Cultura
De izquierda a derecha: Silvia Matus, Alberto López Serrano (asistente), Eva Ortiz, Anna Amaya, Manuel Barrera, César Merlos (guitarrista), René Ricardo González (cantautor), Jorge Haguilar, Teresa del Bosque, Guadalupe Orellana (actriz).
¡Arrancó el Poetón!
Texto: Raquel Kanorroel*
Fotos: Cortesía de Eva Ortiz
«Los poetas tienen cien veces mejor sentido que los filósofos.
Buscando la belleza encuentran más verdad que ellos».
Joseph Joubert (1754-1824) Ensayista y moralista francés.
Sin previo aviso, dos mujeres vestidas con camisas negras, lentes obscuros, y gorra entraron corriendo al concurrido salón de la Pinacoteca de la UES el pasado jueves 3 de octubre por la tarde y, rápidamente, al llegar frente del público, gritaron la consigna: «Por la Poesía digamos ¡presente!», mientras extendían entre ambas una manta con dicho lema impreso.
Con esta pequeña pero impactante actuación que se llevó a cabo al inicio de la Primera Jornada del Poetón —llamado precisamente así, «Por la Poesía digamos ¡Presente!»—, la actriz Guadalupe Orellana y la poetisa Eva Ortiz (organizadora del evento) hicieron remembranza de los tiempos de guerra, cuando se realizaban marchas y las personas que participaban en ellas tenían que camuflajearse, dado el carácter insurreccional de tales marchas.
Y, entonces como ahora, también «la poesía era vista como una palabra de peligro», señala Ortiz.
Como mencionamos en la nota del 6 de septiembre, ¿Quieres un Poetón?, Eva venía desde hace algún tiempo invitando en sus redes y a viva voz a todos sus colegas en el arte de conmover el corazón y conmocionar la mente: «¡Quiero ver a esos poetas, esos músicos, esos pintores, esos bailarines, esos teatreros que me quieran acompañar!». Esto es, a todos los artistas conscientes de la urgencia actual de unificar esfuerzos a fin de crear la nueva resistencia a la que la realidad actual está convocando.
Resistencia no violenta, pero no por ello menos poderosa, según decíamos entonces y reiteramos ahora. De modo que el Poetón no surgió el jueves 3 del corriente para quedarse como un evento aislado e intrascendente, sino para ser el punto de partida de un movimiento artístico cultural efectivo y permanente.
Desarrollo del evento con los primeros «doce apóstoles poéticos»
Luego de la actuación introductoria, el licenciado Carlos Godoy, de la Secretaría de Arte y Cultura de la Universidad Nacional, dio las palabras de bienvenida. Acto seguido, Eva Ortiz agradeció el espacio brindado por dicha Secretaría, explicó brevemente el performance realizado por Orellana y ella misma y enfatizó el doble objetivo del Poetón:
Por un lado —y como ya se mencionó arriba— crear unidad entre los poetas y artistas y, por el otro, acercar la poesía y el arte a todas las personas.
Posteriormente, la organizadora llamó a los poetas a tomar asiento en la mesa principal. El formato del evento consistió en dos rondas de poesía, en medio de las cuales se disfrutó de la música y el canto. César Merlos, con la guitarra, acompañó al poeta Jorge Haguilar, quien cantó Yo vengo a ofrecer mi corazón, de Fito Páez, y Soy pan, soy paz, de Piero; mientras que el cantautor René Ricardo González tocó su guitarra para cantar dos piezas de su autoría, Vivir sin piel y Quédate, y otra con la letra de un poema de Edenilson Rivera Arévalo, Tu espalda.
La música y la pintura engalanaron el evento poético. En la imagen, César Merlos.
En un futuro no muy lejano será una legión de poetas la que participe, no sólo en la capital, sino en Poetones a lo largo y ancho del país.
Los poetas participantes fueron Teresa del Bosque, Silvia Matus, Amapola Sibrián, Jorge Canales, Dorotea Dalton, Víctor Acevedo, Anna Anaya, Martha Arias, Jorge Haguilar, Wally Romero, Manuel Barrera y, claro está, Eva Ortiz. Los asistentes fueron más de 50 personas, entre ellos, varios estudiantes universitarios.
Aunque Ortiz soñaba con reunir a 80 poetas como mínimo desde el principio, está sumamente satisfecha con los «doce apóstoles poéticos» que han iniciado este esfuerzo, realizado con un mínimo de recursos y una gran voluntad; poetas dispuestos a llevar su arte al pueblo para nutrir la sensibilidad e incentivar el pensamiento crítico de las nuevas generaciones.
Seguramente, en un futuro no muy lejano, será una legión de poetas la que participe, no sólo en la capital, sino en Poetones a lo largo y ancho del país.
¿De qué hablaron los poetas?
Como siempre, de todo: del amor, la muerte, la guerra, la patria, la injusticia, la lucha, la esperanza, la incertidumbre, el pasado, el presente, el futuro…
Para citar algunos ejemplos, Eva Ortiz, declaró en Textura que «Mi bandera / es una venda / una sutura. / Está zurcida con mi ADN / y no se iza / cuando la patria sangra».
