Memoria
Foto: Laura Flores
Junio 14, 2024
Un centenar de hombres, mujeres y niños dejaron flores sobre el río para recordar a las personas que asesinó el Ejército y a los que desaparecieron durante la masacre del Sumpul de mayo de 1980. En el ritual, los asistentes tocaron el agua, algunos sumergieron sus pies en ella para conectar con quienes fueron asesinados en esta atroz masacre. De esta manera las comunidades mantienen viva la memoria de las víctimas del operativo de tierra arrasada que con participación de la Fuerza Aérea, la Guardia Nacional y la organización paramilitar ORDEN se lanzó contra estos pobladores.
En ese periodo, el gobierno de Estados Unidos apoyaba con dinero, entrenamiento y asesores militares in situ al Ejército de El Salvador. El gobierno de Honduras también se unía a la persecución y a la matanza. ¿Cómo podía un grupo de campesinos habitantes de estos cantones escapar de semejante maquinaria?
Los asistentes a la conmemoración de la masacre de 1980 rodean el Memorial en honor a las víctimas. Colocan agua y otros elementos sagrados en este 44 aniversario de la matanza. Foto: Osmín Jovel
Los operativos de tierra arrasada consistían precisamente en eso: arrasar con las siembras, los animales, destruir las casas, las cosechas y asesinar a los campesinos mismos. El Ejército entraba y comenzaba a «peinar» los cantones. Los pobladores se veían obligados a huir para salvar sus vidas, pero el Ejército de Honduras los esperaba en el cruce del río y «devolvía» a quienes lograban llegar a la otra orilla, según testimonios de sobrevivientes.
El Informe Especial de la señora Procuradora para la Defensa de los Derechos Humanos sobre masacres a la población civil (2005) (https://n9.cl/3gcnat) ofrece como antecedente que, a principios de 1980, el conflicto armado provocó que «un elevado número de campesinos salvadoreños» se refugiara en Honduras, lo que no era bien visto por ninguno de los gobiernos, en especial el salvadoreño, que consideraba que las fuerzas insurgentes utilizaban la zona fronteriza como refugio y base para sus operaciones.
El mismo informe señala que en la segunda quincena de marzo de 1980 las autoridades hondureñas ejercieron presión sobre salvadoreños refugiados en ese país para que volvieran a El Salvador, por lo que dos grupos regresaron en diferentes fechas. El informe ofrece detalles de antes, durante y después del operativo.
«Los operativos antiguerrilleros por parte del gobierno de El Salvador continuaron en la zona. Desde el regreso de los moradores a Las Aradas y antes de la masacre de mayo, efectivos de la Guardia Nacional y de ORDEN, que no tenía impedimento para penetrar en la zona, llegaron dos veces hasta Las Aradas. En ambas oportunidades, los moradores habían huido a territorio hondureño a través del río.
El día 5 de mayo, nueve días antes de la masacre, se reunieron en la frontera jefes militares de Honduras y El Salvador, según la prensa hondureña, con el objetivo de encontrar mecanismos para impedir el ingreso de guerrilleros salvadoreños a Honduras.
Días después, militares hondureños presionaron nuevamente a los refugiados salvadoreños. Un grupo de ellos regresó a Las Aradas.
Cuando una semana después comenzó el operativo que conduciría a la masacre, muchos campesinos fugitivos convergieron en Las Aradas, confiados en que desde allí podrían cruzar el puente “de hamaca” sobre el Río Sumpul, crecido por la estación de lluvias, y ponerse a salvo en territorio hondureño. Esperaban igualmente que los soldados salvadoreños no penetraran en la zona desmilitarizada». Informe Especial de la señora Procuradora para la Defensa de los Derechos Humanos sobre Masacres a la Población Civil (2005), pág. 15.
En 1980, el entonces ministro de defensa, general José Guillermo García y el presidente José Napoleón Duarte negaron que la masacre hubiera ocurrido.
Dos colectivos integrados por sobrevivientes y jóvenes de las comunidades presentan una pieza de danza que narra la masacre y la resiliencia. Foto: Laura Flores
La masacre del río Sumpul de 1980 pudo ser bien documentada gracias a que el periodista chileno Gabriel Sanhuesa Suárez pudo llegar a Las Aradas entrando por el lado hondureño, obtener evidencia gráfica, entrevistar a sobrevivientes y posteriormente hacerlo público (Relato de Gabriel Sanhueza Suárez, periodista chileno sobre la masacre del Río Sumpul, ocurrida el 14 de mayo de 1980).
