Cultura
Mario Noel Rodriguez inauguró el evento con los eternos versos de Antonio Machado: «Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar…»
Texto: Raquel Kanorroel*
Fotos: Teyo Orellana
Noviembre 15, 2024
«No importa lo ocupado que piensas que estás,
debes encontrar tiempo para leer,
o entregarte a una ignorancia auto elegida».
Confucio, filósofo chino
«Gracias, hermanos del Club de Lectura, porque leer es una acción de resistencia ante el tren del tiempo, ante las garras de la locura y la muerte. Estamos aquí para defender la vida»: estas palabras fueron pronunciadas por el reconocido escritor y poeta salvadoreño Mario Noel Rodríguez (actualmente Promotor Cultural de la Biblioteca Chapultepec, en el Centro Histórico de San Salvador) el pasado martes 5 de noviembre, en el marco del sentido homenaje que el mencionado Club le hiciera al recientemente fallecido doctor Gilberto Barillas, distinguido exmiembro de la agrupación.
Este año, otros dos distinguidos miembros también partieron al más allá: Demetrio Turcios y José Antonio Calderón. Con su ausencia, el Club cuenta hoy con una veintena de participantes. Aunque, por esas «vueltas del destino», han llegado en los últimos meses cinco asistentes más, todos jóvenes, lo cual se traduce para el colectivo en una gran satisfacción. Satisfacción que, no obstante, dista mucho de paliar la pena por los que ya no están ni estarán…
«Hermoso es dialogar con la persona que expresó un día: “Allá nos vemos”. Y la esperamos, y esperamos, y los días corrieron, el “allá nos vemos” está fresquito, como si fue hace cinco minutos. Entonces buscamos una manera para comunicarnos con el ausente. Buscamos un canal que nos permita contarle lo que hacemos, lo que soñamos. Recurrimos a la poesía, esa voz interior que durante siglos ha sido un puente florido entre los humanos y el misterio», expresó Mario Noel, aludiendo a la intención de los miembros del Club de mantener entre ellos a sus compañeros desaparecidos…
…y —seguramente— a la de estos de permanecer entre aquellos.
El doctor Gilberto Barillas, manifestó el poeta Rodríguez, «como nosotros creyó que la literatura es el mejor canal de comunicación entre los seres humanos (…). Decía las cosas cuando tenía que decirlas, y reía tan sonoro que hasta asustaba a los ángeles».
El galeno se volvió miembro del Club de Lectura luego de encontrarse cierto día por coincidencia con Mario Noel, quien precisamente salía de la Biblioteca Chapultepec en ese momento. Con el humor que lo caracterizaba, el doctor Barillas le preguntó al escritor: «¿Qué te tienen haciendo aquí?». Ambos amigos se abrazaron y, desde el siguiente martes, el médico se volvió un infaltable miembro del colectivo de lectores, presentándose siempre una hora antes.
«Quién iba a decir que la literatura es un enorme imán que une a los creyentes del porvenir», comenta al respecto Rodríguez, y agregó más adelante que «el doctor manifestó públicamente dos cosas que nos hizo creer en lo que leíamos: elogió la metodología de leer en voz alta, que es una manera de apropiarse de lo que otros soñaron para nosotros, y lo segundo, es que las reuniones de los martes las consideraba terapéuticas: (…) le habían dado una perspectiva diferente a su vida».
Leer es imprescindible para todo individuo o pueblo que quiera considerarse a sí mismo verdaderamente inteligente y sensible; esto es, verdaderamente humano.
Al acto conmemorativo asistió doña Marta Aída Barillas, hermana del doctor. A ella y a su otra hermana, Ana Cristina de Saavedra (residente en el extranjero), les agradeció Mario Noel «por ese corazón amplio para la realización de este acto cultural», ya que ellas proporcionaron los exquisitos bocadillos que deleitaron a la concurrencia de más de cincuenta personas.
El acto consistió en lecturas y declamaciones por parte de algunos de los miembros del Club de Lectura, como Luis Vásquez, Sonia Fuentes, Manuel Saravia, Guillermo Rivera, Obdulio Gómez,
Evenor Saavedra y Roberto Palencia, y contó con la participación del cantautor nacional Dimas Castellón, quien dedicó una sentida melodía original de Joan Manuel Serrat al compañero que partiera por el camino sobre el cual todos transitaremos en algún momento.
«Con el doctor Barillas nos une un hilo rojo, un hilo irrompible, porque queda demostrado que, donde un libro reúne a dos o más personas, allí es donde comienza el paraíso», finalizó el poeta Rodríguez.
El «reemplazo» llevado a cabo por el azar entre los miembros del Club, mencionado al principio de esta nota, aunque digno de celebrarse, no es suficiente: los colectivos de lectura —y las bibliotecas— deberán regarse «como hongos» en nuestro territorio, esfuerzo este que no sólo le corresponde al gobierno sino también a la iniciativa privada, dado que la comprensión lectora ha bajado enormemente a nivel mundial. Y nuestro país no está entre las excepciones.
En efecto: con la proliferación de los medios audiovisuales y la implementación generalizada de clases en línea desde el 2020, el déficit de atención entre estudiantes de todas las edades —e incluso entre adultos— es hoy una verdadera «pandemia». Ante un texto bien escrito y relativamente simple, muchos ahora simplemente se desconciertan. A esto se suma el hecho de que la gran mayoría de la población considera la lectura «aburrida», por carecer de los estímulos sensoriales proporcionados por vídeos y podcasts.
Lo anterior es una verdadera tragedia contemporánea, pues «la lectura es para la mente lo que el ejercicio es para el cuerpo», como dijera el escritor y político británico Joseph Addison: sin lectura, la mente se atrofia, muere como tal, y se convierte en poco más que una mera herramienta sensorial al servicio de los instintos más básicos.
En pocas palabras, leer es imprescindible para todo individuo o pueblo que quiera considerarse a sí mismo verdaderamente inteligente y sensible; esto es, verdaderamente humano. No es, entonces, un lujo ni un pasatiempo, como suele verse por los habitantes de sociedades como la nuestra, donde la «rebusca» se traga casi todo el tiempo y la energía de los ciudadanos.
¿Será también por eso que Roque Dalton dijo que «ser salvadoreño es ser medio muerto»?
En fin, leer libros parece ser cada vez más una actividad propia de «locos», con muchísimas comillas… Pero, como bien lo expresa Mario Noel Rodríguez, «la lectura es una de las sanas locuras», de ésas «que no vale la pena curar».
* Escritora, periodista, pintora y dibujante. Autora del libro Raíces sumergidas, alas desplegadas (2014). Mención honorífica en el III Concurso Internacional de Microrrelatos Jorge Juan y Santacilia, con sede en Novelda, España (2016).
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