Entrevista
Foto: Luis Galdámez
Ana del Carmen Álvarez
En esta entrevista, Carmen Álvarez, autora del libro Dichos y diretes, comenta la historia de cómo nació este libro sobre el habla coloquial salvadoreña, al mismo tiempo que explica algunos de los significados y usos de ingeniosos y divertidos “dichos y diretes” que recoge en su libro.
Claudia Perla *
Agosto 11, 2023
Nacida en Santa Ana un año antes de la masacre del 32 en los Izalcos, Carmen Álvarez se ha convertido en una prolífica escritora con tres libros publicados en su haber, más otros tres que comenta tener en proceso: dos novelas y un libro documental de carácter histórico.
La escritora estudió Letras y Filosofía en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, donde también fue catedrática de la carrera de Comunicaciones y Periodismo. Considera que estas experiencias le dieron las herramientas para escribir profesionalmente, práctica que inició en 1990 con una investigación sobre la forma en cómo nos expresamos los salvadoreños y que dio como resultado la publicación, en 2005, de la primera edición del libro Dichos y diretes.
En la introducción de esta obra, Carmen explica que el español que hablamos en El Salvador contiene una gran cantidad de regionalismos provienentes del nahuat, dado que esa era la lengua que se hablaba antes de la venida de los españoles. La autora reconoce a Pedro Geoffroy Rivas (1908-1979) como pionero en la recopilación y análisis de palabras provenientes del nahuat, la cual publicó en su libro El español que hablamos en El Salvador (1969).
El libro Dichos y diretes inicia con un apartado titulado Palabras, dichos y refranes, con vocablos y frases organizadas en 18 temas, muchos de los cuales también pueden encontrarse en el apartado Términos y expresiones, organizados alfabéticamente a manera de un glosario. En la segunda edición de la obra, Carmen presenta una recopilación de 31 bombas, una forma de expresión casi perdida en nuestros días y que presenta estrofas de cuatro versos con un mensaje provocativo y picaresco dirigido a una persona en particular.
Carmen explica que la importancia de registrar la forma en la que se habla es porque el lenguaje es de naturaleza fugaz, y se basa en una realidad cambiante y en constante evolución.
Su primer libro fue Dichos y diretes. ¿Cómo fue la historia del nacimiento de esta obra?
Ese primer libro, Dichos y diretes, primera edición, resultó así: Yo trabajaba de catedrática en la UCA, pero el salario era tan poco que no podía comprar un carro, entonces, andaba en bus. Mi mamá vivía en Santa Ana, por lo que yo tenía que ir todos los fines de semana a cuidarla. Entonces, en ese trayecto, empecé a poner atención a cómo hablaba la gente y empecé a apuntar en libretas.
Si no hubiera tenido una formación universitaria, no se me hubiera ocurrido apuntar la manera de hablar de la gente, y eso es importante porque constituye el lenguaje coloquial de este país. En el lenguaje tenemos el español estándar, que es un español sin ninguna palabra coloquial, que se puede entender en todos los países en los que se habla español. Y tenemos el lenguaje coloquial, que tiene palabras, algunas inventadas y otras que vienen del castellano, pero que se les ha dado un uso y una significación especial.
Entonces, empecé a apuntar y cuando ya tenía el gran puño de libretas, mi maestra y gran amiga Ana María Nafría me hizo ver que tenía suficiente material para un libro. Ya con esa idea, empecé a recorrer las terminales de buses, las farmacias donde compra la gente, un lugar en donde juegan lotería en Santa Tecla y los mercados, para seguir apuntando.
Ya con esa idea empecé a recorrer las terminales de buses, las farmacias donde compra la gente, un lugar donde dicen lotería en Santa Tecla y los mercados, para seguir apuntando.
Cuando ya tenía suficiente material lo empezamos a clasificar con Ana María. Vi que no se podía poner en orden alfabético y pensé en ordenarlo por temas. Entonces, tuvimos unas tardes y una noches bien divertidas porque Ana María, que era española, no entendía algunos significados y yo se los tenía actuar y explicar. Por ejemplo, una vez yo le dije: “Mirá, no te sentés en el chiflón”, y me dijo: “¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¿Cómo te puedes sentar en un chiflón?”. Y cosas así, divertidas. El lenguaje coloquial es importantísimo porque junto con la historia y las tradiciones se forma la identidad cultural de los pueblos.
