Entrevista
La cautivadora voz de Ceshia desborda pasión en este concierto. | Foto: Juan Carlos Sánchez
Juan Carlos Sánchez*
Noviembre 29, 2024
[voz a capella]:
«Esto no es un lamento…
[silencio ad libitum]
es melodía sagrada …
que traigo de tierra adentro …
de raíces colombianas».
… entonces surgió la magia musical y el público se entregó a Ceshia Ubau.
Ceshia Ubau, sin duda alguna, se está convirtiendo en una de las voces jóvenes más importantes de la nueva canción centroamericana de los años recientes.
Sus canciones y toda su propuesta estética son herederas de esa indiscutible y rica tradición del canto popular nicaragüense que tiene insignes exponentes como la familia Mejía Godoy, con los legendarios Carlos y Luis Enrique a la cabeza, pero ramificada en emergentes generaciones de poetas, cantautores/as y pintores/as. En ese panteón sonoro también están Katia y Salvador Cardenal (QED), del Dúo Guardabarranco; Norma Elena Gadea, Salvador Bustos (QED), entre muchos otros trovadores y trovadoras que han dejado su inspiradora huella en varias generaciones de artistas en el mundo y en miles personas luchadoras por esa utopía de la justicia y de la felicidad propia y colectiva.
A sus 27 años, Ceshia ya tiene un buen camino recorrido como cantautora y poco a poco se va abriendo paso en el cancionero popular latinoamericano. Ella es una artista de origen nicaragüense que vive en Costa Rica desde 2018. Su obra musical evoca ritmos del folclor de su tierra natal, de su ancestral tradición afronicaragüense y de otras expresiones estéticas latinoamericanas que se fusionan con sonidos y formas musicales más contemporáneas y universales.
Las fuerzas inspiradoras iniciales de sus canciones las aportó su familia: «Vengo de una familia que es muy sensible al arte (…) por ejemplo, del lado paterno tengo dos tías que cultivan la pintura Naif [corriente plástica vernácula asociada al primitivismo] y que se iniciaron en los talleres que promovía Ernesto Cardenal en Solentiname». Por el lado de su padre, fue él mismo quien, desde muy pequeña, despertó el amor de Ceshia por la literatura y las artes. Desde sus primeros alientos, empezó a escuchar música. «Yo nací prematura, a los seis meses, por lo que el médico recomendó a mi papa y a mi mama [sin tildes, como buena nicaragüense] que me pusieran música para estimular mi sistema nervioso; era parte de la estimulación inicial que tuve», comenta.
Y agrega: «Por mi familia paterna, tengo una tatarabuela que se llamaba Esther, que vino de Jamaica a la costa Atlántica de Nicaragua, a Bluefields, pero luego migraron hacia la zona del Pacífico, donde nació mi abuelo, en la Isla de Ometepe, quien se casó con mi abuela de origen costarricense y se convirtieron en una familia transfronteriza en el Río San Juan. También, por el lado materno, tengo familiares que cantan y hacen música en coros, en iglesias… Mi abuela canta, es una mujer campesina a quien no le permitieron ir a la escuela porque se tenía que dedicar al cuidado de sus hermanos y a los oficios de la casa… pero ella le compone canciones a Dios, que se las inventa mientras cocina».
En medio del crítico contexto que ha vivido su país, a Ceshia le tocó buscar su propio rol en la escena cultural.
Concierto de cierre del encuentro Centroamérica, Mercado Musical, 17 de junio 2024. Ciudad Vieja, Antigua Guatemala. | Foto: Juan Carlos Sánchez.
«Salvador Cardenal», responde de inmediato y con absoluta seguridad, y prosigue: «… él es mi más grande influencia hasta la fecha. Si yo me siento bloqueada en algún momento, voy y escucho a Guardabarranco y a Salvador, como para volver a echar raíces, entre los artistas que más me marcaron en la infancia están Salvador y Katia». En la literatura, Gioconda Belli ocupa un lugar importante en su formación e inspiración: «(…) he leído toda su obra (…) a través de su literatura, siendo muy pequeña, pude conocer los temas que están presentes en la obra de esta gran escritora y me conmueve mucho lo que está haciendo hoy en día».
