El 15 de septiembre el ejército nacional mostró el apoyo con el que cuenta el presidente Bukele. Una sucesión de coreografías bien ensayadas, donde aviones de guerra surcaron el cielo y soldados con un montaje intimidante, encabezaron lo que tradicionalmente es un desfile cívico.

Las calles en torno al monumento al Salvador del Mundo vieron desfilar fuerzas especiales ataviadas con camuflaje, carros de combate, caballería a trote y soldados de infantería ante el beneplácito de un público multitudinario que disfrutó todo el programa que organizó el gobierno.

Aunque el mandatario fue el principal ausente del acto, su nombre era el centro de la atención en las calles de la capital. Por un lado, aquellos que lo apoyan a ciegas. Por otro lado, quienes lo señalan como responsable de las capturas arbitrarias derivadas a partir del régimen de excepción. Dos puntos de vista según el cristal con el que se mire.

Esa noche, el gobernante anunció que buscará la reelección ante un cortejo de invitados a Casa Presidencial en un evento a puertas cerradas que televisó en cadena nacional.

No necesitó de la opinión del Congreso porque su partido Nuevas Ideas tiene mayoría aplastante. Tampoco requirió de un respaldo jurídico que interprete la sentencia emitida por la Corte Suprema de Justicia respecto a la perpetuación en el poder. Al mandatario Bukele le bastó el cariño de su esposa Gabriela, madre, hermanos y primos para saber que debe seguir en la silla presidencial por muchos años más.