Opinión

Ilustración: Astro
El ascenso de las nuevas derechas radicales
Guillermo Mejía*
La ultraderecha, libertaria y anarcocapitalista, viene conquistando espacios políticos y de ejercicio del poder a nivel global, lo que ha movido a muchos pensadores a replantearse las acciones políticas que urgen desde posturas críticas, para contener lo que podría convertirse en un panorama oscuro para la sociedad.
Uno de esos pensadores es el profesor de filosofía, escritor y periodista español Rafael Narbona, columnista de diversos medios de comunicación y autor de El sueño de Ares (2015), quince relatos que abarcan momentos claves del siglo pasado, y Maestros de la felicidad (2023), un recorrido por la historia de la filosofía.
Narbona ha llamado la atención sobre las perspectivas de éxito electoral del expresidente Donald Trump, en Estados Unidos, y el posible arribo al poder de Jordan Bardella, candidato de la ultraderecha francesa, que «situaría al mundo en una encrucijada similar a la de las primeras décadas del pasado siglo XX, cuando el populismo nacionalista aprovechó las urnas para hacerse con el poder y destruir la democracia desde adentro». Si bien el caso de Trump está por verse, el de Bardella se frustró por el gane electoral de una coalición de izquierda y el partido oficial franceses en las elecciones del 7 de julio. Sin embargo, la presencia de la ultraderecha es un hecho y su incidencia es cada vez mayor en la política francesa y europea.
Según el autor, las ideas antidemocráticas cada vez circulan con más fluidez, logrando apoyos masivos, a la vez que se demandan líderes autoritarios capaces de adoptar decisiones al margen de los parlamentos, se antepone la seguridad a la libertad, se contempla con hostilidad al extranjero, se desconfía de la diversidad y el pluralismo, se apela a los valores tradicionales.
De hecho, las figuras icónicas controversiales citadas nos recuerdan lo que pasa en nuestra región latinoamericana con los casos de Nayib Bukele, en El Salvador; Jair Bolsonaro, en Brasil; Javier Milei, en Argentina; Daniel Noboa, en Ecuador; José Raúl Mulino, en Panamá; entre otras figuras políticas.
Nos dice Narbona que «La nueva derecha, muy alejada del razonable conservadurismo de Raymond Aron, Tocqueville o Isaiah Berlin, ha resucitado la dialéctica del amigo/enemigo del jurista nazi Carl Schmitt, según la cual la identidad de una nación se forja por su oposición a otras culturas e ideologías. En el presente, pervive la beligerancia contra el liberalismo y la socialdemocracia, pero esta vez el odio no se dirige al judío, sino al inmigrante, principalmente al musulmán (…)».
El crecimiento de la ultraderecha en el mundo actual, también hay que atribuirlo a la popularidad de sus valores entre la clase media y la clase trabajadora.
«El ultraliberalismo no es una versión actualizada del liberalismo, una corriente fructífera que parte de John Locke, Immanuel Kant, Bentham y Stuart Mill, sino mero darwinismo social, una ideología inhumana que sirvió de fundamento a la biopolítica nazi», agrega el intelectual español que ha recibido críticas y amenazas ante su postura política.
Según Narbona, si bien se considera que la manipulación mediática ha logrado el crecimiento de la ultraderecha en el mundo actual, también hay que atribuirlo a la popularidad de sus valores entre la clase media y la clase trabajadora: «Cada vez hay más votantes que se identifican con el discurso nacionalista, xenófobo, misógino, homófogo, belicista y aporofóbico».
Y agrega: «Los valores de la izquierda suscitan rechazo en sectores muy amplios de la población. Los hombres, especialmente los más jóvenes, se sienten amenazados por el éxito de las mujeres y las reivindicaciones feministas. Los nativos perciben la inmigración como una invasión, sobre todo en los barrios de la periferia. La visibilidad de las personas LGTBI incomoda a muchos heterosexuales. La pobreza, lejos de estimular la solidaridad, genera malestar y desdén. Se ha interiorizado la idea calvinista de que el éxito es sinónimo de excelencia, y el fracaso, una prueba inequívoca de molicie y mediocridad. Se habla de restablecer el servicio militar y se piden fronteras más impenetrables. El retroceso de la cultura en todos los frentes ha favorecido este giro hacia posiciones reaccionarias».
Lamenta Narbona que, en las ferias del libro, los autores que más venden son presentadores de televisión, youtubers e influencers, mientras que la figura del escritor comprometido casi ha desaparecido. A la vez, muchos ciudadanos votan a opciones políticas que les perjudican porque se identifican con su discurso de odio. No importa que la ultraderecha congele los salarios y las pensiones o recorte los presupuestos de la sanidad y la escuela públicas.
Los que sueñan con un «Bukele europeo»
«Muchos sueñan con un Bukele europeo. Solo eso explica el ascenso de figuras como Alvise, partidario de crear macrocárceles, o la impunidad de Ayuso, que dejó morir a 7 291 ancianos y con un entorno salpicado por la corrupción. Los jueces, un cuerpo ultraconservador, y ciertos sectores del ejército y la policía, con una ideología poco afín a la libertad, el pluralismo y la tolerancia, aportan el margen de seguridad que necesitan los líderes de la ultraderecha para cometer sus fechorías», señala Narbona.
«¿Volverán las hogueras de libros? ¿Regresará el temor a perder derechos y libertades por ser diferentes? No lo consintamos». Rafael Narbona.
«El mundo está girando hacia el fascismo y cada vez parece más difícil frenar esta peligrosa deriva histórica. Pienso que el mundo sería mejor si se leyera más a autores como Bertrand Russell, Blas de Otero o Albert Camus y no se perdiera el tiempo con vídeos cortos de 20 segundos, saturados de estupidez y mal gusto», concluye el autor español.
Por otro lado, frente a los ataques y amenazas que se formulan a los críticos —él ha sido blanco directo— Narbona llama a «… seguir escribiendo sin miedo, no retroceder una pulgada, expresar sus convicciones con determinación y sin titubeos, comprometerse aún más. Yo seguiré en la misma línea, pero confieso que estoy consternado con lo que está sucediendo».
«El totalitarismo pardo podría volver a apoderarse de Europa en un futuro no muy lejano y algo similar podría acontecer en Estados Unidos. ¿Volverán las hogueras de libros? ¿Regresará el temor a perder derechos y libertades por ser diferentes? No lo consintamos. La ultraderecha vocifera y amenaza. No hay que responder en los mismos términos, sino con argumentos y serenidad. Frente al odio, solidaridad, compromiso y coraje», afirma el intelectual español.
Como contexto, nos recuerda el historiador y editor argentino Pablo Stefanoni que en la actualidad en América Latina —como en otros lugares del mundo— la agenda se ha venido desplazando hacia la cuestión de la seguridad y la economía, lo que ha debilitado las agendas de la izquierda. La derecha también sufre la presión de las nuevas derechas radicales.
«Ninguno de los líderes de la región se propone hoy acaudillar un proceso de integración regional para salir del impasse, y todos ellos se enfrentan a electorados más esquivos y horizontes políticos más cortos. La región ha pasado de la voluntad constituyente de los primeros años 2000 a dinámicas destituyentes y a una profundización de la crisis de representación», advierte Stefanoni.
* Periodista
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