En el fragor de la guerra civil salvadoreña se abrió paso entre cadáveres, balaceras y operativos militares una generación de fotoperiodistas que aprendió a documentar con imágenes aquella década caótica y dolorosa. Lo aprendieron en el terreno, en la marcha.

Luis Galdámez fue uno de ellos.

Sus fotografías sobre un El Salvador turbulento, que estallaba como una bomba molotov, dieron la vuelta al mundo, primero por medio de la agencia de prensa francesa, AFP, y luego con la británica Reuters, para las que trabajó.

Eran días agitados en San Salvador, en cuyas calles se desarrollaba buena parte de la confrontación política-ideológica del conflicto.

¿Una marcha de las madres que demandaban la liberación de sus hijos e hijas presas en las cárceles de la Policía Nacional o la Guardia Nacional? Ahí estaba Galdámez, y en muchas otras coberturas, siempre con el ojo pegado al visor de su cámara.

Al final del conflicto, Galdámez siguió haciendo lo suyo, registrando las secuelas que la guerra dejaba en una sociedad traumada por tantos años de sufrimiento.

En las imágenes que ahora presentamos, hay una que refleja el descontento y la frustración que se respiraba —y se sigue respirando— en El Salvador de la posguerra: un veterano de guerra, lisiado, levantando su prótesis en forma de pierna, reclamando el abandono que sufren quienes, en un momento de la historia, fueron héroes y heroínas, de uno u otro bando.