Manuel Barrera habló de nuestra historia a través de La menstruación de Prudencia Ayala, haciendo decir a la valiente patriota salvadoreña de antaño que «(m)i brujería de chicha y blasones mestizos pudo haber envenenado al genocida del 32, pues me invitaba a tomar café mezcladas con aguas azules y verdes; / mientras tanto que se muriera la patria de tisis y disentería. / Nunca acepté. / Sí, yo limpié esta mi sangre manada de mis válvulas cariñosas / con la bandera de mi patria».
Por su parte, Dorotea Dalton, hablando siempre de la Patria, pero en el presente, hace una denuncia, ya que aquí «(…) la felicidad no es más / que un lavado de cerebros / Y el fango, un paraíso terrenal, donde las cadenas no se oxidan porque son de oro / Y las ratas eligen gatos, / para que las gobiernen / Y la ignorancia baila el son que le toquen. / En el paraíso de los dioses, / dueños de tu sonrisa y de tus pasos / atados a los hilos titiriteros (…)».
Y, siempre en la línea de la denuncia, pero aludiendo específicamente a la incertidumbre generada por el actual régimen de excepción, Wally Romero nos dice en Catorce abriles locos que «los buenos días pasan a ser buenas tardes y de pronto desaparecen, te dejan en visto en WhatsApp y no sabes por qué.
Carlos Santos, hoy. Actualmente se dedica al estudio de los derechos humanos de los pueblos originarios americanos en Canadá. | Foto: Cortesía Carlos Santos
¿Qué es lo que sucede? De pronto los buenos días van desapareciendo y desapareciendo y desapareciendo. De pronto, esos buenos días se convierten en una notificación, y es una notificación donde aparecen en el Penal de Izalco después de las cinco de la tarde (…)».
… entre nutridos aplausos y rodeados de bellas obras pictóricas, estos doce poetas iniciaron un proceso de transformación cultural lenta, pero potente e indetenible.
Martha Arias nos cuestiona directamente y nos dice Suponete «(…) que no hay tiempo de nada, que te van a despojar de todo, / te van a desalojar… / Tenés que salir, / ¿y adónde irías? (…) / Suponete pues que sos vos / el amolado / el afectado / ¡¿verdad que duele, / verdad que se encoge el corazón sólo al pensarlo?!»
Anna Amaya llamó a todos a prestar atención y a escuchar El grito: «Un grito cae, / arrancado de un lugar sin nombre / y origen, está bajo mis sueños / y viene de la garganta de todas, / todos los muertos caídos, / en la guerra, en la pandemia / y en el crimen común y organizado / Grito que callaron muchos y que / ahora resurge en las noches largas / de su apocalipsis invisible».
En Sientes, Silvia Matus habla a la mujer de la época del apogeo de las luchas feministas, «(s)esentera o setentera», recordándole que «(e)res sobreviviente de nefastos dictadores / democracias sospechosas / malos maridos o pésimos amantes. / Ahora siéntete libre y gozosa / con hijos o sin ellos / con canas o con tinte / con ganas o desgano / y recuerda siempre para acompañarte / el canto de las viejas brujas: / “Viejo, viejo es el mar y también ruge / Las galaxias centenarias y brillan en el espacio / con sus luces / con sus luces / con sus luces”».
Víctor Acevedo optó por cantarle en tono erótico a la mujer amada en Fragancia: «Cuando tus manos tocaron el polen de las flores / mil avispas furiosas e inquietas / sucumbieron dentro del calor nostálgico / dentro del perfume callado de tu piel blanca / sol hambriento despojando el polen de las rosas / piedras esculpidas / en los tibios paredones del silencio (…)».
Jorge Haguilar canta acompañado por César Merlos. La poesía y la música se enlazan naturalmente.
En Juegos de niños, Jorge Haguilar se lamenta sobre un amor fallido: «Una chica juega “mica” conmigo, / se esquiva, se escurre, huye; / a veces juega “escondelero”, / me priva de sus ojos y su voz se confunde / con los cencerros del viento (…) / Lo que ella no sabe, / es que yo no quería juegos de niños, / yo sólo quería arrullarla en mis brazos».
Y Teresa del Bosque habló de la ineludible pero siempre evadida Parca en Canto a la muerte: «La muerte es otra madre / la más cruel / la que no perdona / la que no te muestra su enigma / hasta que se apaga el sol».
Así, «sin hacer la gran bulla», pero entre nutridos aplausos y rodeados de bellas obras pictóricas, estos doce poetas que no dejan de creer «que las palabras y las poesías sí pueden cambiar al mundo» —como dijera el bardo estadounidense Walt Whitman—, iniciaron el pasado jueves 3 de octubre un proceso de transformación cultural lenta, pero potente e indetenible.
* Escritora, periodista, pintora y dibujante. Autora del libro Raíces sumergidas, alas desplegadas (2014). Mención honorífica en el III Concurso Internacional de Microrrelatos Jorge Juan y Santacilia, con sede en Novelda, España (2016).
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