Entrevistas
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Edwin Marinero en la apertura de la celebración del 30 aniversario del festival El Salvador Metal Fest.
Edwin Marinero: 30 aniversario de El Salvador Metal Fest
Texto y fotos: Luis Galdámez
Febrero 7, 2025
Edwin Marinero, el destacado promotor, gestor, representante y animador del Metal Fest que este 2025 cumple 30 años en El Salvador, coronó dicho aniversario con la presentación del sábado 1.º de febrero en el Gimnasio Municipal Adolfo Pineda, en Santa Tecla.
Así, los asistentes a este evento se dieron el lujo de encontrar reunidas a 16 de las mejores bandas en este género musical. Marinero conversó en esta entrevista con Espacio Revista acerca de las batallas históricas y de las dificultades que el medio, la infraestructura e incluso la cultura presentan para el desarrollo de las diferentes bandas musicales, del género y del festival en sí.
También nos habló de sus expectativas y deseos para la continuación del legado de 30 años del Metal Fest: capitalizar la experiencia, los aprendizajes del camino andado, superar lo malo y reforzar lo bueno.
Pero, ¿cuál ha sido la chispa, la motivación, lo que ha «movido» realmente a este rockero a lo largo de tantos años? Nos lo dice en una de sus respuestas: «La fuerza del metal se mantiene viva con el mensaje pro, pro-algo, pro-vida, pro-hacer conciencia, pro-independencia mental, siempre pro».
¿Cuáles son tus sentimientos y pensamientos acerca de este Metal Fest en que se cumplen 30 años de trayectoria?
Llegar a la culminación de 30 años lo hemos visto como un final feliz. Queremos hacer una fiesta, aunque no estamos pensando en el retiro, pero ya no estamos haciendo los conciertos pensando en que luego hay que planificar el 31, el 32, porque verdaderamente han sido 30 años solo del Metal Fest, pero desde que iniciamos a querer hacer una organización que se basara en promover el rock, estamos hablando de 1989.
Entonces, son más de 30 años en este tipo de actividad, pero El Salvador Metal Fest es como lo más reconocido, es lo que nos caracteriza, como lo que se nos reconoce, el trabajo y el esfuerzo de reunir agrupaciones que tienen una convocatoria más o menos.
Ha habido altas y bajas, la verdad que esto ha sido un volver a comenzar casi siempre, y hoy estamos por cumplir los 30 años después de venir de una pandemia, queriéndonos recuperar, arañando espacios, que cada vez son más caros, cada vez son menos, cada vez son más dificultosos, con más restricciones para poder hacerlo, y que no son espacios para hacer eventos de música, vale mencionar, son canchas, son para hacer ejercicio, casi la mayoría de lugares para hacer eventos de música ni uno tiene los lineamientos adecuados como para hacer un buen show. Entonces, llegar a la culminación de los 30 años, que es este próximo 1.º de febrero, pues hay alegría, satisfacción, porque no deja de sentirse como que ya uno está envejeciendo, el retiro va a llegar poco a poco.
No se ven generaciones que quieran hacer o mejorar lo que uno hiciera, no bajo el punto de vista lo que nos caracterizaba a nosotros, que crecimos cerca de una bandera con cierta ideología política, aunque nosotros nunca fuimos juramentados ni fuimos filiales de ellos, sino que nos abrieron el espacio y lo utilizamos.
Nosotros nacimos a finales de los 90, y toda la música de esa época tenía un contenido social.
Participábamos en actividades de Fenastras, pero nunca fuimos parte de una organización como tal, o sea que éramos, estábamos ahí, pero no revueltos, por decirlo de una forma. Si participábamos en tomas, en protestas, ya era algo muy personal, ya era un sentir propio, aunque yo nunca he negado que soy de tendencia de izquierda, pero no partidaria, nunca he estado afiliado a eso, pero nunca lo negué y siempre he andado allí, hasta hoy, porque fue lo que me enseñó la música.