Cuando usted ya tuvo el material organizado como para armar el libro, ¿se imaginó la acogida que iba a tener?
No, no me imaginé. Pero es el libro que más acogida ha tenido, porque a la gente le da una gran risa y también hay gente que me ha dicho que le da nostalgia y tristeza, porque se acuerdan de cómo hablaban sus papás o sus abuelos.
He estado revisando el libro y veo, por ejemplo, que al principio aparecen nombres de partes del cuerpo y, para el pene y la vulva hay… Bueno, el triple o el cuádruple que para los otros. ¿Qué piensa usted que puede reflejar el que para esas partes del cuerpo precisamente haya más nombres?
Bueno, primero, que esa investigación no la hice yo, sino que la hizo el Equipo Maíz, y ellos me dieron permiso de que yo lo publicara con una nota al pie de página diciendo que ellos hicieron la investigación, que es parte de una investigación más extensa de ellos. Algo que me explicaron es que, para el pene, hay más nombres bonitos que para la vulva. Por ejemplo, para el pene está la paloma, el tornillo, la candela, el pepino, el gorrión; mientras que, para la vulva, están, por ejemplo, la tarántula, el tacuazín, el mico, la araña, muchos nombres de animales feos, aunque también hay algunos bonitos como la tortolita, la torta y la pupusa. Entonces, ¿por qué hay tantos? Yo creo que en El Salvador hay una tendencia, un sustrato sexual, les encanta hablar de sexo o contar chistes de doble sentido.
Picardía.
Picardía. Ese fue uno de los primeros títulos que yo pensé ponerle a este libro: Picardías salvadoreñas. Pero, después, otra amiga me sugirió que quedaría mejor como Dichos y diretes.
¿Y le ayudó el libro a conseguir el carro que quería?
¡Nooo! Es que de los libros no se puede vivir. Y tampoco digo yo que sean mi hobby o mi distracción, porque no es así. Yo pienso que es importante que, por lo menos en este libro, quede escrito el lenguaje coloquial, porque ese lenguaje se desvanece, se inventan nuevas palabras y algunas mueren porque ya no se usan.
Yo creo que en El Salvador hay una tendencia, un sustrato sexual, les encanta hablar de sexo o contar chistes de doble sentido.
Y comentando algunos de los dichos y diretes, ¿qué me puede decir de este que aparece en la portada y yo no conocía: chinga quedito.
Es que chingar quiere decir molestar, pero molestar en un grado máximo. No es lo mismo molestar que chingar, chingar llega hasta la ofensa, molestar no. Entonces, chinga quedito quiere decir que te están molestando hasta ofenderte, pero de una manera suavecita, para que tu no caigás mucho en la cuenta. Chinga quedito es cuando no te dicen malas palabras o chistes groseros directamente, sino que todo es en doble sentido, de una manera disimulada. Eso es chinga quedito: molestar de forma insistente y disimulada.
En el área sexual encontré varios, y de verdad que hay un sustrato de picardía en el salvadoreño, por ejemplo este: besos en el pico, telegramas en el mico.
Ese es autoexplicativo. Los besos en la boca provocan que se aumente el deseo sexual, la excitación.
Encontré muchos referidos al ámbito laboral que retratan una realidad bien común: lambeculo, lambiscón, sobaleva, arrastrado, yoyo.
Esos se refieren a la práctica de adular al jefe para no perder el puesto, para que te den el puesto de un compañero o para lograr un aumento de sueldo.
Este me parece muy peculiar: Come frijoles y eruta pollo, y hay otro similar que dice Por encima que relumbra y por debajo que retumba.
Come frijoles y eruta pollo quiere decir que hay gente que le gusta pretender ante los demás que tiene una situación privilegiada en lo económico, aunque no la tenga. “Ella pretende” para impresionar a sus semejantes.
