Opinión
Ilustración: Luis Galdámez
Septiembre 20, 2024
El primer día de la ofensiva final, en la guerra civil salvadoreña, Guadalupe tenía sangre en las piernas. No estaba herida, estaba menstruando. Era parte de las filas de la guerrilla que, para esos días, tenía la misión de llevar aquella guerra a su punto más alto. A Guadalupe le tocó en las montañas.
El rostro de la guerrilla a veces es el de un hombre, normalmente muy jóven, y unas que otras veces, es de mujeres, también bastante jóvenes. Aunque este escenario les permitió a algunas tomar pequeños espacios de poder, lo cierto es que las expuso también a violencia de género, desde el acoso hasta la violación. Al mismo tiempo, vivieron otras pequeñas violencias, condiciones difíciles, porque sus cuerpos tenían otras necesidades. Unas que no tenían los hombres.
Guadalupe se hizo combatiente cuando tenía 14 años. Para entonces, ya había tenido su primera menstruación. Los siguientes meses, entonces, tendría que sangrar en el monte. La sangre que había en sus piernas durante la ofensiva, provenía de una menstruación que ella recuerda como «torrencial».
«Yo había tenido a mi hija en julio y la ofensiva fue el 10 de noviembre. Cabal el día que comenzó la ofensiva me vino la regla. Logré conseguir toallas sanitarias, pero era una regla terrible, quizás de los nervios, del estrés que implicaba el conflicto, era espantosa. Y como no podíamos bañarnos, ni descansar», recuerda.
Con humor dice que sus compañeros, en ciertos momentos de tensión, llegaron a pensar que estaba herida. «Los compas que de repente me veían, me preguntaban si me habían herido. ¿Compa, está herida?, me decían. Porque anduve toda manchada de sangre hasta las piernas, como unos tres o cuatro días, hasta que pude cambiarme, lavar mi pantalón. Aquella regla era torrencial», dice.
Muchas enfrentaban malestares, dolores y sangrados fuertes, y eran sometidas a las mismas tareas pesadas que el resto de sus compañeros y compañeras.
Este fue un día de muchos, como le ocurrió a otras mujeres. Guadalupe cuenta que en los primeros años de la guerra, del 81 al 84, no habían toallas sanitarias. «Las mujeres se rebuscaban por protegerse usando trapos o no usando, pero sí era complicado. En el 85 ya les compraban toallas sanitarias. Uno tenía que pedir lo que necesitaba, como cepillo de dientes, pasta dental, ropa interior», cuenta.
Lo que no cambió para ellas, es que muchas enfrentaban malestares, dolores y sangrados fuertes, y eran sometidas a las mismas tareas pesadas que el resto de sus compañeros y compañeras. «Eso no le importaba a nadie, solo a vos que andabas con el asunto. Te trataban por igual, ibas a tareas, hacías todas las actividades, como los hombres, no había distinción. Como es costumbre, vos tenías que resolver ese problema. Si yo tenía dolor y tenías que caminar dos noches y cargar 50 libras las tenías que cargar. Sufrías violencia porque te decían que andabas sensible porque ya te iba a venir la regla, por tener una condición hormonal diferente. Sos señalada por estar sensibles, entristecernos, enojarnos», dice Guadalupe.
Menstruar en plena guerra era difícil. Cuando había operativos, la guerrilla pasaba semanas, incluso meses sin tener contacto con población civil. A veces, sin tener acceso a fuentes de agua suficientes para bañarse, pues cuando entraba el ejército, dice Guadalupe, lo primero que se tomaban eran las fuentes de agua.
Actualmente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que el derecho a una menstruación digna tiene que ver también con el derecho a la salud, al agua, al saneamiento. De acuerdo con datos de 2022 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), una de cada 10 niñas abandona la escuela por falta de acceso a productos de higiene menstrual. En el caso salvadoreño, el costo de estos implementos oscila en alrededor de $175. Puede encontrar más información en La salud e higiene menstrual (unicef.org)
Guadalupe, a partir de la firma de los Acuerdos de Paz se ha desenvuelto como una activista social y feminista que ahora nombra con claridad los derechos que les fueron negados durante la guerra y hasta la fecha.
* Periodista salvadoreña
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