Nosotros nacimos a finales de los 90, y toda la música de esa época tenía un contenido social. Nosotros estábamos viviendo nuestra propia hecatombe social. Ya de los países de donde ellos venían de cantar, Europa, Estados Unidos, Suramérica, ya habían pasado sus hecatombes sociales y ya traían una idea de lo que querían cantar. Nosotros nacimos con esas propuestas, las absorbimos, las agarramos, pero ya venía terminando nuestro conflicto armado civil, nos quedamos como con esa intención de querer hacer un país mejor, una sociedad mejor y logramos ver ciertos espejismos ahí.
Venimos aproximadamente diez personas: «queremos hacer un Rockers Club de El Salvador»; salieron los contactos después de la primera intención en septiembre de 1989, que queríamos hacer un concierto en el Lago de Güija, que por suerte no lo hicimos porque en septiembre, octubre, fue el bombazo en Fenastras y la ofensiva diez días después, entonces, estaba álgido.
Nosotros éramos unos jóvenes que andábamos queriendo conocer, éramos montañistas, queríamos escalar montañas, conocer lagos, y como aquí en la capital no se veía mucho la cuestión de la guerra como en el interior del país, mirábamos los asentamientos militares pero no teníamos ningún tipo de temor. Sabíamos que había una guerra, pero no nos había tocado. Y quisimos hacer ese movimiento, ese primer concierto, por suerte se vino abajo porque nadie me hizo caso.
Luego vino el bombazo el 31 de octubre del 89, luego vino la ofensiva, el 11 de noviembre, y ahí marcó un cambio radical, a esconderse a las casas, a dejar que pasara la guerra, las balas; y luego, a finales del 89, 90, se dispararon algunos conciertos en algunas casas comunales, conciertos de bandas que ya estaban en esa época, Tabú, Renegado, Sombra, BronCCo, por supuesto, que era como el papá de todos porque ya tenía una trayectoria, ya todos lo identificaban como el referente del rock en esa época.
Entonces vino lo del 91, fuimos a unos conciertos a la (colonia) IVU, a la playa, que se hicieron unos conciertos, también en Lamatepec se hicieron otros, y empezó a moverse más la cosa. En los intramuros de los colegios de gente burguesa, por decirlo de alguna forma, de los colegios de allá arriba, por decirlo así, había grupos de rock tocando en aquella época, en sus intramuros había conciertos de rock.
Hemos tratado de cumplir, de que las bandas se sientan cómodas y que suenen bien con los recursos que se tienen.
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La banda Tabú, del género Thrash Metal, entregó una «tocada» con ritmos contundentes y poderosos.
Es de ahí que me llamó la atención que yo quería hacer una banda, yo quería estar en una banda y eso me llevó a la colonia Dolores, a donde BronCCo. Yo siempre quise conocerlos y ahí los conocí. Ahí llegué yo al punto de lo que yo quería hacer. Vi a Gerardo Sibrian, «yo quiero ser como él», pensé, me enseñaron a tocar un instrumento, la batería, y ahí fue que se comenzó a revolucionar toda mi mente.
Empezamos a convocar en la casa de Chente, en la sala de esa casa empezamos a reunirnos y a platicar de cómo eran los conciertos y nosotros empezamos a trabajar para ellos como marañones en aquella época, y a ver cómo armar los conciertos. Y todo ese aprendizaje lo llevamos a desarrollar nosotros mismos con el grupo de jóvenes que queríamos ser músicos y fuimos a la Dolores a querer aprender.
Ahí se hicieron las primeras conversaciones en la sala de la casa de la Dolores de Vicente Sibrián. Luego nos veníamos al Centro Histórico (hoy), y así anduvimos en algunos conciertos.
Luego pasó el 90, el 91 y empezamos a reunirnos más y empezamos a ir a la Universidad de El Salvador, en la Facultad de Artes y de Derecho, enfrente de la Biblioteca. Y en ese momento ya se abrieron las universidades y ya llegaban más jóvenes —llegaban más jóvenes que carros hoy llegaban más carros que jóvenes, por cierto.
Entonces, empezamos a movernos y a ver qué hacer. Ya teníamos el padrino que era BronCCo, que era Chente, teníamos cómo armarlo, solo faltaba el lugar. Y empezamos a convocar, fuimos a 90 Minutos de Rock, al programa, que era como el referente de esa época, y empezamos a hacer las primeras convocatorias.