Pero, además, Ceshia sorbe inspiración de otros escritores importantes como Pablo Antonio Cuadra, del mismo Rubén Darío, del poeta argentino Francisco Luis Bernárdez o de otros escritores más cercanos a su tiempo como Ulises Juárez Polanco, Francisco Ruíz Udiel (QED), de quien musicalizó el poema Habría que sembrar Girasoles. En su palestra de inspiración también figuran Ángeles Mastretta, Alejandra Pizarnik, entre muchas otras figuras.
«Me siento una ciudadana del mundo, pero con raíces nicaragüenses muy arraigadas», sostiene mientras hace gala de su frondosa sonrisa.
«Yo creo mucho que en las crisis están las oportunidades, pero no comulgo con ese positivismo tóxico que nos dice que todo está bien, que la música todo lo puede, que hay que ver lo bueno de la vida… ¿Cómo vas a ver lo bueno de la vida si no tenés calidad de vida? ¿Cómo vas a ver lo bueno de la vida, si no no tenés condiciones sociales y políticas para que te sintás realizada?», cuestiona.
En medio del crítico contexto que ha vivido su país, a Ceshia le tocó buscar su propio rol en la escena cultural, que la llevó por una intensa búsqueda interior; sobre este particular comenta: «Estas inquietudes me permitieron comprender que mi lugar estaba en la música, desde la cual me planteo el reto de ayudar a develar esas realidades y problemas que no han sido adecuadamente visibilizados ni atendidos en mi país». Considera que, aunque la historia de Nicaragua lamentablemente se está repitiendo: «… ahora existe la oportunidad y el deber de identificar los motivos de esa regresión histórica». Y, en esta idea, profundiza: «La dictadura se podrá ir en algún momento, pero el problema de Nicaragua es mucho más grande que eso. Algo que no se hizo antes fue ver el dolor de frente y eso impidió priorizar y resolver los problemas que nos han afectado desde siempre; esto habría permitido otros abordajes de la situación y se hubiera evitado, por ejemplo, que se consolidaran ciertas alianzas que son una de las causas que han originado la actual crisis… porque al final de cuentas, las dictaduras se sostienen a través de pactos, y en Nicaragua lo que ha sucedido es pacto, tras pacto, tras pacto».
«Las canciones que hago buscan una conexión íntima con quienes las escuchan ya que transmiten una narrativa que intenta fortalecer la empatía del público». Ceshia Ubau
La obra de Ceshia evoca ritmos del folclor de su tierra natal, de su ancestral tradición afronicaragüense y de otras expresiones estéticas latinoamericanas. | Foto: Alonso Tenorio
Como ella lo ha expresado antes, Ceshia ha buscado incesantemente aportar desde el arte y desde una perspectiva transformadora y profundamente humana. Y es en esta búsqueda, donde entra en escena la otra pasión que se trenza en su canto: la psicología. Su sólida formación académica en esta área —una licenciatura y una maestría— le brindan un marco conceptual y metodológico que nutre sus creaciones musicales. En este marco, se produce una especie de simbiosis de saberes: «Las canciones que hago buscan una conexión íntima con quienes las escuchan ya que transmiten una narrativa que intenta fortalecer la autoestima y la empatía del público con esa compleja realidad – o con esas complejas realidades– que vivimos hoy día, de manera que el público se reconozca en mis canciones y que eso permita evocar sus propias vivencias individuales para ensayar una mejor comprensión del mundo que nos rodea».
«Aparte de cantar y componer canciones, soy facilitadora de procesos psicosociales con mujeres, niños, niñas y adolescentes, principalmente con personas solicitantes de refugio en Costa Rica. Con esta población trabajamos procesos de prevención y atención de la violencia basada en género, desarrollamos talleres psico educativos sobre los derechos humanos que tienen en ese país y últimamente hemos tenido una hermosa experiencia sobre educación menstrual con niñas».
«Lo que hacemos en estos talleres es utilizar herramientas artísticas como parte de las metodologías; por ejemplo, hacemos canciones colectivas y poemas que reflejan sus emociones y su proceso de empoderamiento sobre los conocimientos que se adquieren y comparten en estas experiencias».
