La primera vez que llegué a Berlín, la capital alemana, fue 15 años después del derrumbe del muro que dividió el corazón de Europa. Los resabios de la Guerra Fría todavía podían adivinarse en la estética decadente de algunos rincones del lado oriental.

Las fotografías que realicé en circunstancias y eventos yuxtapuestos registran el momento en el que la antigua metrópoli conocida como sede de espías y conspiradores empieza a vibrar como una capital global.

Entre 1996 y 2006 tuve la oportunidad de vivir fugazmente tres ocasiones en esa ciudad gracias a un diplomado en Reporterismo Ambiental en el Instituto Internacional de Periodismo (IIJ) del InWent y luego a una investigación académica efectuada en la Biblioteca del Instituto Iberoamericano (IAI).

Mientras iba de un extremo a otro, los trazos serpenteantes por donde otrora cruzó el Muro, encontré los rincones particulares afincados más allá de la Puerta de Brandenburgo, con plazas en blanco y negro, y monumentos atrapados en una época que se iba desvaneciendo para transformarse en sede de la música electrónica, el Love Parade, el festival de las culturas, el Christopher Street Day y la contracultura.

A 33 años de la reunificación alemana, Berlín sigue transformándose incesantemente y recordando la importancia de la reunificación por encima de las diferencias. Acá una mirada a mis recuerdos.