Cultura
Escultura de Gavidia hecha por Enrique Salaverría, Biblioteca Nacional Francisco Gavidia.
Luis Alvarenga
Imágenes pertenecientes al Archivo Francisco Gavidia
Digitalizadas por CRAI P. Florentino Idoate, S.J.
Octubre 18, 2024
Uno de los legados del Renacimiento fue el perfil de algunos intelectuales de esa época: los humanistas. Se dice de estos intelectuales, que rescataron la antigua cultura grecolatina para enfrentar una época compleja, que no solamente cultivaban las humanidades clásicas, como la literatura, la gramática y la elocuencia, es decir, el arte de la retórica, sino que también ciertos humanistas cultivaron diversas ramas del saber: de las artes, las ciencias y la política. En este sentido, un nombre paradigmático es el de Leonardo da Vinci. Es indiscutida su herencia como artista, pero sus contribuciones a distintas ciencias de la época son innegables. Sus cuadernos reúnen estudios para sus obras de arte, pero también versan sobre anatomía humana —un terreno tabú en aquella época—. Encontramos en sus páginas planos para inventos adelantadísimos para la época, como los artefactos para volar que el genio diseñó, como resultado de sus estudios científicos y de su gran creatividad.
Este talante de intelectual —el del polímata, la persona que, convencida de que nada humano le es ajeno, explora diversas regiones del conocimiento y de la creación— nos parece una rareza hoy en día. Sin duda, en nuestro país, quien tuvo un perfil propio de un humanista renacentista fue Francisco Gavidia, cuyo fallecimiento tuvo lugar el 24 de septiembre de 1955.
Gavidia fue un ferviente autodidacta con una curiosidad intelectual insaciable y el perfil propio de un humanista renacentista.
Incursionar en el archivo que la familia del escritor puso bajo la custodia de la UCA es abrir las puertas de un taller renacentista. Conocemos la faceta de intelectual letrado de Gavidia. Son menos conocidas, empero, los otros campos artísticos y disciplinarios que el autor de Soteer exploró. Este archivo nos revela, por ejemplo, a un Gavidia amante de la música, que si bien no compuso piezas musicales, como lo señala Ángel Duarte, fue un gran coleccionista de partituras de música clásica e hizo traducciones al español de las letras de algunas piezas.
Sus cuadernos revelan un genio polifacético e inquieto. Cuadernos de las más diversas dimensiones, algunos de ellos de gran formato, alternan apuntes de su puño y letra —con una caligrafía nerviosa, que quizás quería cazar al vuelo las ideas que fluían de su cabeza, una caligrafía difícil de descifrar y que solamente la mirada atenta y acostumbrada a sus meandros y volutas logra hacer inteligible.
Estos cuadernos contienen una buena parte de su obra que quedó inédita. La labor paciente y amorosa de su nieto, José Mata Gavidia, permitió «traducir» los venerables caracteres gavidianos, mecanografiarlos y ordenarlos. Mata Gavidia legó al país, tras décadas de trabajo arduo en el archivo de su abuelo, un proyecto que le llevó varios años, tanto por el volumen del acervo legado por Gavidia, como por la vastedad de temas que ocuparon «los trabajos y los días» del escritor salvadoreño.
Al ver sus cuadernos, da la impresión, a veces, de que las imágenes que pegaba en sus hojas le servían para su propio proceso creativo.
Ferviente autodidacta, Gavidia tenía una curiosidad intelectual insaciable, que se expresa en las notas que tomó sobre filosofía, culturas originarias, educación y otros temas. Algunos de sus cuadernos están llenos de apuntes y de recortes sobre varios temas científicos y artísticos. La suya era una curiosidad enciclopédica. Al ver sus cuadernos, da la impresión, a veces, de que las imágenes que pegaba en sus hojas le servían para su propio proceso creativo, como el caso de un cuaderno donde escribió un poema dedicado al pintor neerlandés Rembrandt. Sus versos aparecen alternados (¿o potenciados?) con imágenes de cuadros del artista. Hace pensar que, de haber tenido Internet en su tiempo, Gavidia hubiera hecho más maravillas de las que hizo; ello, no tanto por la tecnología como tal, sino por el talante intelectual de don Francisco.
El hecho de que Gavidia era un polímata, un hombre del Renacimiento, y que esto se expresara tanto en su obra publicada como en sus cuadernos sobre temas varios, en sus apuntes de clase, en sus anotaciones sobre las cosas que estudiaba, este hecho, repetimos, guarda congruencia con su concepción sobre la literatura y el trabajo intelectual en un país como el nuestro, donde todo estaba por hacer, donde era importante —como Gavidia lo entendía— comenzar una tradición cultural propia, e incursionar, sin complejos, en temas como el arte, la filosofía, la reflexión sobre la política, la creación literaria en ramas donde rara vez se había hecho algún intento.
En el contexto del sexagésimo aniversario de la partida de Gavidia, la UCA organizará una exposición con una muestra de estos interesantes materiales del autor salvadoreño. Será una oportunidad para que las y los salvadoreños del siglo XXI podamos vernos en la obra de alguien que, a través de su variado trabajo intelectual y artístico, quiso darle un rostro a la nación salvadoreña.
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