Opinión

Foto: Pagina oficial de G.Petro

Colombia: sopla vientos de vida

Despertar, revisar las noticias, y reconfirmar que es verdad, produce una profunda alegría. Nunca en la vida había sentido lo que sentí el día que Colombia eligió a un presidente de izquierda, por primera vez.

Gloria L. Gómez Ochoa*

Julio 1, 2022

Hicimos cábalas toda la semana, nos desilusionamos en algunos momentos, dudamos, pero teníamos la convicción de que lo lograríamos. Era ahora o nunca. Cuando hablo en plural, hablo de todas aquellas personas que, sin participar en una campaña sino por el mero convencimiento de que Colombia necesita un cambio, le hicimos fuerza a este proyecto de país, y sin que nadie nos haya ofrecido nada buscamos votos y convencimos con argumentos a quienes quisieron escucharlos.

Desde 2010, cuando conocí a Gustavo Petro, en su primer intento de llegar a la Presidencia, me convenció con su discurso, con su brillante inteligencia, con sus ideas, con su programa de gobierno, y desde siempre pensé que este era el presidente, el estadista, que se merecía mi país.

He tenido la certeza que esta derecha recalcitrante, tan infame que siempre lanza la piedra para culpar a otros, la clasista, excluyente, que desprecia al pobre y lo culpa de su propia pobreza, la racista capaz de burlarse, cómo lo hizo en esta campaña de una mujer negra (nuestra actual vicepresidenta electa), la de dirigentes misóginos que solo utilizan la palabra mujer por conveniencia política, la acaparadora de tierras, que para conseguirlas han hecho de todo, hasta matar; tenía que terminar.

Tengo la confianza de que podremos vivir una historia distinta, alejada de unas ideas enquistadas y conservadoras, que tanto mal le han hecho, durante 200 años de vida republicana y feudal, a este país.

Este es un país que ha visto correr mares de sangre, más que toda la de Latinoamérica junta.

Un país con una dirigencia perversa, que para mantenerse en el poder, quiso hacer trizas el Acuerdo de Paz, el mismo que uno de los suyos, pero por suerte más progresista, le abrió la puerta a la reconciliación, el ex presidente y Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos.

Sabían que acabada la amenaza guerrillera se quedaban sin argumentos. Por eso Duque se hizo el de la vista gorda y no los implementó ni los puso en marcha.

Es cierto, la historia de la izquierda en Latinoamérica no ha sido la más exitosa, solo en Uruguay y en Brasil, pese a toda la persecución que Lula ha tenido.

Sin embargo, Petro es hoy la esperanza del continente de una izquierda moderada y progresista.

Colombia ha vivido una guerra sangrienta. Ningún país Latinoamericano ha vivido por más de 60 años continuos el desangre de un conflicto armado que ha dejado más de 7.752.964 desplazados, entre 1985 y 2018, de acuerdo con el informe final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición (CEV) entregado al país este 28 de junio.

Soy de una generación que soñó con un mundo igualitario, que se erizó cantando El pueblo unido jamás será vencido y La Internacional a grito herido. Así mismo, me ericé el 19 de junio, al ver que por fin vientos de liberalismo progresista, de la tan anhelada social democracia, soplan en este país tan desigual como ninguno otro en el mundo, y esto da esperanza.

El narcotráfico, la corrupción y una implacable oposición seguirán socavando  el nombre, y ahora la gestión del nuevo presidente. Somos uno de los países más corruptos del “MUNDO MUNDIAL”. Y pese a ello, con una economía muy sólida en el hemisferio.

No será fácil, y tampoco será en cuatro años.  Este apenas es el comienzo de un camino de justicia social, respeto por el medio ambiente, por la vida y la paz.

La vida me ha dado la oportunidad de ver que es posible hacer realidad los sueños de un mundo distinto, y que los ideales de igualdad son alcanzables, en medio de tantas injusticias.

* Periodista colombiana

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