Cultura
Ilustración: Luis Galdámez
Un acercamiento al pensamiento de Luis Melgar Brizuela
Luis Alvarenga
Enero 10, 2025
El poeta, ensayista e investigador literario Luis Melgar Brizuela nació en Suchitoto en 1943. Estudió literatura en la Universidad de El Salvador. En 1968, junto a Uriel Valencia, Rafael Mendoza, Ovidio Villafuerte, Ricardo Castrorrivas, Jorge Campos, Jonathan Alvarado Saracay y José María Cuéllar, integró el grupo literario Piedra y siglo.
Luis Melgar Brizuela fue el principal especialista en la obra de Roque Dalton en el país. Sobre este autor, hizo una importante tesis doctoral que defendió en El Colegio de México y que se puede encontrar en el libro Las brújulas de Roque Dalton. También desempeñó una labor importante como docente, produciendo valiosos libros de texto sobre Literatura y Estética, libros que invitaban a los jóvenes estudiantes de bachillerato a hacer una lectura crítica sobre la realidad y sobre cómo el arte es una forma de acceso a la misma.
Desde sus cátedras en la Universidad de El Salvador, este ensayista e investigador impulsó el estudio de las culturas indígenas y el rescate de la tradición oral de nuestros pueblos. De hecho, fue un consecuente y militante intelectual de la decolonialidad, sin usar ese rótulo, pues fue un hombre honesto y sencillo. Tenía el talante de los tlamatini: de los hombres sabios que se dedican a transmitir la sabiduría de la vida a inteligencias y corazones receptivos.
Esta intervención pretende hacer un acercamiento a sus ideas, plasmadas en poemas, ensayos, investigaciones e intervenciones políticas. Nuestra hipótesis es que dicho pensamiento apunta hacia una poesía-teología de la liberación mesoamericana.
Piedra y siglo
El surgimiento del grupo literario Piedra y siglo en 1968 tuvo lugar en la Universidad de El Salvador. Sus integrantes continuaban la estética del compromiso literario de grupos literarios precedentes, pero también reclamaban la coherencia entre el pensamiento y la práctica a sus predecesores. El grupo da a conocer sus dos manifiestos en una publicación de la revista La Universidad. El primer manifiesto explica el origen del nombre:
En un instante del siglo en que la incertidumbre, la deshumanización y mediatización de los valores agobian al intelectual, germina la última simiente literaria del país: «Piedra y siglo». Simboliza este nombre la perenne angustia de la humanidad. La carne del poeta, su palabra, es la arcilla del tiempo con que ha edificado el mundo su evolución, pues nadie como aquél es en primer grado, el móvil de todo avance en la humanización del hombre (Piedra y siglo, 1968, p. 107)
En la antología poética incluida en dicha publicación, hay un poema de Melgar Brizuela titulado precisamente «Piedra y siglo». Nos interesa destacarlo, pues en él hay algo muy característico, no sólo de la poesía, sino también del pensamiento de nuestro autor. Primero, una estética humanista, que no puede ser indiferente al dolor real de hombres y mujeres concretos, sobre todo en un país dependiente y colonizado como El Salvador.
Luis Melgar Brizuela identifica la voz poética con la voz profética.
Segundo, un discurso teológico que tiene un vínculo muy fuerte con la teología cristiana de la liberación. Esto no es antojadizo. En el momento en que sale a la luz la publicación que aludimos, hay un impulso muy fuerte de las comunidades eclesiales de base, de las organizaciones estudiantiles y populares cristianas en favor de una teología cristiana liberadora. Sin ser necesariamente un poeta que centre sus motivaciones literarias en el discurso teológico, Melgar Brizuela expresa de una forma natural esa teología. Veamos, pues, el poema «Piedra y siglo». Precedido de un epígrafe de León Felipe («El hombre es lo que importa»), el poeta llama a no cantar todavía, pues el mundo está lleno de injusticias. La idolatría de la riqueza es el altar donde se sacrifica al hombre:
No cantemos aún
Veamos cara a cara la limosna que nutre nuestros días
Un signo de vergüenza se yergue en la corona de Inglaterra
La medalla y la espada se rifan entre danzas
porque la histeria ha florecido libras esterlinas.
El poeta llama a esperar el tiempo exacto, el tiempo profético para que podamos cantar:
No cantemos aún.
Revertida es la hora. Por la verdad nos temen.
