El libro del escritor Eric Lombardo Lemus, premiada recientemente con el Premio XIV Certamen Literario Conmemorativo a los Mártires de la UCA (2021), Cadáveres en el armario es una obra que recopila 13 cuentos, la mayoría ambientados durante la revolución en El Salvador, dándole otro punto de vista a lo que se vivía en esa época.

A pesar de que los cuentos están impregnados de una realidad cruda esta es hermosa a la vez. En ellos se dejan entrever influencias de un realismo mágico, muy al estilo de Juan Rulfo que, incluso Lemus, hace referencia a este autor en uno de ellos. Y esto pasa porque la historia nuestra, la historia de Latinoamérica está llena de estas escenas y personajes, de manera que es difícil no traerlos a la literatura con esa carga mítica, mágica que caracteriza a nuestros pueblos. Como bien lo dice su prologuista: “los cuentos de este maravilloso libro son un viaje al interior de un trauma latinoamericano que aún no ha encontrado ni pausa ni remedio”.

El libro lleva en sí esa historia y vivencia vanguardista del autor, en esa dispersión de tendencias, ya que no hay en él una línea dominante, muchas tendencias se entrelazan y conviven en estos textos, y es esa dispersión de tendencias la que me hace pensar en una narrativa de vanguardia, esa que afronta situaciones políticas, guerras, desigualdades, pobreza y en la que ese lenguaje coloquial y vernáculo en algunos personajes es tan enriquecedor.

Sin duda, las circunstancias históricas del ámbito mundial han marcado la narrativa de Lemus, quien no solo hace referencia a la cruda situación nacional salvadoreña, sino que en una mezcla de realidad y ficción nos trae la gesta heroica del también poeta magnicida Rigoberto López Pérez, en Nicaragua, quien asesinara al dictador Anastasio Somoza, y en cuyo relato nos enteramos de su estadía en San Salvador para planificar dicha acción con amigos salvadoreños. Y yendo un poco más lejos, nos narra situaciones bélicas de salvadoreños en Iraq, en una guerra ajena que, como todo encuentro bélico, solo deja dolor. 

El estilo de crónica de estos cuentos narrados en primera persona nos atrapa desde el principio y es una lectura amena, rítmica y visual, ya que vienen a nuestra mente los escenarios y personajes descritos y nos situamos en la montaña de El Salvador o en la calle oscura de la capital salvadoreña o ya en el Club de Obreros de León, Nicaragua. 

Si usted sabe apreciar una lectura amena, refrescante, nueva y antigua a la vez, con toques de realismo mágico y vanguardia postrevolucionaria, está en el lugar indicado, este libro es merecedor de formar parte de su biblioteca, de tener un espacio en la narrativa  centroamericana actual.