Hicimos la primera convocatoria en el Ranchón, el Rancho Alegre, allá arriba por Metrocentro, y llegó bastante gente, llegó gente de Chalatenango, de Zacatecoluca, llegó gente de San Miguel, de Santa Ana, y de diferentes partes del mundo, y característicamente, hasta hoy que se cumplen los 30 años, es la gente que sigue apoyando el movimiento, la gente del interior.
La gente internamente se hace bien apática. La gente que no le cuesta no lo ve con mucho amor, y como allá son pocos los eventos, son pocas las actividades que se dan en los municipios, en los departamentos, lo toman con un gran amor, como: «Vamos a esa reunión», «vamos a ver a mis amigos que no hemos visto hace ya ratos», «vamos a oír sonar a las bandas de una forma diferente, en un escenario diferente», porque hemos tratado de cumplir, de que las bandas se sientan cómodas y que suenen bien con los recursos que se tienen pues, como tú bien lo dijiste, venimos desde abajo, subimos, nos bajan, volvemos a subir, nos vuelven a bajar, ya sea por escenario, ya sea por pandemia, ya sea por terremoto, ya sea por situaciones de política, de crisis económica, qué se yo, de todo.
La verdad es que aquí no vas con la cuestión de percibir algo, o hay o no hay, y cuando hay, hay que saberlo utilizar.
Yo perdí familia, perdí trabajo, perdí todo, y lo único que no he perdido es esto, el movimiento. Entonces, a mí me ha dejado muchas cosas. Mis amigos se han muerto, mis mejores amigos, en el camino, bueno, unos se fueron del país, otros hicieron profesión, se retiraron totalmente, otros solamente le dieron la espalda al movimiento, y el único que queda firme en esto he sido yo, y bueno, lo puedo lamentar de vez en cuando.
La verdad es que aquí no vas con la cuestión de percibir algo, o hay o no hay, y cuando hay, hay que saberlo utilizar. Y yo creo que esa ha sido la clave de llegar a los 30 años hoy, porque ciertamente, aparte de las amistades, los amigos y los apoyos, haber sabido mover los hilos, creo que para mantener el equilibrio de siempre caer mal, pero no caer del todo, ha sido algo mágico verdaderamente, que yo todavía me lo pregunto cómo es que duré tanto, a pesar de que perdí casi todo en la vida, las cosas materiales, el romanticismo de las cosas de pareja, hijos. Que algunos andan resentidos todavía por mis actitudes, que era más por la música que padre responsable. Entonces es como una vida verdaderamente paralela.
Pero cuál es ese fenómeno social, económico y musical, con la gente vieja y con la energía de la juventud por este género.
Fíjate que lo que va a pasar el 1.º de febrero va a ser épico, porque como tú bien lo dices, hemos pasado como tres o cuatro barreras en las cuales hemos logrado volver a sacar la cabeza. La última fue la pandemia, que pensamos que ya no íbamos a volver, porque se acabaron los lugares donde cómodamente hacíamos los eventos, y de repente «vamos a Suchitoto», y yo puse esas esperanzas y la gente llegó. No caímos mal al pueblo, que es una de las circunstancias por las cuales a veces se cierra el aspecto cultural, que es un pueblo conservador y que lleguen más de 300 personas de negro, y «¿qué van a hacer allá abajo?» y «que es un culto satánico» y todo eso. Y no, la verdad es que se nos abrieron las puertas del pueblo y agradezco eso, y luego hicimos una segunda edición, pero ya no fue lo mismo, porque dicen que las segundas versiones nunca son iguales. Entonces, sí quisimos darle un plus de doble escenario y todo, pero llegó menos gente porque ya la gente lo había vivido, ya no le llamó la atención ir, y los que no fueron se se quedaron con la con la idea de que fue bonito «pero yo no quiero ir allá».
Tuvimos que volver hoy y vamos a celebrar los 30 años. Pero todo ese devenir, como tú bien lo dijiste, ese volver a comenzar ha sido bastante difícil porque han sido tres épocas como venía al principio diciéndote.