Melgar identifica la voz poética con la voz profética. No es extraño, pues, que en un libro de texto sobre literatura salvadoreña, tras exponer la poesía de Oswaldo Escobar Velado, Luis plantee como tema de reflexión a sus lectores si encuentran elementos proféticos en su poesía. El tiempo justo es el tiempo de la lucha:
Compañero, no cantes. La máscara no cae.
Espera se liberen los surcos del encuentro.
Entonces cantaremos.
Lo anterior nos recuerda mucho el libro del Eclesiastés: es necesario saber discernir el tiempo justo: el tiempo para cantar del tiempo para denunciar. No es posible cantar si la realidad está oculta por máscaras, por ídolos, por falsas imágenes —representaciones ideológicas tergiversadas. Solamente es posible cantar si se «liberan los surcos del encuentro». Esto demanda una nueva teología, una nueva forma de acercarse a Dios, que no es el dios de la idolatría del poder y del dinero:
El púlpito suena. Escuchan la moneda.
Ya surgirán los templos donde Dios y el Cristo se hagan Hombre
sin mercaderes nuevos.
Lo último es un lugar importante en la teología de la liberación: el misterio de la kénosis: el «abajamiento» de Dios, que solamente se realiza en la medida en que desciende a la condición humana. La moneda que hace sonar al púlpito de la religión idolátrica del capital es el lugar donde el fetiche —la moneda— practica lo inverso de la kénosis: se eleva, cobrando un precio de sangre, sobre la condición humana.
Roque Dalton desde la teología crística del maíz
Podríamos decir con propiedad que Luis Melgar Brizuela tuvo una postura crítica sobre la tradición literaria nacional y propuso una perspectiva muy interesante acerca de Roque Dalton. Sobre Dalton, Melgar dedicó muchos años al estudio y a la divulgación de su obra.
En el ensayo «Pobrecito poeta. Maduración del realismo», publicado primero en la revista Abra de la UCA, en 1976, y más tarde, en el tomo Valoración múltiple de Roque Dalton, realizado por Casa de las Américas en 1980, Melgar analiza una obra, hasta entonces y quizás todavía, muy poco abordada del corpus de Dalton: la novela Pobrecito poeta que era yo. Melgar destaca el humor negro y la crítica social de esta obra. En ese y otros sentidos, Melgar fue un pionero en la interpretación de la obra de Dalton. Pionero porque no solamente tuvo el coraje, al igual que otros escritores de su tiempo, de reivindicar al poeta asesinado en 1975, sino también de estar consciente de que había que ir más allá del panegírico. Oigamos lo que dice en ese escrito:
Aunque más de algún poeta o poetario de esos anarco-idealistas que firman sus huecos atentados en verso con el zapato y ni siquiera con los anteojos (que obviamente no les son insuficientes) venga a decir que hacemos panegíricos, es deber nuestro (y NUESTRO no significa exclusivamente de los escritores «consagrados», mucho menos de los «autocalificados»), de los salvadoreños, estudiar, analizar (sí, señores, ANALIZAR) la obra de Roque Dalton, y de modo especial sus dos grandes últimos libros: Historias prohibidas del Pulgarcito y Pobrecito poeta que era yo. Porque ni Salarrué ni Roque ni escritor alguno de auténtica salvadoreñidad ha escrito sólo para poetas o para intelectuales, sino para su sociedad, para los hombres de buena conciencia de hoy y de mañana (Melgar Brizuela, 1976, p. 25).
En Las brújulas de Roque Dalton. Una poética del mestizaje, Brizuela aporta una visión crítica de la obra de Dalton.
Congruente con esto, Melgar dedicó incansables esfuerzos para ahondar en la obra de Dalton, esfuerzos que no fueron interrumpidos ni siquiera por el exilio que él y su familia tuvieron que afrontar en México. Es precisamente en ese país donde nuestro autor encontró el cauce para darle forma a estas reflexiones: su tesis doctoral Las brújulas de Roque Dalton. Una poética del mestizaje, asesorada por la doctora Yvette Jiménez de Báez y defendida y aprobada en 2005.
Este libro, fundamental en la interpretación crítica de Dalton es, junto al prólogo de Rafael Lara Martínez a la antología En la humedad del secreto, uno de los primeros trabajos de mayor calado y rigor académico que se hizo sobre nuestro poeta. Todo lo que viene después necesariamente tiene que dialogar con las investigaciones de Melgar Brizuela y Lara Martínez. Se trata de un esfuerzo en el que se aporta una visión crítica de la obra de Dalton, en diálogo crítico con dos de nuestros clásicos: Salarrué y Gavidia, poniendo en su lugar también muchas de las afirmaciones iconoclastas de Dalton.
