienso, y los pétalos continuaron ahí, más vivos que nunca: ¡hermoso! …», exclama Mario Noel, para luego explicar que la maratón de lectura simboliza el hecho de que a Roque nunca vamos a —o nunca debemos de— dejar de leerlo: «Su ausencia nos duele y nos seguirá doliendo. Pero una manera de resarcir ese dolor (…) es leyéndolo. Porque en la medida en que lo leamos lo hacemos vivo, lo traemos de nuevo a nuestros días».
«Yo estaba estremecido, porque fue una manera de decir “¡Estás vivo y podemos hablar con vos!”». Mario Noel Rodríguez.
Mario Noel Rodríguez, promotor de lectura de la Biblioteca, aplaude la iniciativa de celebrar a las musas el día del cumpleaños de Roque.
¿Cómo nació la idea de celebrar el aniversario daltoniano de ese modo tan… nigromántico?
«Porque mayo es el mes de la floración —cuando comienzan las lluvias y la tierra dice “Ya era tiempo que cayeras”— y justamente son las flores una señal de vida permanente. Ese montecito que crece en el campo, ¿quién lo siembra? Pues él solito crece. Silvestre…
»Había pensado comprar unas 25 libras de pétalos de rosas en el Mercado Central, pero los lunes cierran. Entonces una señora que hace limpieza me trajo veraneras. Realmente se veía precioso.
»En años anteriores me comunicaba con los hijos de Roque. Pero este año decidí no hacerlo, sino simplemente crear una bella instalación poética, que duró todo el día: las flores se fueron poniendo más lindas, más tostadas…».
Escuchándolo, lamenté no haber podido asistir a tan poético acto de nigromancia. Mario Noel me leyó el pensamiento y comentó:
«Yo estaba estremecido, porque fue una manera de decir “¡Estás vivo y podemos hablar con vos! (…) Todavía tu final ingrato es una herida sin sanar, de esas heridas que no quieren sanar, porque ahí está la bacteria, dándose duro ella solita” …».
Una pregunta ofensiva: ¿para qué sirve la poesía?
«Para nada —responde rápidamente el autor de tantos y laureados poemas, dejándome perpleja—. Le contaré una anécdota. Conocí una pareja que hacía una revista en Costa Rica llamada Los amigos de lo ajeno. Una pelazón. Ellos eran Luis Chávez, costarricense, y no recuerdo el nombre de su novia argentina, pero sí que era divina.
»Cuando vino Luis aquí, le hicieron justamente esa pregunta. Por muchos años se ha dicho que la poesía es una respuesta a no sé qué, que es oscura, que libera (no sé a quién libera la poesía). Entonces él dijo que no servía para nada.
»“¡¡¡Uuuhhh…!!!”, se oyó en el auditorio. Pero Luis continuó: “Pues ese es el gran reto de la poesía: demostrar para qué está hecha ella. Es decir, yo creo que la poesía no sirve para nada, pero la sigo escribiendo porque soy masoquista”», nos cuenta Mario Noel, riendo.
«Y creo que cada poeta es un loco amarrado que está tratando de desamarrarse toda la vida. Ahí dejémoslo». Mario Noel Rodríguez.
Dalton, salvadoreñísimo chabacán de galería
Como el Día Nacional de la Poesía es el Día de Roque —quien este año hubiese cumplido 89 mayos—, inevitablemente hablamos sobre él con el maestro Rodríguez, aunque éste recientemente publicó en Espacio Revista «Tres notas para Roque Dalton» (https://www.espaciorevista.com/letras-rodriguez-tres-notas-para-roque-dalton-17-05-2024/).
«Si estuviera vivo, Roque sería un gran señor. Estoy leyendo poemas suyos del año 61 y, en sus veintes, ya era un poeta en serio», afirma el devoto promotor de lectura, lamentando no haber tenido la dicha de conocerlo personalmente; ya que, en 1975, año en el que Mario Noel nacía a la literatura, Dalton partió con la Parca, víctima de «el odio y la prepotencia y la matonería y el militarismo», enfatiza Rodríguez.
«Y no se va solo, sino que en noviembre se lleva a Salarrué (…). Alumno y maestro se fueron juntitos», añade, conmovido.