El de Por encima que relumbra y por debajo que retumba, quiere decir que por encima finge ser una buena persona, pero en sus obras es una mala persona: retumba, como el trueno, una cosa mala. Y hay otra que se parece, que es Come santos y caga diablos, que son personas que van a la iglesia y rezan y rezan pero son malas con sus semejantes, con los problemas de ellos. No son personas que ayudan, que comprenden, que tienen amor hacia los demás.
Hay otro que me encantó, no sé si usted se acordará: “Se dice de aquella persona que navega con bandera de pendejo”. ¿Qué quiere decir?
Navegar con bandera de pendejo quiere decir que, en un contexto peligroso, usted aparenta no ser inteligente. Aparenta más bien ser una persona con poca inteligencia para no despertar sospechas y para que no la vean como peligrosa. Es hacerse el tonto para pasar desapercibido.
Hay otro que también es tremendo: Si te quitas te orino y si te quedás te meyo.
Eso quiere decir que estás perdida, que de todas maneras te va a ir mal o te van a hacer mal. Por ejemplo, le podés decir a una persona que está endeudada, si ella platica contigo: “Fíjate que tengo una gran deuda con el banco y no sé qué hacer. Para pagarla, tengo que vender la casa, y si no la pago, me la quitan”. Entonces, tu le dices: “Es que vos estás que si te quitás te orino y si te quedás te meyo”. Eso quiere decir que vos no tenés salida, no tenés escapatoria, que tenés que pagar de una forma o de otra.
Navegar con bandera de pendejo quiere decir que, en un contexto peligroso, usted se hace el tonto para pasar desapercibido, para no despertar sospechas.
Me enteré de que usted, de este libro, ya sacó la segunda edición. ¿Por qué una segunda edición y no una reimpresión?
Es que en esta segunda edición vienen 169 nuevos dichos y expresiones. Y, además, una nueva sección que se llama Bombas. En la contraportada del libro está la explicación del contexto donde se decían las bombas en los pueblos. Era cuando en las fiestas patronales iba a dar inicio la celebración, están tirando cuetes de vara, llega el alcalde, toma el micrófono y da por iniciadas las fiestas. En seguida, viene la banda municipal y toca la marcha de Gerardo Barrios. Cuando termina la marcha de Gerardo Barrios aquello es un alboroto en la plaza. Entonces, alguien grita: “¡Bomba!”. La gente se calla para escuchar y alguien dice, por ejemplo: De lejanas tierras vengo, arrastrando mi matate, sólo por venirte a ver, canillitas de zanate. Entonces, las canillitas de zanate se enoja y grita: Del gallo prefiero el canto; de las gallinas, los huevos; para darte una penqueada y que quedés como nuevo. Y así se iban diciendo y contestando las bombas.
Roque Dalton tiene muchas, y su hijo me autorizó a publicarlas aquí. Doña María de Baratta también recopiló las bombas de su tiempo. Yo solo he puesto algunas cuantas nuevas.
Carmen Álvarez recopiló vocablos y expresiones durante más de doce años para su libro Dichos y diretes. Foto: Luis Galdámez
Entonces, son 169 nuevos vocablos. Y esos, ¿cómo los recopiló? Porque en esta etapa ya no fue tanto de andar en mercados y en buses.
No, yo fui reuniendo los que fui oyendo, por eso me tardé tanto en sacar la segunda edición. Para la primera me tardé 10 años, porque es una investigación que yo hice sin que nadie me ayudara ni me financiara.
La segunda edición la saqué hace poquito, como en el 2021. Tuve bastante colaboración de la gente y, cuando era catedrática en la UCA, los alumnos me dieron bastantes, que yo no conocía. Por ejemplo, esta: Soy de plan y ladera. Esa es una expresión del campo. Tampoco conocía esta: No hay que buscarle chiches a la culebra.
¿Y qué quiere decir?
En España existe No hay que buscarle seis pies al gato, nosotros decimos No hay que buscarle tres pies al gato, pero en el campo dicen No hay que buscarle chiches a la culebra. ¿Qué quiere decir? Que hay que buscar algo, pero no lo imposible.
