Tirso Canales, el poeta de trato agradable, verbo reposado al hablar, pero incendiario al escribir. Estaba muy convencido y consecuente con sus ideas. En la vida he conocido pocos seres humanos tan solidarios y generosos como él. Se podría decir que fue un verdadero comunista, no solo por sus ideas, sino por su empatía con los necesitados, los perseguidos, sin importarle sus diferencias ideológicas, era aquel amigo que uno sabía que estaría allí cuando lo necesitara.

Lo conocí a principios de los 70, cuando participé como artista en ciernes, con la UES, en la Reforma Universitaria más completa y audaz de Latinoamérica. Yo iba a impartir una clase de teatro a una marginal, aunque nunca me imaginé que eso sería un peligro para el poder. Aquel experimento de universitarios al servicio de la comunidad, fue abortado con la intervención del Ejército; las autoridades universitarias en pleno, fueran expulsadas del país.

Su producción literaria se enmarca en la Generación Comprometida, con Ítalo López Vallecillos, Roque Dalton, Álvaro Menen Desleal, Manlio Argueta y otros. Las imágenes de sus poemas y cuentos, aunque concretas y realistas, trascienden lo ideológico y programático y ascienden a lo humano. El cuento “La línea recta era un sueño” es de una estructura magistral, una descripción del golfo de Fonseca y el escape del grupo de perseguidos políticos, tan vívida, que solo puede ser escrita por aquél que ha padecido en carne propia la persecución por sus ideas.

Fue director de la Editorial Universitaria y fundador de varias editoriales más, en los días en que la represión obligaba a imprimir libros en la clandestinidad. De un momento a otro, los guardias nacionales llegaban y confiscaban las máquinas y expulsaban del país a los editores. El dictador Anastasio Somoza los recibía en Nicaragua. De un episodio de esos es que nace el cuento que ya comenté, su escape por el golfo, buscando el regreso a su tierra.

Ahora, Tirso se subió a la barca, pero de Caronte y navegó hacia el infinito. Nos ha dejado un hermoso legado, con su pluma y su ejemplo de un hombre bueno.