Según el informe especial de la procuradora antes citado, la primera versión periodística del hecho se dio a conocer el 21 de mayo de 1980 a través de un noticiero de Radio Noticias del Continente que operaba en Costa Rica. Después, el periódico Tiempo divulgó una entrevista con el padre Roberto Yalaga, sacerdote de la diócesis de Santa Rosa de Copán, quien confirmó lo sucedido y, posteriormente, presentó una denuncia formal el 19 de junio de ese año, la cual fue suscrita por los 38 agentes de pastoral de la diócesis.
Ese año, el entonces ministro de defensa, general José Guillermo García y el presidente José Napoleón Duarte negaron que la masacre hubiera ocurrido.
Ahora, cuarenta y cuatro años después, esta y otras masacres continúan sin justicia. La Fundación para el Debido Proceso (FDP) señala como responsables al general José Guillermo García, ministro de la Defensa Nacional; al general Rafael Flores Lima (fallecido), jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Armada; al general Juan Rafael Bustillo, comandante de la Fuerza Aérea; al coronel Francisco Adolfo Castillo, viceministro de Defensa; al coronel Augusto Ricardo Peña Arbaiza, comandante del Destacamento Militar Número 1 y al general Carlos Eugenio Vides Casanova, jefe de la Guardia Nacional. https://www.dplf.org/sites/default/files/7_masacre_en_rio_sumpul_-_el_salvador.pdf
Cada año, la comunidad se reúne a la orilla del río para reflexionar y escuchar a los sobrevivientes. Durante los dos días de la conmemoración se tejió, sin parar, una representación de la resiliencia de las comunidades. Foto izquierda: Paty Silva. Foto derecha: Laura Flores
Durante la conmemoración, Julio Rivera, uno de los sobrevivientes que se unió al relato común de la masacre expresó: «¿Por qué nos perseguían? Simplemente por estar organizados y de manera pacífica, pedir el respeto a nuestros derechos: acceso a la salud y a la educación para todos, acceso a créditos blandos para los agricultores, comida y salarios dignos para los trabajadores en las cortas de café, caña y algodón».
Quítate las sandalias porque el lugar que pisas es sagrado, dice una pancarta de manta colgada en el Parque Memorial, construido recientemente en las cercanías del río. Ahí, la comunidad inauguró una vigilia en la que los sobrevivientes bendijeron con agua del Sumpul el memorial donde están escritos los nombres de las víctimas y los muchos no identificados que perdieron su vida.
En abril de este año finalizó la tercera etapa de exhumaciones en la zona, en la que se busca recuperar restos de víctimas de esta masacre.
En el Sumpul, ya no es solo una, sino dos y hasta tres generaciones las que participan de la conmemoración. En la Red de Teatro que presentó una pieza memorial y de esperanza, hay jóvenes y adultos mayores que danzan y actúan frente a su comunidad.
Sin embargo, después de más de cuatro décadas de la masacre, la comunidad sigue pidiendo justicia. «Con esta falta de voluntad por parte del Estado, cómo se va a hacer justicia. Venimos a sumarnos a esta denuncia, a pedir un aplauso por todas las organizaciones y por la Asociación Sumpul, que es la que ha seguido adelante en esta lucha de 44 años», sostuvo Alejandro Díaz, de Tutela Legal María Julia Hernández.
En abril de este año finalizó la tercera etapa de exhumaciones en la zona, en la que se busca recuperar restos de víctimas de esta masacre. Las exhumaciones estuvieron a cargo de especialistas de la Unidad de Antropología de Medicina Forense de Medicina Legal bajo la supervisión de representantes de la Fiscalía y del órgano Judicial. Sin embargo, ha sido la comunidad la que ha costeado algunos de los gastos.
La comunidad se reúne para realizar un ritual a la orilla del río, desde la cosmovisión ancestral. Este espacio permite «pedir permiso» al río y a los mártires del Sumpul. Foto: Laura Flores
La investigación de este hecho, como tantos otros, no ha tenido mayores avances. Durante la conmemoración, la comunidad hizo un llamado al Juzgado de Paz del municipio de Ojo de Agua, al Juzgado de Primera Instancia de Chalatenango, a la Fiscalía General de la República (FGR) y a la Corte Suprema de Justicia para que se avance en este proceso.
«Hay ya pruebas de todo tipo en el proceso y que debe pasarse a otras etapas que sean más efectivas para hacerle justicia a las víctimas», sostiene Alejandro Díaz, abogado de Tutela Legal.
* Periodistas.
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