Llegamos a Fenastras, hicimos un concierto y casi nos expulsan de Fenastras. «Ya no los queremos aquí», «que allá estaba fumando marihuana tal», y que no sé qué y que no sé cuánto. Estamos hablando de 1994. Nos sentamos con la cúpula de la Federación Nacional Sindical, estaban los meros ahí. Platicamos —cuando era pesado Fenastras—, nos sentamos y al final llegamos a un acuerdo y nos abrieron las puertas. Como dije al principio, nosotros no fuimos afiliados. Estuvimos nueve años, del 94 al 2001, el año del terremoto. Ah… Si hubiéramos llegado mucho antes, creo que ahí nos hubieran agarrado comiendo.
Este primero de febrero, ¿cuántas bandas van a participar y cuáles son?
Hoy participan 16 agrupaciones. Se llegó a un acuerdo entre poner un varieté de bandas, de las cuales la más clásica que está ahí es Renegado porque ha participado en las 30 ediciones. Y sí, la verdad que urge hacer eso; lo vamos a hacer después del Metal Fest en una ceremonia más bonita. Ahí no vamos a tener mucho tiempo porque va a ser corrido, como es de doble escenario. Pero para tener el dato de las bandas, estamos hablando de 16 agrupaciones: Renegado es una de las de mayor trayectoria, luego le sigue Gaia Metal; Social SS; Kraner, con 20 años; Virginia Clemn; Torniquete; Dreamlore; Araña; Astaroth, que es de lo más nuevo; Tabú es la primera vez en el escenario, pero es un caso atípico.
IndezoquixtiA es una banda que tiene un contenido indígena, de hecho tiene una canción que se llama Aquino.
Yo tenía una deuda histórica con Tabú, porque ellos estuvieron tocando en el 90 y el 91. Nosotros no habíamos nacido como movimiento, o sea, ya andábamos ahí, nos habíamos visto en conciertos, de hecho fueron quienes nosotros vimos y dijimos: «Ese género, así queremos tocar nosotros», pero en el 91, cuando nosotros nacimos, ellos desaparecen.
Entonces ellos se van y nosotros entramos. Nosotros valoramos, es una banda que nunca tocaba en el Metal Fest y es más vieja que el Metal Fest y es más vieja que Rockers, entonces, aunque solo haya un miembro, un elemento de aquella época, pero es el líder guitarrista, lo metimos acá.
Luego hay otras bandas como Arise, que han tenido participación en otras agrupaciones dentro del Metal Fest, pero hoy es su nuevo proyecto; IndezoquixtiA que es una banda que tiene un contenido indígena, de hecho tiene una canción que se llama Aquino, que vale mencionar que estamos en ese momento ahorita, no celebrando, sino conmemorando, revalorando ese momento trágico.
También están Maldek; Aure, de San Miguel; Sulphure; Falsas Doctrinas, que es un tributo a una banda que tuvo un pegue excepcional, por decirlo de una forma, porque es una banda que venía de… Fíjate que nosotros veníamos saliendo de Fenastras y ellos llegaron a los últimos conciertos a Fenastras, como jóvenes, desde San Vicente hasta San Salvador. San Vicente es una tierra de músicos. Cuando llegamos a la arena, ellos se presentan en la arena, y desde ahí empezaron a crecer, a crecer, a crecer hasta llegar a un punto que ninguna banda salvadoreña ha llegado a tener ese tipo de de arrastre, por decirlo de una forma, o ese tipo de empatía.
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En la apertura del festival, la banda Falsas Doctrinas, rinde tributo a la legendaria banda Ángelus.
En los siete, nueve años que vivieron, subieron y todo mundo cantaba las canciones de Sudemos, y el vocalista —que ya se murió por cierto—, se bajaba del escenario y era buena onda, era el amigo; o sea, arriba era el manager, el frontman, pero abajo era el compañero, haciendo mosh con la gente.
Entonces esa empatía generó que la banda tuviera una trayectoria; a pesar de que, vale mencionar, no era como que la banda más profesional, pero se sentía esa entrega y ese cariño con el que hacían las cosas. Entonces, me he dado a la tarea de hacer un pequeño tributo a esa banda y lo vamos a tener como apertura el día primero, vamos a ser los que rompamos el hielo y a las 4:00 de la tarde vamos a ser quienes abramos la puerta.
