Letras
Ilustración: Luis Galdámez
Agosto 26, 2022
Yo soy Quirino Vega,
Tengo hierbas de pájaros malignos
Para falsear candados y memorias.
Tengo, además, oraciones que alejan la maldad
Y hacen retroceder al enemigo.
Yo, Quirino Vega,
Sé matar la cal viva, pero sufro.
Hace años que he muerto para el ángel,
Pero me sobreviven, la Chagua Théspan, mi mujer,
Y los diez hijos.
Seis hembras ya cazadas y casarse,
Y el resto, unos muchachos locos,
Alegres como pascuas.
Lo que sé, lo heredo de mi padre.
Él sabía sus cosas. ¡Tantas sabía!
Que me alcanzó a dejar mucho que vale.
Por ejemplo, su corazón de codorniz salvaje.
Y ese afán tan limpio,
De agua que no cede en el pantano,
Que todo lo del mundo se encuentra en su lugar.
El nombre que me puso,
Según dicen las piedras del coral,
Fue para que yo no perdiese el camino.
Y las espinas no dejaran su huella en mi memoria.
Y las hormigas me trajeran gusanos moribundos,
Sapos muertos y cogollos de plantas misteriosas
Que harán perder el agua de las pilas…
Yo, Quirino vega,
Siempre anduve en camisa de once varas
Por decir la verdad a quema ropa
Y no hacer uso de platos de lentejas.
No di palos de ciego, me cayeron.
Pero ahí voy, de memoria en memoria,
Más querido que el aire y que el dinero.
Repartiéndome azul, a manos llenas.
Dándome de verdad, completamente nuevo en cada entrega.
Sin sudar tinta, sí, pero soberbio.
Así somos los brujos en Izalco
Nosotros aquí, en El Salvador,
Hemos perdido el aire
Y a punto de estallar estamos.
Sucede que en un pedazo de tierra
Vivimos hasta mil.
Este panal sin miel, es fabuloso…
Hay que vivirlo para saber que es cierto.
Para saber su historia
Hay que sacarle sangre a un gusano.
Hay que llorar al pie de una ecuestre figura.
Ignorar tanto texto vacío
Escrito con mentiras y tinta y con las patas.
Aquí, en El Salvador, hay que decir las cosas
A corazón partido y con cojones.
Tantos han extraviado la palabra
Que a muchos nos rompe la nostalgia.
Aquí, en El Salvador, siempre estamos peleando
Entre vecinos.
Y del prójimo hablamos,
Por detrás,
Cuando ha dado la vuelta.
Algo nos pasa siempre, algo romántico, dulce,
Cosa que la dejamos para el sueño…
Es una mierda, este San Salvador, pero divino.
Aquí, ¡hasta las piedras hablan, sufren, y se tiran abrazos!
Aquí, en El Salvador, la cosa es para tanto,
Que tenemos que hacer las pequeñeces,
Rodearlas de clamor
Y esperar el vacío.
Para que el mundo sepa dónde estamos situados,
A dónde fuimos capaces de llegar,
Se tiene que morir podrido en pisto,
Pero no vales nada; aunque hayas sido presidente,
O ministro o diputado, no vales nada.
Pero no vales nada, también, si vales mucho.
¡Si vales de verdad!
(No me deja mentir Chico Gaviria.)
Jodida está la cosa.
Pero ahí vamos, con ganas de ser grandes.
Diciendo que somos lo mejor, el paraíso.
¡Qué, carajo! Somos un espejito reflejando lo de los otros.
Nada nos pertenece de verdad.
Todo es prestado, ¡hasta la muerte!
Así es que tenemos que sufrir hallándonos.
Saber nuestra verdad, luego decirla.
Propagarla en ojos o palabras o sonidos, pero decirla.
Sólo así nos tendrán que existimos…
El Salvador me duele.
Tanto me duele, que lo quiero tanto.
Y deseo vivirlo más, darle vuelta,
Transformarlo de veras, ¡porque sí!
Porque se debe transformar.
Como está
Ya no sirve… No ha servido jamás… ¡Perdón!,
Ha servido para algo: Es doloroso.
Aquí en El Salvador, en esta semillita,
Tenemos que llorar
Para que brote el canto, para que salga pleno,
Para que sirva de algo.
Aquí, en El Salvador, tenemos que sacar a relucir
Lo cierto
O seguimos perdidos…
A El Salvador, ¡Por Dios!, yo no niego.
¡Pese al padrastro que es!
No podría negarlo. Él me tiene y lo tengo.
Cuanta vida me gasto, es por él.
¡Por su forma tan rara de ser en este mundo!…
Hoy he visto caer de mis ojos la sombra.
como un viaje cansado;
y dejó mi soledad
cómo ciudad deshabitada de estrellas
y perros que nos ladran;
sin la novia prendida en el recuerdo,
sin el beso primero que nos llenó de asombro,
sin amables señoras que nos dicen:
“—Cómo está, joven, buenos días.—”
Sin éste mundo amargo y cotidiano
que nos duele en el pecho,
como la muerte del pastor de caracoles
que murió sobre la arena
y apareció su viaje desnudo ante el crepúsculo…
¡Dejó pues la sombra, mi soledad vacía…!
Mi soledad vacía.
Tremendamente sola.
sin un grito siquiera.
¡Sin mis huesos!
Sola.
Sin perfume.
¡Como un lirio quebrado en pleno invierno!
Pura.
Como un ángel despierto
sigue mi soledad.
Caricatura
Llegó la hora de la jodarria: compartimos Espacio con Alecus, reconocido caricaturista en El Salvador.
Crónica
El entonces veinteañero era atrevido, serio, profesional y se enfrentó a funcionarios hostiles y a colegas competitivos en una época en la que floreció el periodismo por televisión. Joel no estaba solo.
Foto
La Comisión Nacional de Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos durante el Conflicto Armado Interno de El Salvador fue creada en 2010 mediante decreto ejecutivo emitido durante la administración del expresidente Mauricio Funes.
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