«Roque le tenía un cariño especial a Salarrué, a tal grado que fue al único autor al que le editó obra —Cuentos de Barro— en Cuba (…), no a Masferrer ni a Gavidia ni a Hugo Lindo (…). Hubo como vasos comunicantes entre ambos», afirma Mario Noel, atribuyendo en parte esa afinidad a la entrañable cercanía de Salarrué con la gente del campo y la tierruca, como le llamaba el autor de Cuentos de Cipotes al suelo natal: «Había como un diálogo entre el maestro y el discípulo sobre el lenguaje popular y el indigenismo, y es que los dos anduvieron cerca del año 32».
Una característica que a mí siempre me encantó de él es la provocación: Roque trataba de no complacer al lector, sino de provocarlo». Mario Noel Rodríguez.
Y, hablando de suelo natal, se me ocurre preguntarle qué hace que a Dalton se le considere un poeta tan… salvadoreño, tan propio de «este paisito enano en el que le tocó vivir», como él mismo escribió en una de sus obras.
«Diría que en Roque se da la disciplina de escritor: así como algunos van colgados en la 38 B a laborar, así él tomaba a la literatura, como un trabajo. Era entonces un salvadoreño que trabaja (…). Esa disciplina es la que yo le admiro a Dalton», expresa, lamentando el amarillismo que otros pregonan, encasillándolo como un «borracho mujeriego», cuando «un borracho no puede escribir una obra tan lúcida».
Sin embargo, Mario Noel reconoce que Roque era «un chabacán de galería… pero con estética. Una característica que a mí siempre me encantó de él es la provocación: Roque trataba de no complacer al lector, sino de provocarlo».
Y esta actitud provocadora —y chabacana— también puede ser muy salvadoreña.
Dalton, poeta desamarrado… y devorado
Pero Roque no se conformó con provocar lectores, sino que se levantó del escritorio para ir a provocar cambios:
«El hombre no solamente quiso hacer la revolución, sino que también quiso ser el gran vanguardista salvadoreño en su obra poética y narrativa», dice Mario Noel, cosa que Dalton logró. Pero Dalton logró mucho más, pues «en Roque tenemos a un intelectual que logró fusionar su vida y su obra, que pudo combinar su disciplina literaria con su compromiso histórico de hacer la revolución: en él tenemos, como decía Gramsci, a un intelectual orgánico», asevera Rodríguez, sonriente.
De pronto, su semblante se torna serio.
Y es que inmediatamente establece un claro contraste entre el bardo homenajeado y sus contemporáneos, al afirmar que los escritores salvadoreños de «esta mal llamada generación comprometida» terminaron todos «aburguesados: la sociedad los fagocitó. Al principio eran “comunistas”, mas después se convirtieron en escribanos del poder».
Pero vuelve a sonreír:
«Por eso digo que a los poetas hay que tenerlos amarrados para que sigan cantando, porque, si se sueltan, hacen cosas… El auténtico poeta, digo. El farsante, no. O sea, si se suelta, hará la revolución, como hizo Roque… o la “insurrección solitaria”, como dijera don Carlos Martínez Rivas».
En fin, nuestra conversación abarcó tópicos como las influencias literarias en Dalton y en Mario Noel mismo, la otra estrella poética tragada por la noche de la guerra —García Lorca—, la «sana negación» que de Roque hicieron algunos poetas en los noventas, y más. Tópicos en los que no puedo extenderme hoy por la tiranía del reloj (y del límite de palabras para esta nota).
Solo diré que, llegando al final, Mario Noel Rodríguez se lamentó, diciendo que «así como iba Roque, hubiera llegado mucho más lejos».
Y entonces soltó, solemne y casi espantado, unas palabras que podrían sonar provocadoras e incluso cómicas —como tantas que Dalton escribió—, pero perfectamente descriptivas del hecho trágico que arrancó al poeta de la faz de la tierra:
«Pero tuvo que venir a la trompa del lobo… ¡Y se lo hartó!».
* Periodista, escritora, pintora y dibujante. Autora del libro Raíces sumergidas, alas desplegadas (2014). Mención honorífica en el III Concurso Internacional de Microrrelatos Jorge Juan y Santacilia, con sede en Novelda, España (2016).
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