Pero aclara: «No se trata de procesos de musicoterapia que son otras técnicas y enfoques, sino de aprovechar la posibilidad que da el arte para cambiar la narrativa de su historia. Buscamos que las personas se hagan cargo y asuman el poder de contar su historia aprovechando que la música te permite acceder a pensamientos, vivencia y emociones a nivel inconsciente; eso es importante para un proceso terapéutico psicosocial o comunitario, porque el cambio sucede cuando vos te permitís sentir que podés sentarte a dialogar con tu propia sombra a la que le podés preguntar de dónde venís, qué estás haciendo acá, qué mensaje me querés decir…».
Ceshia celebrará a lo grande sus 10 años de carrera artística, con nuevas canciones y mucha… mucha música y calor humano.
La poesía también se ha convertido una poderosa herramienta en los procesos psicosociales que acompaña ya que «… resulta mucho más sencillo hablar del dolor y otras experiencias de conflicto cuando está embellecido con figuras poéticas, literarias y analogías. Y la creación artística en colectivo, socializada en procesos terapéuticos, permite que las personas comprendan que ese dolor no sólo lo sufre alguien de manera individual, sino que también ocurre a otras personas (…) a cada quien le duele de diferentes maneras. Lo importante es saber que no estamos solos ni solas en esto, que hay formas diferentes para acompañarnos y de sanar».
En este orden, Ceshia considera que «… la psicología ha sido la base teórica de mis canciones; es decir, vienen de mis vivencias, pero también sobre cómo quiero yo comunicarla». Pero aclara: «Mis canciones no son ´psicologistas´, no escribo de forma explícita o directa sobre las emociones humanas, sino que trato de hablar de las emociones de forma sutil… artísticamente, pues. Por ejemplo, Mujeres de mi Tierra es una canción que nace para mi abuelita, quien —como te dije—
tuvo varios hijos y no le permitieron ir a la escuela; ella vivió mucha violencia que también terminó impactando la vida de mi madre y de mis tíos. Entonces, en esa canción no sólo hablo de la violencia intrafamiliar, sino de la violencia social y política de los años setenta y ochenta; por eso en esa canción se habla de que ´ganaron sin batallón´ para referirme que a mujeres como mi abuela les toca librar y ganar sus propias luchas que no necesitaron fusiles sino de otras armas para enfrentar los duros contextos de pobreza y vulnerabilidad a las que están expuestas».
Las Mujeres de mi Tierra (Fragmento)
Las mujeres de mi tierra
Llevan en su corazón
Las historias de una guerra
Que ganaron sin batallón.
«Creo que todavía estoy buscando mi lugar en el mundo… esto quizás es porque cuando eres una persona migrante, te haces constantemente la pregunta si estás en el lugar que tenés que estar. Siento todavía tengo que seguir explorando el mundo centroamericano, aunque sé que, en algún momento, la vida me conducirá por nuevos senderos y escenarios en un país más grande, con nuevos retos, quizás».
Después de eso, mucho más adelante, cuando pase la pesadilla dictatorial que ahora sufre su país «… también sueño con regresar a Nicaragua a devolverle lo que yo he aprendido estando afuera… quizás en la función pública —como Ministra de Cultura (risas)— que es algo en lo que me he estado formando en estos años… hay que pensar que en algún momento hay que reconstruir este país».
Pero antes, se ve viajando mucho, dando conciertos y consolidando mucho más el sentido terapéutico que impronta en sus conciertos: «Sueño un concierto, en donde se dé instrumentos a las personas o que en uno de mis conciertos pueda hacer una sesión de biodanza con mis canciones».
En cuanto a sus proyecciones musicales inmediatas, además de varias giras durante 2025, Ceshia Ubau se prepara para celebrar a lo grande sus 10 años de carrera artística, para lo cual promete nuevas canciones y mucha… mucha música y calor humano.
Toda la propuesta estética de Ceshia Ubau es heredera de esa indiscutible y rica tradición del canto popular nicaragüense | Foto: Juan Carlos Sánchez
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