Crónica
Una de las obras más modernas que diseñaron los Katstaller Schott fue el edificio administrativo del Puerto de Acajutla, en Sonsonate. | Archivo familiar Katstaller Schott
Katstaller y Schott: El matrimonio que ayudó a construir El Salvador moderno
Juan Carlos Mejía
Luego de leer un artículo en una revista alemana sobre dos ministros que buscaban reconstruir los pueblos de Chinameca y Jucuapa, en El Salvador, Karl y Ehrentraut Katstaller Schott vinieron desde Austria y se instalaron en suelo salvadoreño para diseñar y edificar más de 130 obras, entre las que destacan decenas de alcaldías, escuelas, mercados y hasta el estadio Óscar Quiteño, de Santa Ana.
En 1952, cuando Europa aún se levantaba y se recuperaba del oscuro capítulo que significó la Segunda Guerra Mundial, una pareja de esposos arquitectos, Karl Katstaller y Ehrentraut Katstaller Schott, emprendieron un viaje hacia la pequeña nación de El Salvador, sin imaginar que, con el tiempo, se convertiría en su lugar de residencia permanente y en la tierra donde sus obras arquitectónicas iban a proliferar, por montones.
Hoy, 70 años después de ese viaje, y 100 años después desde el nacimiento de Ehrentraut, el reconocimiento a sus obras por fin ha visto la luz en un vistoso libro publicado por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA, bajo su sello Publicaciones Académicas UCA, y el cual es el fruto de más de diez años de investigación y recopilación de material suficiente, todo para evidenciar el aporte que esta pareja de austríacos hizo a la infraestructura pública del país en el siglo pasado.
Karl y Ehrentraut Katstaller Schott, frente al Pabellón de Alemania en la Feria Internacional en San Salvador. | Imagen del archivo familiar Katstaller Schott con procesamiento digital del DOE/UCA.
La cantidad de obras que los Katstalles Schott diseñaron es tan amplia y tan diversa que casi todos los salvadoreños —o la mayoría— seguramente la han conocido, aunque sin sospechar que fueron ellos quienes las construyeron, algo que pudieron lograr luego de trabajar por algunos años en la Dirección de Urbanismo y Arquitectura (DUA) del Ministerio de Obras Públicas de aquel entonces, una institución a la que llegaron a trabajar luego de ver un pequeño artículo publicado en una revista de ingeniería en Frankfurt, Alemania, en el cual podía leerse que dos ministros salvadoreños habían llegado a Europa en busca de arquitectos que quisieran tomar el proyecto de reconstrucción de dos pueblos: Chinameca y Jucuapa, en el oriente salvadoreño.
Así lo contó la propia Ehrentraut en una entrevista que brindó en 2012 a las también arquitectas Sofía Rivera y Sandra Gutiérrez, y la cual aparece publicada en la edición N.º 150 de la revista académica Realidad, publicada por la UCA en 2017 (bit.ly/41p3liE), y en la que también relata que el motivo por el que era necesario reconstruir estos pueblos era que ambos habían sido gravemente afectados por los terremotos ocurridos en 1951 en esa zona.
Este fue el inicio de la gran contribución que el matrimonio austríaco hizo a la infraestructura nacional pues, según Ehrentraut, laboraron en el MOP hasta 1958 ella y hasta 1961 su esposo, años que fueron suficientes para diseñar obras muy diversas: desde mercados municipales hasta escuelas públicas, alcaldías, estadios deportivos, edificios gubernamentales e incluso la antigua Biblioteca Nacional, destruida por el terremoto del 10 de octubre de 1986.
La antigua Biblioteca Nacional, destruida en el terremoto de 1986, también fue diseñada por los arquitectos austríacos. | Imagen tomada de la revista Realidad, edición N.º 150, 2017.
Según el libro publicado por la UCA, y que se titula Katstaller Schott Trayectoria Arquitectónica, existen registros de hasta 137 obras arquitectónicas —entre públicas y privadas— diseñadas por la pareja de arquitectos a lo largo y ancho del país y, aunque muchas de estas edificaciones ya no existen, muchas siguen en pie, tales como el Estadio Óscar Quiteño, en Santa Ana, o la Capitanía del Puerto de Acajutla, en Sonsonate, por ejemplo.
«Cuando había que hacer el diseño para un mercado en un pueblo, nos íbamos al pueblo a ver primero el lugar, dónde estaría el mercado, platicábamos con la gente. Vimos que las damas de edad estaban sentadas con su canasto en el piso y esto, francamente, no nos gustaba mucho, porque en el piso tropezaba la gente que caminaba. Preparamos unas mesitas hechas de concreto, donde podrían poner las canastas. Lo que hicimos, la mayor parte de concreto también, fueron las cocinas», recordaba la arquitecta en 2012, a la vez que recalcaba que «conocimos el país por todos los rincones, porque siempre donde había que hacer un proyecto, nosotros íbamos a conocer el lugar».
