Cultura

Ilustración: Luis Galdámez
Y el verbo se hizo canto
Carlos Mejía Godoy
Febrero 7, 2025
Carlos Mejía Godoy, el talentoso cantautor que conocemos por Son tus perjúmenes mujer y Nicaragua, Nicaragüita, hoy en el exilio de su patria querida, nos comparte su libro Y el verbo se hizo canto. Memorias, en el que presenta 50 canciones «con diversos ritmos, sabores, colores y texturas». Hoy los invitamos a esta mesa servida con una de esas 50 canciones, su letra y una historia relacionada para el recuerdo.
***
María de los guardias
Letra y música: Carlos Mejía Godoy
Déjenme que me presente
yo soy la Maria del raso Potosme
enantes perdí la inocencia
por las inquirencias del teniente Cosme
también quiero palabriarles
que fui medio novia del sargento Guido
lo que pasa es que ese jaño
ya hace quince días que fue transferido.
Yo soy la María, María es mi gracia
pero a mí me dicen María de los guardias
yo soy la María María
no ando con razones razones
ya llevo en mi cuenta por cuentas
cinco batallones.
Yo nací allá en el comando
mi mama cuidaba al capitán Guandique
porque Tata Chu es muy grande
ella no me tubo en el mero tabique
no es cosa que me las pique
de ser de la Guardia la reina y señora
pero mi primera pacha
la chupé chiguina de una cantimplora.
Yo soy la María…
Ajustaba los quince anos
cuando me mataron al primer marido
fue durante un tiroteyo
contra un hombre arrecho llamado Sandino,
a mi varón lo encontraron
de viaje tilinte por El Rapador
yo lo vide al pobrecito
todo pasconeado como un colador.
Yo soy la María…
Tanto me quiso un tal Mingo
que en mi propia casa me supo un estanco
para chequearse de fijo
por aquellos días que él salía franco
Mingo lo tengo presente
nunca me decía mi nombre de pila
como él era medio poeta
sólo me decía Flor de Bartolina.
Yo soy la María…
***
La mujer, cuarentona, hermosota ella, lucía tacones blancos, falda azul voladita y blusa floreada. Estaba apostada en la acera alta de la Chepita Valle, esquina opuesta a nuestra casa solariega, en la Calle Real de Somoto. Platicaba animadamente con un guardia nacional (GN), que ostentaba en la manga de la camisa kaki los dos galones de sargento activo.
Mi mama, lucida catadora de personajes pintorescos, me llamo desde la pulpería, mientras yo me tomaba un cafecito con rosquetes enlustrados.
—Veni, Carlitos. Apurate, que esto conviene. ¡Corré!
Como en otras situaciones, salí disparado como buscapiés purisimero. Mi madre —detrás del mostrador con esa pícara sonrisa de los Armijo— dijo, señalando con la boca:
—¿Ves aquella mujer bien empericuetada, arrimada al carretón de don Tacho, el sorbetero?
Como un francotirador, el curioso Carluchín coloco en su mira a la dama, cuya voz llegaba clarita hasta nosotros, acompañada de gestos enfáticos. El soldado que la escuchaba atentamente solo asentaba con la cabeza, como garrobo-lapa, sin articular palabra. Mi mama agrego en tono sentencioso:
—Conocela. Esa es la mentada María de los Guardias.
Sin perder tiempo, busque en el maletín mi cuaderno de apuntes y escribi sin demora y en letras mayúsculas: próxima canción: maría de los guardias.
Después supe que la señora se llamaba Maria Ceferina Monjarrez y era originaria del valle de Icalupe. Platicando con mis amigos de Somoto, Oscarito Fernández y Mario Diablo, supe que «esta figurita anduvo enredada en amores con un soldado raso de Yalagüina y un guardia aduanero de Tapacales». Y más todavía: —De ese triángulo amoroso, resultó un crimen pasional que metió mucho ruido en todo el departamento. El doctor Ramiro Armijo, que llevó la defensa del victimario, te puede dar más detalles.
Esas historias me inspiraron para escribir, antes del terremoto del 72, una de las canciones que habría de cambiar mi vida. La grabé de manera improvisada, con Otto de la Rocha en Radio Corporación, gracias a la iniciativa del célebre Pato Lucas (Luis M. Somarriba).
Me afanaba en aquellos días en buscar una voz femenina, idónea para el tema. Con suficiente razón, me parecía sumamente arriesgado para mi honra, plasmar esta estampa en primera persona. —Quien aguanta a la gente? —pensé. Pero curiosamente, el tema adquirió popularidad interpretado por su autor y rápidamente cruzo las fronteras para ser grabado en las estupendas versiones de Lucha Villa, en México; Massiel, en España; y Helenita Vargas en Colombia.
Nunca supe más de aquella dama locuaz y pintoresca. Solo un dato que me suministró mi amiga Blinia Barillas, y es que en el historial amatorio de la María llegó a figurar un coronel acantonado en Matagalpa.

«Y el verbo se hizo canto»
Carlos Mejía Godoy
Puede encontrarlo a la venta en www.amazon.comhttps://www.amazon.com/-/es/verbo-hizo-canto-Memorias-Spanish/dp/B0C2SG4Q1L
Carlos Mejía Godoy y su esposa Xochitl Jiménez perdieron su casa y la mayoría de sus pertenencias por un incendio hace pocos días en Estados Unidos. Quienes quieran contribuir a la recolección de fondos para ayudarles, pueden hacerlo en este enlace:
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