¿Han invitado otros grupos de América?
En los 30 años sí, han tocado gente de Costa Rica, de Guatemala, de México y ahí en los Metal Fest solo ahí, porque cuando se invita a gente de afuera, se ajustan las fechas a cuando ellos vienen de afuera. Pero a nosotros como salvadoreños se nos hace más fácil decirle: «Vení tal día y ese día viene». En cambio, los internacionales, ellos vienen en gira y nosotros no nos acoplamos a ellos, sino que hacemos nuestra propia agenda.
Siempre estamos a favor de los desprotegidos, del medio ambiente, de las luchas que van para beneficio de todos.
En septiembre es el Independence. El Independence siempre, casualmente, en la arena, comenzamos a hacer los Metal Fest los domingos y en febrero. ¿Por qué? Porque en esa época, del 2001 al 2009, todos los Metal Fest eran pro-útiles escolares. Tenía esa misión siempre, todavía la tenemos, pero ya no la hacemos en el Metal Fest, la hacemos con el Rock and Toys, que es el concierto pro juguete, para Navidad. Entonces en el Metal Fest, siempre durante… A finales de Fenastras y toda la arena de cuando hicimos los conciertos en la arena de lucha, había un doble precio: con útiles $20, sin útiles $25. Y nosotros ya nos encargábamos de hacer las maletas, luego del festival dividir las cantidades de útiles, que se hacían bastantes y las llevábamos al Museo de la Revolución directo, directo de aquí para el museo y allá lo dividíamos. De allá del museo salíamos el siguiente día para la Guacamaya, La Laguna Torola, todo el norte del país. Yo soy de Sesori, del norte de San Miguel y nunca he llevado nada (se ríe), como me dijo mi mamá, «candil de la calle, oscuridad de mi casa».
De acuerdo al contexto social y político ¿cómo les ha afectado a ustedes? En el caso mencionado de la pandemia y hoy en día, estos años, la parte de las garantías…
Fíjate que nosotros nunca hemos tenido temor, aún con las pandillas. Siempre nos identificamos como personas que sí éramos contestatarios, sí teníamos una tendencia política y siempre estamos a favor de los desprotegidos, del medio ambiente, de las luchas que van para beneficio de todos. Siempre hemos estado ahí. Yo, como representante, y quien quiera, no es obligación de todos pensar como yo. Y siempre, aunque estuvimos en Fenastras, luego en la arena; la cuestión solidaria siempre estuvo con nosotros, nos dimos cierto respeto.
En lugares donde era prohibido llegar, nosotros logramos hacer conciertos, sin platicar con nadie, sin ir a pedir permiso a nadie. Llegábamos, yo vivía en La Coruña en cierta época. En La Coruña se puso duro ahí, y en La Coruña II había una casa comunal, fuimos a hacer un concierto ahí. Llegaron los cipotes con las pistolas y solo echaron a ver y «ah, bueno, son rockeros», o sea, nos ganamos cierto respeto con ellos, porque ni nosotros nos metíamos con ellos ni ellos se metían con nosotros.
Llegábamos a hacer conciertos donde supuestamente era prohibido hasta entrar. Nos tocaba ir a pegar de noche y nunca nadie de mi grupo o colaboradores sufrió ningún tipo de altercado, ya sea ni por la policía, ni por la delincuencia de esa época. Y hoy es lo mismo, o sea, nacimos con la Policía Nacional Civil, tienen cierto conocimiento de lo legal que somos nosotros y que no andamos metidos en cosas ilícitas. Casi que creo que tenemos los mismos años, nacimos con la Policía Nacional Civil, casi, casi. Entonces, nos conocemos muy bien, hemos visto pasar todos los directores, no hemos tenido problemas con ninguno, bueno, a no ser que por bolo o que sé yo, o por problemas maritales, pero de ahí, fuera de la ley, difícilmente vas a ver a alguien cerca del movimiento nuestro que tenga problemas con la ley por por cosas ilícitas. Así que hasta hoy no hemos sufrido ni con el régimen.
Y bueno, tu experiencia en los conciertos, los contenidos propios, las letras, todo eso…
Todavía se mantiene.
