Memoria
Ilustración: Luis Galdámez
Recogiendo cadáveres
Miguel Ángel Chinchilla *
Miguel Ángel Chinchilla reúne en su obra, Recogiendo cadáveres, fragmentos de las vidas de monseñor Óscar Arnulfo Romero y Roberto D’Aubuisson. Organizado en cuatro capítulos, la obra nos refiere al periodo entre 1943, un año después de la ordenación de Romero como sacerdote, hasta 1992, año en el que muriera el exmayor a causa del cáncer. Chinchilla presenta la infancia, juventud y vida adulta de estos dos salvadoreños, aludiendo también al contexto social, político y eclesial que sirvió como trasfondo y enmarcó la realidad salvadoreña de esos años. Con el aval del autor publicamos fragmentos de su obra correspondientes al tercer capítulo del libro: «Sé que mi hora se acerca».
***
Bomba en la YSAX y asesinato de Mario Zamora
El lunes 28 de enero de 1980, a las ocho de la mañana, luego de despedirse en el aeropuerto de familiares, amigos y algunos sacerdotes que lo acompañaban, el arzobispo Romero abordó el avión de Pan American que lo llevaría hasta Lovaina en Bélgica, donde el sábado 2 de febrero recibiría de parte de la universidad de aquella ciudad un doctorado honoris causa en Humanidades, que no era un homenaje a su persona, escribía el arzobispo en su diario, sino que significaba un apoyo a la pastoral de nuestra arquidiócesis. En Roma permaneció dos días antes de partir a Bélgica. No podía dejar de visitar la basílica de San Pedro. Estuvo recordando con cariño y emoción las pláticas sostenidas con Paulo VI. Por supuesto Juan Pablo II lo recibió en audiencia privada. Sería la última.
El miércoles 9 de enero el Partido Demócrata Cristiano había pactado con el ejército para ocupar los dos puestos que quedaron vacantes en la Junta de Gobierno tras la renuncia de Román Mayorga Quiroz y Guillermo Ungo. El doctor Chávez Mena le comenta al arzobispo que en todo han acordado satisfactoriamente con los militares, excepto en la renuncia del ministro de defensa general García. Majano estaba de acuerdo en destituirlo, pero Gutiérrez y los demás no.
En la homilía del domingo 20 de enero, Monseñor leyó una carta bien reveladora, según sus palabras, remitida por un grupo de soldados del ejército nacional. Parte de la carta decía: nosotros, un grupo de soldados le pedimos que si nos puede hacer público los problemas que tenemos y nuestras exigencias que planteamos a los señores oficiales y jefes y Junta de Gobierno, y con su ayuda estaremos de antemano agradecidos. Entre las peticiones que planteaban una era mejorar el rancho, otra era que no se les enviara a reprimir a la población (aquí el templo estalló en aplausos) además pedían aumento de salario y aumento en el monto del seguro de vida que en ese momento era de dos mil colones. Este cura del carajo solo es patrañas, le dijo el general García a su mujer mientras desayunaban escuchando la radio. Más tarde recibió una llamada del Mayor y estuvieron hablando cerca de una hora.
En Roma causó tremendo revuelo la carta que Monseñor Romero había enviado al presidente Carter pidiéndole que suspendiera la ayuda militar.
El jueves 7 de febrero de 1980 el arzobispo recibió una llamada telefónica del embajador de España, que se encontraba como rehén en su propia embajada, ocupada por las Ligas Populares 28 de febrero. Al colgar monseñor Romero respiró profundo y anotó lo concerniente en su pequeña agenda. El lunes 11 de febrero recibió al embajador de Nicaragua que llegaba a invitarlo para que realizará una visita oficial al hermano país. El arzobispo dijo que sí, además será un gusto, acotó, saludar al arzobispo Obando. El martes 12 de febrero recibió la visita del diplomático Ernesto Rivas Gallont, quien llegaba a suplicar su intercesión con los secuestradores del embajador de Sudáfrica por parte de las FPL. El lunes 18 de febrero por la noche recibió la visita de los jesuitas Francisco Estrada e Ignacio Ellacuría, quienes llegaban a comentarle que en Roma había causado tremendo revuelo la carta que el arzobispo envió al presidente Carter pidiéndole que suspendiera la ayuda militar al ejército de El Salvador. La respuesta del gobierno gringo llegó semanas después y la firmaba el Secretario de Estado Cyrus Vance, justificando la ayuda y mencionando la amenaza de una guerra civil.
El lunes 18 de febrero una bomba destruyó una vez más el transmisor de YSAX la Voz Panamericana, radio del arzobispado. Ese mismo día otra bomba explotó en la biblioteca de la UCA. El martes 19 de febrero el arzobispo recibió la visita del embajador de España ya liberado, quien llegaba para agradecer su oportuna mediación en la ocupación que sufrió su embajada.
Por aquellos días El Salvador era una caldera hirviendo. La inteligencia de la Junta había detectado planes para un golpe de estado por parte de la ultraderecha. El coronel Abdul Gutiérrez había salido del país por motivos de salud. La Junta daba muestras de debilidad. La coordinadora Revolucionaria de Masas había presentado además una plataforma para un nuevo gobierno luego de derrocar la actual dictadura militar. El arzobispo había ponderado aquella plataforma en lo bueno que contenía. Cómo no iban a odiarlo los militares y la ultraderecha.
El sábado 23 de febrero los escuadrones de la muerte asesinaron en su casa durante una celebración familiar, al secretario general del PDC y Procurador General de Pobres, Mario Zamora Rivas. Pocos días antes Zamora se había negado a avalar un plan de reforma agraria que proponía la embajada norteamericana y que los gringos habían implementado en Vietnam del Sur para contrarrestar a la guerrilla del Viet Cong. Al respecto el arzobispo dijo que aquello no era una reforma agraria sino una represión agraria, es un plan de Estados Unidos basado en sus propios intereses, dijo Monseñor, los cuales desde luego no son los intereses de nuestro sufrido pueblo, de entrada, dicha reforma viene maleada, concluyó. Días después apareció el Mayor en uno de sus programas de televisión que enviaba desde Guatemala, acusando abiertamente a Zamora de traidor. Aquel programa fue como la sentencia de muerte para el procurador. En la Procuraduría también explotaron bombas ya que los abogados de la institución defendían a los sindicalistas acusados por el gobierno. En la homilía del domingo 24 de febrero, el arzobispo dijo: quiero expresar en lo personal, mi dolor a la familia del querido Dr. Mario Zamora Rivas. En este momento se está enterrando su cadáver en Cojutepeque; les suplico que nos unamos en oración por su eterno descanso. Al arzobispo le quedaba un mes de vida.
Recogiendo cadáveres
Miguel Ángel Chinchilla
A la venta en Librerías de la UCA
* Miguel Ángel Chinchilla es un poeta, narrador, ensayista, dramaturgo y periodista salvadoreño nacido en 1956 es una de las figuras relevantes de las Letras en la segunda mitad del siglo XX. Co-fundador del desaparecido suplemento literario Los Cinco Negritos en Diario El Mundo y miembro del consejo de redacción de la revista Amate.
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