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La restricción del uso de teléfonos inteligentes en una sociedad de pantallas
Guillermo Mejía*
Enero 24, 2025
Cada vez cobra mayor fuerza la preocupación por el uso inadecuado de los teléfonos inteligentes en manos de niños y jóvenes, dado que esa exposición desmedida resulta perjudicial para su desarrollo personal y formación académica, al grado de que en muchos países las autoridades se han visto obligadas a restringir los aparatos en centros educativos.
En esa línea, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva recientemente promulgó una nueva ley que restringe los smartphones en las escuelas, medida que afectará a estudiantes de primaria y secundaria a partir del mes de febrero. Los estudiantes solamente podrán usar los aparatos en casos de emergencia y peligro, con fines educativos o por padecer alguna discapacidad.
El ministro de Educación, Camilo Santana, dijo a los periodistas que «Queremos que esos dispositivos, como en muchos otros países, sólo sean utilizados en clase con fines pedagógicos y bajo la supervisión de un maestro», situación que será también de provecho en el entorno familiar, donde los niños empiezan a entrar a la red de internet a edad temprana y sin control.
La medida ha tenido excelente acogida en la sociedad brasileña con lo que Brasil se une a los países que restringen el uso de teléfonos inteligentes en el mundo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), uno de cada cuatro países ha reglamentado su uso a nivel planetario.
Un estudio publicado por el Instituto Noruego de Salud Pública da cuenta de que, en Noruega, el hecho que se haya eliminado los smartphones en las aulas produjo beneficios como reducción del número de consultas por síntomas y enfermedades sicológicas en atención especializada entre las estudiantes. También, disminuyó el acoso tanto de niñas como de niños, mientras mejoraron las calificaciones y disminuyó el ausentismo escolar.
Se entiende que se procura el buen uso de los teléfonos inteligentes no su eliminación de tajo, ya que la presencia de las nuevas tecnologías en la sociedad es un hecho como parte de la revolución digital, aunque es necesario tener la capacitación adecuada, sin dejar de lado la dimensión moral. El problema es sumamente complejo por las características de la sociedad actual y para muestra traigo a cuenta la presencia de las pantallas en nuestro diario vivir.
La «pantallización» del ser humano
En otra ocasión, me referí a la presencia de las pantallas —de todo tipo— en la vida cotidiana, hecho que ha convertido al ser humano en «homo screen» u «homo pantalicus» por la estrecha relación y dependencia que le ha imprimido, situación que podemos observar en nuestras experiencias mediáticas y en nuestras relaciones y comunicaciones con los demás, al grado que es imposible imaginar un mundo sin pantallas.
Para fundamentar lo anterior tomé los aportes del investigador y autor español Israel Márquez en el ensayo «“Homo Screen”: El humano pantallizado», aparecido en la revista especializada en sociedad y nuevas tecnologías, Telos, que hace énfasis en que nuestra era está dominada por pantallas, pantallas de diversos tipos y tamaños, pantallas públicas y privadas, pantallas verticales y horizontales, etcétera.
Además de que la pantalla admite una pluralidad de significados, también admite una pluralidad de usos sin precedentes en su historia
«Las pantallas se han convertido en el dispositivo técnico que todos compartimos, y mediante el cual nos relacionamos, comunicamos y trabajamos. Las pantallas son hoy nuestro marco común, la puerta que abrimos diariamente para experimentar nuestra cotidianidad y acceder a distintos tiempos y lugares, pasados, presentes y futuros», afirma el autor.
De esa forma, encontramos —junto a las pantallas de cine y la televisión— los modelos sobre los que hemos construido el concepto e imaginario de pantalla: pantallas de PC, pantallas de ordenadores
portátiles, pantallas de videoconsolas portátiles, pantallas de teléfonos móviles, pantallas de reproductores de música portátiles, pantallas de tabletas, en fin.
«Esta multiplicación de pantallas ha cambiado profundamente el significado y alcance de esta palabra, pues una pantalla es hoy tanto la tradicional pantalla cinematográfica que miro cuando voy al cine, como la pantalla del tren en el que viajo, la pantalla de ordenador con el que trabajo, o la pantalla del teléfono móvil con la que escribo y me comunico con mis amigos», explica Márquez.
En ese sentido, además de que la pantalla admite una pluralidad de significados, también admite una pluralidad de usos sin precedentes en su historia: con la pantalla se puede ver una película o un programa de televisión, también jugar a un videojuego, escuchar música, hacer fotografías, grabar vídeos, escribir mensajes, realizar llamadas, difundir noticias, entre otras posibilidades.
«La pantalla del teléfono inteligente es hoy una auténtica pantalla-convergente en cuyo espacio tenemos a nuestra disposición todos los avances comunicativos de la historia del ser humano, dispuestos para ser activados y utilizados en cualquier momento», afirma el investigador español.
Como la pantalla es ahora parte de nuestra identidad y de nuestro ser social, según Márquez, es oportuno señalar que se «está dando lugar a la emergencia de un nuevo tipo antropológico, una especie de “homo screen” —si se nos permite la expresión— que tiene en el dispositivo pantalla un elemento fundamental de su ser y estar en el mundo».
Así, si a lo largo de los siglos hemos conocido expresiones como «homo ludens», «homo sacer» u «homo faber» —y otras más recientes como «homo videns» u «homo sampler»—, «¿por qué no hablar, en este siglo XXI marcado por una explosión sin precedentes de pantallas, de un nuevo “homo screen” u “homo pantalicus” caracterizado por su estrecha relación y dependencia de la pantalla como parte integral de su vida cotidiana?», se pregunta.
Recuerda que la «condición pantallológica» del ser humano ha sido anticipada por diversos autores a lo largo del siglo XX, pero no ha sido hasta la generalización de las pantallas durante el nuevo milenio, que incluye ordenadores portátiles, tabletas y, sobre todo, teléfonos inteligentes, que la emergencia de este «homo screen» se ha hecho plenamente visible en nuestras sociedades.
En conclusión, a decir del autor, «de tanto ver y manipular pantallas el ser humano he terminado “pantallizándose”, fundiendo sus manos, sus ojos y su cerebro (…) en esas pantallas móviles y estáticas, públicas y privadas, verticales y horizontales, por las que se mueve, incansable, durante su rutina diaria y su tránsito por este (y otros) mundos».
* Periodista
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