Ya tú lo dijiste, han muerto un montón, tanto de los seguidores como de los organizadores o de las bandas…
Fíjate que como los movimientos alrededor del mundo han variado sus contenidos en la música, aquí no han pegado mucho esos movimientos, han estado muy a la orilla, pero la fuerza del metal se mantiene viva con el mensaje pro, pro-algo, pro-vida, pro-hacer conciencia, pro-independencia mental, siempre pro, pro-mejorar, pro-ser alguien bueno y no ha cambiado. Que son menos las que tienen palestra pública, eso sí; porque se acabaron espacios, se cerraron espacios, los conciertos son menos, los conciertos de bares son diferentes, no es lo mismo ir a un bar que se sabe que vas a beber, en cambio a un evento, a un concierto, se sabe que se bebe, pero no vas a beber, o sea, vas a ver la banda, vas a disfrutar, a ver tu amigo, a compartir. Porque es un evento que no lo vas a ver en un bar, en un chupadero.
Y sí, está bien que se abran para los conciertos porque no hay otros espacios y se mantiene la vida del metal. Pero no es lo mismo un Metal Fest, un festival de verdad, que un concierto de bar. Entonces se mantiene tal vez no la ideología, se mantiene la vibra de cantar pro-algo y no solo hacer algo vacío. Eso mantiene viva la llama del metal.
En Honduras hay un festival que se llama Megametal (…), hacen un buen festival y una buena convocatoria.
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Entre luces y sonoros decibeles, Tabú vibró junto a los seguidores del Thrash Metal.
¿Y tu sentimiento como organizador?
Como organizador fíjate que el tiempo tiene la mejor respuesta. Yo no te la podría dar algo así, porque podría salir alguien mañana haciendo un mejor concierto que el Metal Fest. Pero el detalle es cuánto va a durar eso. Se han hecho, fijate. Hay un festival en Honduras que se llama Megametal, que ellos dicen que es el « número tal». Yo creo que es el número igual, la misma cantidad de años que nosotros, pero ellos dejaron de hacerlo durante 20 años, 15 años. Entonces, no es lo mismo tener esos bajones y saber confrontar esas idas y venidas, entonces no es lo mismo decir «cumplí 30 años» que «tengo 30 años», no es lo mismo. Aunque los respeto porque hacen un buen festival, eso sí. Tiene una mejor convocatoria actualmente que el de aquí. No sé, podría decir yo: «Mejor hubiera dejado de hacerlo diez años para que la gente lo agarrara con mayor deseo». Si esa fuera la lógica, hubiera dicho yo: «Hubiera dejado de hacerlo diez años para que hoy lo desearan y llegaran…». Eso me lo estoy pensando ahorita, fíjate.
Pero bueno, no es en sí la convocatoria, buenos carteles, luminosos, chiquitos, grandes, sino que de dónde estás empujando y quiénes están allí empujando.
Quiénes se van integrando, quiénes se van y quiénes se integran, quiénes se quedan, quiénes aprenden…
Se han hecho varios festivales durante este tiempo, han querido copiar y mejorar, como no poner solo de metal, sino que poner de otros géneros para llenar más y poner diferentes géneros. No pegó, decayeron.
Bueno, yo quise meter un género, fíjate, esto fue antes de la pandemia. Hay una banda que se llama Thell Barrio, fijate hasta a dónde llegamos, bueno, llegué porque me decían varios que no hiciera eso. La banda no Thell Barrio son mexicanos y ellos se visten como cholos, pero es un género bien pesado y las letras son bien sociales, son full sociales. Pero como en México no hay problema ponerse, en esa época, ponerse de esos zapatos de marca, clásicos de esa pandilla, un número, y generó un revuelo el hecho de que venía la banda Thell Barrio, porque todavía estaban las pandillas. «No lo hagás, no lo hagás», me decían, hicieron unos memes con el Barrio 18, MS. O sea, me volaron palos porque lo que yo quería era quitar el miedo de ese tipo de personas y no involucrarnos con las pandillas. O sea, que se puede hacer música pensando, vistiendo diferente, porque ellos no son pandilleros, pues. Y no venían a un concierto de pandillas, pero los metaleros se fueron a tope, sintieron miedo y llegó hasta Gobernación, me mandaron a llamar: «Mire que necesitamos que que ese concierto le meta más seguridad porque pueden llegar a tirar una bomba, porque mire que tiene un número y que parecen como cholos y que la música habla de de los vatos»… Al final yo dije que quizás me iba a meter en problemas haciéndolo, pero la música es fuerte, tiene pegue.
