Letras
Ilustración: Luis Galdámez
Venus Ixchel Mejía (Tegucigalpa). Poeta, editora y cantautora. Catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Ganadora del primer lugar en el certamen de narrativa breve: “Julio César Anariba” 2017. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés y al italiano. Entre sus publicaciones están Poesía: Ad Líbitum, Editorial Ixchel, 2012; Venus [in] Victa, Editorial Ixchel, 2016; Manifiesto de la Mujer Lobo, Goblin, 2018. Antologías poéticas: Soles de Media Noche, México, 2014; Women’s poems of protest and resistance, Honduras (2009-2014) Casasola, EEUU, 2014; Chamote, una amalgama de voces poéticas de nuestra América, Punto de encuentro, Argentina, 2015; Voces de América Latina, MediaIsla, EE. UU., 2016, Antología Ladrones del Tiempo, Colombia, 2019. Narrativa: Antología de narradoras hondureñas ANDEH, Paradiso, 2016 y Asilo de pájaros, Malpaso Editores, 2022.
Julio 29, 2022
Hay lobos afuera, hija, lobos que presienten tu piel y tu sangre; lobos que pueden saquear los calendarios tan solo para tocarte. Hay lobos enfurecidos con la frescura de tu vientre, lobos inquietos por el devaneo de tu pelo y el instinto de tu llanto.
Hija, los lobos no tienen descanso, ellos ya no encontrarán la calma mientras el rocío les recuerde el aroma de las niñas. Hay lobos también en las casas, hija, lobos que sonríen mientras hacemos la oración de los alimentos, hija, lobos que salivan cada vez que te sientan en sus piernas para contarte una historia.
Yo también estoy sola
como si declinara junto al monólogo
de Eunice Odio,
pero mi libertad en este cementerio salitre
no estriba en la policromía de la luz
de los espejos.
Ayer tuve tres partos
que me volvieron virgen.
Ayer me tomaron como rehén
y me susurraron:
“No estés triste,
después de haberte matado
el dolor será un carnaval sin
nubes de azúcar”.
Ahora que despierto
sin el recuerdo de haber dormido,
después de la caricia suntuosa
que el destino me pusiera en el pecho,
la soledad se me ha vuelto un escapulario
cada vez que comulgo con el silencio.
Inclino mi rostro,
cierro los ojos,
y con las manos en actitud de plegaria
me masturbo.
Yo, pecadora,
confieso que te he pensado.
He aquí mi cuerpo
maculado por tu ausencia.
Ven, falo amado, no tardes.
Recibe de mi boca el bautismo.
Que tus dorados óleos unjan este vientre
de cítara
que canta tus alabanzas
y que la intensidad de tu penetración
sea del amor la medida.
Hoja
Una hoja tiembla
en la esquina de la memoria,
relata mis horas.
Veo el horizonte
desde la tramoya:
el maniqueísmo de su aura,
el futuro en la sala de espera.
La muerte escucha mis penas
desde su regazo de madre sustituta.
El presente es un enemigo
de pasos embotados.
Ni las bocinas ni los disparos
han enturbiado
este silencio felino entre mis piernas.
Las tardes me han abandonado.
Cogieron la última moneda de luz
de la mesita de noche.
Han pasado
a deuda pública
de la melancolía.
Poesía
Norma Lilian Chamalé Pa’ Atz’an
Rosarlin Hernández
Foto
Nací en Santa Tecla, El Salvador. En aquel año de 1961 las cosas parecían ser mayores, el sol menos agresivo, el verde más brillante. Se escuchaban las grandes orquestas cubanas y caribeñas, los tríos mexicanos y las “Big Bands” del norte.
Cuatro artistas, cuatro lentes, cuatro enfoques en la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente. ¿Los patrones insostenibles de consumo llevan el plantea hacia un cataclismo calculado? El Salvador tampoco escapa a la triple crisis planetaria que acarrea el cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad.
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