El hecho de que las obras del matrimonio austríaco se centraran tanto en la infraestructura pública es algo que no pasa desapercibido para la comunidad de arquitectos en la actualidad, pues según Carlos Ferrufino, académico e investigador del Departamento de Organización del Espacio de la UCA, y quien está detrás de la publicación del libro, algo que vale la pena resaltar es cómo Karl y Ehrentraut supieron adaptar las corrientes arquitectónicas europeas de la época a la realidad salvadoreña.
Karl y Ehrentraut lograron adaptar el estilo europeo a las condiciones salvadoreñas a la hora de diseñar edificios de uso público. Imagen del Mercado San Ángel, Sonsonate. | Archivo familiar Katstaller Schott
«El aporte más importante de los Katstaller Schott es el hecho de haber traído de Europa directamente, y a mediados del siglo XX, el lenguaje de la arquitectura moderna a El Salvador y haberlo no simplemente importado, sino que adaptado y transformado justamente para que fuera más adecuado a las condiciones del país, tanto en términos climáticos, por ser un país tropical, como en términos tecnológicos, porque El Salvador de aquella época —o incluso en el de ahora— no se construía de la misma manera, es decir, no estaban disponibles los mismos materiales que en Europa o en otras lugares del mundo», explica Ferrufino.
En este sentido, el académico de la UCA también sostiene que los Katstaller Schott «tuvieron una incidencia importante en la manera de diseñar edificios en El Salvador», pero también explica que esto se debe a que, además de trabajar en la DUA, ambos fueron profesores en la Universidad de El Salvador (UES) y, de hecho, Ehrentraut se convirtió, tras su llegada y posterior titulación en la UES, en la primera mujer arquitecta dentro de la carrera de Arquitectura de dicha universidad y la primera en ejercer esa profesión en el territorio salvadoreño.
Algunas obras diseñadas por Karl y Ehrentraut Schott |
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Mercados | Escuelas | Alcaldías |
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Apastepeque, Tecoluca, San Vicente, Jiquilisco, Ciudad Barrios, Apopa, Coatepeque, Santa Ana, Usulután, San Martín, Jayaque, San Pedro Nonualco, Ciudad Arce, Metapán, etc. | Jucuapa, Apopa, Zacatecoluca, San Francisco Gotera, Mejicanos, Cojutepeque, Chinameca, San Sebastián, Chalatenango, Santo Tomás, etc. | Jutiapa, Nahuizalco, Ilopango, Cuscatancingo, Apopa, Quelepa, San Luis la Herradura, Colón, Nejapa, San Juan Tepezontes, La Unión, Huizúcar, Ataco, Apaneca, etc. |
Una obra alejada de la élite
Algo que reconoce Ferrufino es que, con frecuencia, la arquitectura es vista como una práctica elitista, sin embargo, añade que «hay que recordar que Karl y Ehrentraut vinieron a El Salvador a trabajar en la obra pública y que la mayoría de sus obras son, entonces, escuelas públicas, mercados, alcaldías u oficinas del Estado», por lo que, al final de cuentas, la infraestructura que ayudaron a construir fue, principalmente, dirigida hacia la población en general.
Esto puede constatarse en el libro mismo, el cual enlista las obras conocidas que diseñaron los esposos Katstaller Schott, entre las cuales pueden contarse hasta 15 centros educativos en casi todos los departamentos del país, 20 mercados municipales, y hasta 34 alcaldías en todo el país, sin contar otros espacios como la Escuela Nacional de Agricultura (ENA), varios edificios dentro de la propia UES, un cine en La Unión, una terminal de buses en Sonsonate y parte del Hospital General de Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).
Debido a esto, el jefe del Departamento de Filosofía de la UCA, y autor del prólogo del libro, Ricardo Roque Baldovinos, considera que además de la importancia del trabajo de los Katstaller Schott por la cantidad de escuelas que construyeron, también sobresale la estética, pues supieron fusionar el estilo europeo con las condiciones de El Salvador. «Gracias a la colaboración de un equipo pionero de arquitectos, ingenieros y artistas, tanto extranjeros como nacionales, fue posible una adaptación creativa, que no solo tomaba en cuenta las condiciones físicas del territorio nacional, sino las necesidades y costumbres de la población», explica Roque en el prólogo.
Gracias a esa cercanía entre la obra de la pareja austríaca con la población es que Ferrufino considera que el libro que fue presentado recientemente puede ser de interés para un público amplio y no solo para las personas relacionadas con la arquitectura y el diseño. «Esta publicación puede ser de mucho interés para las personas que tengan curiosidad por la historia de la arquitectura en general, porque lo que recoge es una producción cultural de un momento muy particular de El Salvador, sobre todo en la segunda mitad del siglo 20», apunta el impulsor y uno de los autores del libro.
Según sus autores, pese a que el libro cuenta con una versión impresa, aunque limitada, próximamente podrá consultarse de manera gratuita en el Repositorio Institucional de la UCA.
Ehrentraut Katstaller Schott cumplió 100 años de vida a principios de 2024. Además de contribuir a la construcción de muchas edificaciones en el país, fue la primera mujer arquitecta graduada de la UES. | Imagen tomada de la revista Realidad, edición N.º 150, 2017.
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