Pero lo que yo deseaba era que el Metal Fest rompiera, que abriera ese canal para que en México se conociera el festival, y no que mis amigos en México sepan que se hace un festival grande, de 30 años, no. Que estos iban a cubrirlo todo, con cámaras, iban a decir: «Mira, hay un festival de esta forma», pero sufrí ese, ese fue otro golpe bajo, aún de la misma escena. Llegaron hasta Guatemala, los tuve que dejar en Guatemala, metí otras tres bandas salvadoreñas y al concierto no llegó mucha gente. Ese fue otro, mirá, que no me acordaba. Y vino interno, ese golpe fue interno, dentro de la misma gente. Me volaron palos.
Por más que te duelan las cosas que están pasando, (…) a veces uno calla, pero no otorga.
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Gabriel, el guitarrista y vocalista de la banda Sulphure, hizo honor a las expectativas del Metal Fest.
Entonces, sobrepasé los golpes dentro de la escena; los sociales, como te digo, con la policía nunca hemos tenido problema, con las leyes siempre hemos estado bien. Yo estuve preso una vez por decir cosas a Calderón Sol en un estadio. Estuvimos como una semana presos porque con unos compañeros fuimos al cierre de los Juegos Panamericanos de esa época y estaba Calderón Sol y nosotros andábamos en la euforia de la posguerra y empezamos a gritarle a Calderón Sol y llegó la policía, y un amigo le pegó una patada a un policía… Pero nos metieron presos y nos habían dicho que éramos de una pandilla «PLS», nuestros familiares buscándonos y estuvimos una semana presos en el quinto nivel del castillo, pero al final nos sacaron porque verdaderamente investigaron quiénes éramos, y la verdad que fue una patada violenta, pero no era cosa de pandilleril, era una cosa de euforia política. Andábamos fuertemente en contra de la ultraderecha. O sea, todo lo que hacíamos era en contra, o sea, mirábamos los males de ellos, pues; después mirábamos los males del Frente y hoy miramos los males de este.
Los cambios políticos, ¿cómo han incidido en tu línea?
Fíjate de que ciertamente, te voy a ser sincero, sí, la verdad que sí. Porque yo quiero seguir en esto y ponerme radical sería «desaparecete», porque ya fueron asustar a varios amigos que son diseñadores gráficos, ondas digitales, o sea, son personas que ¿vea? Ya no se diga alguien que pueda mover un concierto, que sea músico, entonces irían directamente rápido. Entonces, uno por más que te duelan las cosas que están pasando alrededor de uno, a veces uno calla pero no otorga, o sea, uno calla porque hay que ser sincero, hay cierto miedo. O sea, ya a esta edad querértela llevar de mártir ya no contiene.
Bueno, en la parte de la organización, ¿cuál es el legado?
Fíjate que yo tengo energías todavía. Es que ya no hay tantos espacios, es que la única estrategia viable es pegarse al sistema que esté en el momento, y nunca lo hicimos y no lo vamos a hacer hoy. Entonces, lo más posible es que alguien lo haga, no sé si le va a funcionar, pero yo, hacerlo a estas alturas, no creo. Muchos festivales buenos han aparecido alrededor del mundo y no han permanecido.
Quizás lo que pasó es que subieron demasiado, tuvieron demasiado éxito, pero los chamacos, al madurar, seguramente les cambió la idea. A los que formaron ese movimiento, les cambió el formato y les valió, y se dedicaron a sus mujeres, a hacer otra cosa. Entonces, media vez muere la cabeza, ya las cosas lastimosamente no se mueven igual. ¿Cuál legado? Hay mucho que aprender.