Y chiches proviene del nahuat.
Así es, porque nosotros tenemos un sustrato lingüístico nahuat. Antes de que vinieran los españoles, lo que se hablaba en toda la costa pacífica, desde México hasta la península de Nicoya en Costa Rica, era nahuat. Pero, por ejemplo, desde el río Lempa hasta San Miguel también hay otras lenguas, sin embargo, en la costa se seguía hablando nahuat y por eso tenemos miles de palabras que vienen del nahuat.
Y el de plan y ladera ¿qué quiere decir?
Que una persona es de todo tiro, que hace de todo. Es como en los carros, tener un escape universal, quiere decir que usted puede hacer de todo o que se adapta a todas las situaciones: Yo soy de plan y ladera.
Y con la segunda edición, ¿qué acogida está teniendo?
Ese libro sigue teniendo una buena acogida porque a la gente le gusta. Me lo están vendiendo en Nahanché, también en la UCA. Pero no tiene la misma acogida que tuvo el primero. El primero fue como el que pegó, el que a la gente le encantó. ¿Sabés quiénes lo compran bastante? Los salvadoreños que vienen, que se han ido de mojados y que vienen ya con papeles a visitar a la familia. Ellos siempre compran.
Qué regalo más bonito un libro con el lenguaje que se habla en su país o en su ciudad. Usted es de Santa Ana, ¿en qué década nació?
Yo nací en el 31, en diciembre del 31, un mes antes del levantamiento del 32. Entonces, yo crecí con la idea de que ese era un levantamiento comunista, porque las nanas… —porque a nosotros nos criaron las nanas, no las mamás. Las mamás supervisaban, pero las que nos hacían todo eran las nanas, teníamos cada uno una nana—. Entonces ellas nos contaban que el levantamiento fue comunista, que iban a cerrar las iglesias, que ya no podríamos rezar, que se llevaban a los niños para educarlos lejos de su familia.
En España existe No hay que buscarle seis pies al gato, nosotros decimos No hay que buscarle tres pies al gato, pero en el campo dicen No hay que buscarle chiches a la culebra.
Entonces yo crecí con terror del comunismo, tenía pesadillas y fue hasta que llegué a la universidad —porque en el colegio no mencionaron ese levantamiento, que fue un hecho histórico, pero no lo estudiamos— que me enteré de por qué había sido el levantamiento. Hay varias hipótesis de las causas que dieron lugar a ese levantamiento. Una de las que me pareció más lógica es que el rey Fernando VII les dio tierras a los indígenas y a los campesinos de la zona de los Izalcos para que no se murieran de hambre. Y, en 1882, se encuentra el Gobierno de El Salvador con que su principal producto de exportación, el añil, estaba decayendo, se habían inventado los tintes químicos, que eran más baratos y fáciles de aplicar. En 1882, el presidente Rafael Zaldívar emitió una ley para la extinción de los ejidos, por medio de la cual les quitaron a los indígenas y a los campesinos las tierras que les había regalado Fernando VII.
Esas tierras se las quitaron para dárselas a las personas que pudieran cultivar café, pues no cualquiera puede hacerlo, porque el café se siembra y tarda cinco años en producir cosecha. En esos cinco años, los cafetaleros tienen que tener cómo mantenerse y cómo mantener la finca, cómo hacerle todos los trabajos sin estar recibiendo nada.
A mí me pareció lo más lógico que el principal motivo de la revuelta era que los indígenas querían de vuelta sus tierras y se levantaron para ver si lo lograban. Pero claro, no tenían armas, tenían azadones, cumas y machetes. Entonces, el general Maximiliano Hernández Martínez, que había dado un golpe de Estado para quedar como presidente, mandó a su Ejército y mataron a todos los levantados en armas.
¿Qué otros proyectos tiene usted? Que esté trabajando o que tenga en su gaveta.
