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Víctor David Cartagena:

Enfrentar a los espectadores con la injusticia, el desamparo y la necesidad

Texto Christine Olma*

Febrero 9, 2024

Hay muchos estudios sobre qué circunstancias y acontecimientos conforman una personalidad. ¿Qué te hace ser quien eres? ¿Son los genes o es más bien el entorno? ¿Cómo y qué cambian las experiencias traumáticas? ¿Qué me pertenece y qué se aprende? Creo que es la suma de todas esas cosas.

Víctor David Cartagena entendía el arte y se implicaba en él de forma natural o, al menos, estuvo expuesto a él desde una edad temprana. Su padre impartía clases de anatomía médica y en su casa realizaba elaborados dibujos del cuerpo humano. Y la música. Era omnipresente y muy formativa. No en vano tres de los cinco hermanos se convirtieron en artistas y músicos que aún hoy viven su vocación.

También su madre intensificó los impulsos artísticos e influyó en ellos en esa dirección, consciente o inconscientemente.

Un ambiente católico y el fomento de su talento en un jardín de infancia Montessori contribuyeron finalmente con su parte.

Es la historia de su origen salvadoreño, es la guerra civil la que le había empujado a huir. Es la vida y las experiencias que tuvo como emigrante en los Estados Unidos, y en última instancia el arte, las que lo formaron y seguirán dándole forma. 

Víctor procesa artísticamente lo que vive, lo que ve, lo que le hace rabia y lo que atormenta su sentimiento de injusticia. 

La guerra civil causó heridas profundas, dejó cicatrices que quizá nunca sanen del todo. Heridas al alma de un civil, de un ser humano. El arte como medio terapéutico de expresión le ayuda a superar ese túnel postraumático en el que personas como él, que tuvieron que vivir una fase bélica llena de violencia, se sienten atrapadas y sufren. Huida, exilio, migración y refugio, sin embargo, persisten como una etiqueta permanente. Todo ello enfocó su visión en una dirección muy concreta.

Fue un proceso en el que primero su alma fue el centro y origen de la confrontación y que luego le permitió mirar artísticamente hacia el exterior. Implacable. Su formación personal y, entre otras cosas, la beca en el Instituto de Arte KALA de Berkeley son los cimientos de su actividad profesional y de variadas actividades artísticas.

Lo que se utiliza lo decide el tema. Desde una instalación con fotos de pasaporte de inmigrantes de El Salvador envueltas en bolsas de té, representando la succión de la gente como proveedores de servicios o vídeos de niños con pistolas de juguete, retratos sobre lienzo con narices rojas tumbadas, fotografías que se desvanecen, hasta instalaciones luminosas de pares de ojos. Todo lo necesario para mostrar con eficacia precisamente estos agravios. Para enfrentar a los espectadores con la injusticia, el desamparo y la necesidad. Sin sermonear, sino con toda la intención de conmover, para quizás hacer este mundo un poco mejor.

Víctor lo hace con gestos muy pequeños: una taza de café aquí para una persona sin hogar, una bolsa de la compra llena para una mujer necesitada delante de un supermercado, una manta para una persona con frío en la calle.

Espontáneo, sin pensar, sólo siguiendo al corazón. Así es Víctor David Cartagena. Reacciona ante lo que ve y siente. No en voz alta, más bien modestamente, con cariño, pero como artista con toda la fuerza y compromiso.

* Autora, fotógrafa y periodista

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