Fíjate que, primero, la plática entre los amigos, los allegados y los cercanos. Segundo, las bandas, que son como los sahumerios, las agrupaciones con las que vas a trabajar, porque dentro de las agrupaciones hay quienes no quieren trabajar con uno, y si trabajan lo hacen de mala gana. O sea, aún estando adentro, fijate, abriendo las puertas de esto, entran y adentro quieren estallar, o sea, quieren hacer el harakiri. Así son ellos ¿yo qué puedo hacer? O sea, «está bueno». «Gracias». «Un gusto conocerte». Mejor alejarse de ellos porque van a seguir actuando de esa forma.
Quieren pudrir la manzana, que no es una manzana del paraíso, pero por lo menos lo que hay, todavía se puede hacer algo, pero el detalle es que han generado anticuerpos en que «el enemigo es aquel», es equis persona.
El metal ha generado una muy buena generación de salvadoreños que pueden ser portadores de cambios.
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La audiencia palpitó con Arise, la banda que con su Thrash Metal se entregó de lleno en el festival.
Entonces, es más difícil lidiar con los problemas internos porque ya sobrepasamos los de afuera, pues sobrepasamos el familiar: «No te metas a eso. No seas eso. ¿Por qué vas a elegir la música? Te vas a morir de hambre. Eso no te va a dar de hartar. Ahí te vas a hacer borracho, que te vas a hacer drogadicto»; y a veces tienen razón, pero no somos la excepción, no somos futbolistas donde hay drogadictos y son reyes. Entonces, en todo hay. Pero desde ahí comienza todo este martirio, la familia. Después la sociedad, después la universidad, la educación, el trabajo, lo laboral, de ahí la mujeres, la esposa; si sobrepasas todo eso o te quedas solo como yo o encontrás una buena mujer.
Fíjate, lo que me gustaría fuera que alguien verdaderamente retomara todo esto y que lo llevara a otro nivel, a otro nivel de espiritualidad, de conciencia, de entrega. Porque es posible que mi persona haya flaqueado en algunos de esos aspectos. No lo pude hacer al 100%, porque uno se va llenando de problemas, problemas se les podría decir, a los problemas yo les podría llamar responsabilidades. Esas responsabilidades se vuelven problemas al final.
Entonces, que valoren todos los aspectos malos y buenos de todo este bregar de más de 35 años, de un poco de historia en El Salvador y que lo mejoren, que no se queden en la murmura, que no se queden en el «vos tuviste la culpa», que no se quede en «el culpable de todo fue aquel». Así que no. Todo eso tiene que servir como para hacer valer lo que se hizo hasta hoy. Y el que retome toda esta posición, que lo mejore. Y si lo mejora al 100%, pues yo estaré feliz en la tumba donde quiera que esté, porque creo que me va a costar ver ese momento. Pero si hay alguien que se atreva, solamente que lo dé todo al 100% para yo estar feliz y verlo ya sea a seis metros bajo tierra o donde quiera que esté, pero que sí ese podría ser legado: que deseche lo malo, que refuerce lo bueno, y que simplemente sean buenas personas para poder llegar a una conclusión.
Ellos me conocen muy bien, si el problema de mi filosofía es que a ellos no les agrada, no les agrada la filosofía de… Han ido y todo, pero se han hecho a un lado, no están donde yo estoy porque los chicos piensan diferente y por eso es que yo entiendo a los chicos de ahora que vienen de bandas que ya traen como cierto resentimiento y todos somos enemigos de ellos y se llenan de prejuicios de lo que dicen otros viejos que están cerca de ellos y allá van con esa barrera de no generar una amistad, porque ciertamente los chicos traen unas buenas ideas.
Entonces eso podría ser mejorado con las deficiencias del viejo. Pero hay personas, como te digo, que ingresan, tratan de hacer estallar lo poquito que se ha logrado y generan anticuerpos y esos anticuerpos han hecho que se ponga, que flaquee este movimiento.
Ojalá que el 1.º de febrero, que es la edición número 30 del Metal Fest, ese cúmulo de personas que lleguen, demuestren que no se han enfermado en base a lo que dicen o al qué dirán, sino que se mantienen firmes en una lucha constante por ser mejores y que el metal ha generado una muy buena enseñanza y una muy buena generación de salvadoreños para ser personas de cambio.
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