Ahorita estoy corrigiendo la novela que escribí en la pandemia. Esa novela se llama El club de las de 80 y plus. Empieza cuando cuatro mujeres, que son las protagonistas, tienen 80 años o más. Por medio de diálogos cuentan sus historias y algunos acontecimientos que pasaron en Santa Ana, en el colegio La Asunción: cómo las educaron, la clase de educación sexual que recibieron, la clase de absurdos que nos enseñaron en el catecismo. Por ejemplo, nos decían: “¿Cómo fue el nacimiento del Niño Jesús?”. Y la respuesta era: “Como el rayo de Sol atraviesa el cristal, sin romperlo ni mancharlo”. Nos enseñaron un amor a Dios que se convirtió en temor a Dios, porque todo era pecado. No lo hago como una revancha, sino que cuento los hechos como sucedieron, pero yo sé que las monjitas lo hicieron con cariño, además, ellas tampoco sabían otra cosa. Así es que todo eso lo cuento en esa novela, en la que estoy trabajando. Ya está escrita, solo la estoy corrigiendo.
Es su primera novela si no me equivoco.
Es una experiencia completamente diferente. Tres de las historias de las protagonistas las cuenta un narrador omnisciente, que significa que lo sabe todo. Entonces, este narrador lo va contando; en cambio, las personas que están leyendo no conocen las vidas de las protagonistas. El narrador omnisciente es el que cuenta cómo es la vida de cada una de ellas, excepto de una que la cuenta ella misma, en primera persona. Entonces todo es diálogos y también páginas de los diarios de algunas de ellas, recuerdos y flashbacks. Así lo voy tejiendo.
Ahorita estoy corrigiendo la novela que escribí en la pandemia. Se llama El club de las de 80 y plus. Empieza cuando cuatro personas, que son las protagonistas, tienen 80 años o más.
En esta novela, una de las protagonistas que estudió derecho, fue asistente de Marianela García Villas, la primera directora del Instituto de Derechos Humanos de El Salvador en los años 70, 80. La agarraron presa los militares y la mataron. Esa historia no es muy conocida. Yo coloco a una de las protagonistas como asistente de Marianela. También cuento que ella hizo sus horas sociales en Tutela Legal del Arzobispado y allí conoció a monseñor Romero. Eso me da la oportunidad de contar cómo conoció a monseñor.
¿Qué otro trabajo tiene?
Bueno, ya tengo terminado también el que habla de los acontecimientos que sucedieron en el Externado de San José en 1973. A partir de Vaticano II y de los documentos de Medellín, se dieron los elementos para hacer un cambio en la iglesia. Un cambio, porque la iglesia toda la vida ha trabajado su acción pastoral o desde el poder o desde las palabras y las acciones de Jesús. Jesús no habló nada desde el poder, pero muchos papas trabajaron desde el poder, que eso no es lo que Jesús quiere de sus papas, sino que sigan sus pasos y sus obras.
Entonces, lo que nos enseñan esos documentos, es que había que hacer cambios en los estudios, en la familia, en un montón de ámbitos de la vida de las personas católicas. Y en el colegio Externado de San José, unos padres de familia se negaron a aceptar esos cambios porque dijeron que eran comunismo y acusaron a los padres de comunistas. Todo eso ya lo tengo escrito.
Entonces tiene este otro libro que es una documentación de un hecho histórico que va a tener mucho valor porque usted está rescatando ciertos fragmentos de la historia de El Salvador que no son conocidos. Usted tiene una veta histórica, comenzando desde el rescate del lenguaje coloquial, luego, El samovar de plata y ¿Te acordás, Alfonso? en los que cuenta vivencias del pasado en Santa Ana.
También tengo una novela, pero esa está bien verde. La tengo que terminar. Trata del hijo de un campesino y de todo lo que él tuvo que pasar para aprender a leer y escribir. Luego, tuvo sus hijos y cuento la historia del nieto de ese campesino. Esa la tengo que trabajar bastante todavía, pero se relaciona con esta frase: “El país pidió auxilio y los jóvenes respondieron”.
* Editora, periodista y diseñadora gráfica
Ana del Carmen Álvarez
Con el aval de la escritora, Revista Espacio publicará, de forma quincenal, algunos de los provocativos e ingeniosos términos y expresiones publicados en su obra (2021).
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