Además, en Las brújulas de Roque Dalton hay un estudio a profundidad sobre las distintas etapas de la poesía de Roque. Un elemento transversal, novedoso, de la lectura que hace el autor sobre Dalton, es una lectura teológica: pero es una teología de la liberación cristiana y nahua-pipil, es decir, mesoamericana. Para Luis, hay un elemento autosacrificial en la vida y muerte de Roque Dalton. A eso le llama Melgar «crístico». En una nota al pie sobre el poema «A muerte fiel a muerte convidada», dice:
El sentido de este texto es una declaración de voluntad martirial, según se plantea desde el título: es tan fiel a la verdad (su verdad) que puede asumir la muerte con plena voluntad y, más aún: convidar a la muerte, invocarla como sentido último de su entrega a la verdad. Tal actitud ético-poética podría, quizás, caracterizarse como un lirismo crístico auto-sacrificial (Melgar Brizuela, 2005, p. 285).
Esta lectura crística es una lectura desde un cristianismo no eurocéntrico, sino desde una religiosidad del mestizaje. En la tesis, por ejemplo, al mencionar un poema de Dalton donde se alude a Quetzalcóatl, Melgar lo define «como un redentor (o restaurador), es decir una figura crística» (Melgar Brizuela, 2005, p. 233).
En esa constelación cristiano-mesoamericana de su poesía, ocupa un lugar especial el poeta. El poeta es un mediador entre lo humano y lo divino.
El poeta se ve a sí mismo como «el que la melodía del secreto conoce» es decir, una especie de mediador entre los dioses y los hombres, un mensajero divino. Igualmente hemos ya considerado el poema «Al maíz» para compararlo con «Cristo Maíz», de Escobar Velado (Melgar Brizuela, 2005, p. 233).
En un poema sobre el principio dual característico de la filosofía náhuatl, Melgar Brizuela nos propone una visión alternativa al dualismo occidental.
Una poética teológica mesoamericana de la liberación
Ya hemos visto los vasos comunicantes que hay en el pensamiento de Melgar Brizuela entre la religiosidad mesoamericana ancestral y la teología cristiana de la liberación. Queremos ahora ver hacia dónde nos lleva ese pensamiento. Porque si destacamos, por ejemplo, el indigenismo en el pensamiento de nuestro autor, corremos el riesgo de pensar que el poeta se quedaba solamente en la recreación literaria de motivos culturales y religiosos de los pueblos originarios. Nada más lejos de la verdad. Este pensamiento, expresado tanto a nivel estético como en la práctica intelectual, apunta a una praxis liberadora. No se trata de un nostálgico e inocuo «retorno» a lo indígena como a un lugar inmóvil en el tiempo y en la historia, sino de actualizar la fuerza redentora de lo indígena:
Seamos búhos rojos:
Revivamos la fiesta de entonces en Coscátan
gracias a las cosechas de maíz, de cacao y de frutas
de sol y miel
para todas y todos los indios y las indias macehuales
en el Reino del Dos:
¡Ohuaya, ohuaya! (Melgar Brizuela, 2016, p. 167),
En un poema suyo sobre el principio dual característico de la filosofía náhuatl, Melgar Brizuela también nos propone una visión alternativa al dualismo occidental.
He aquí que el Reino del Dos, Hombre y Mujer
es como un concierto universal donde mueven batuta
el Maestro y la Maestra
el Señor y la Señora
el Rey y la Reina
del Omeyocan, el lugar del Dos Omnipotente.
Ahí cada criatura tiene voz para estar en el coro
y un instrumento para ser de la orquesta.
La partitura de esta magna ópera
no tiene fin ni tiene límite: cada quien
desplegando su alma en pentagramas de éxtasis
y en arpegios de amor
puede trinar, gorjear, como pájaro en celo,
cimbrar las notas mágicas del tiempo y del espacio,
descifrar las arenas del mar o la palpitación de las estrellas
(Melgar Brizuela, 2016, p. 168).
Esta religiosidad demanda una posición crítica ante la realidad. En un escrito suyo, publicado cuando sobre la zona ecológica de la antigua Finca El Espino se cernía la amenaza de su depredación, amenaza que su cumplió con creces, Melgar exhortaba, también proféticamente:
No perdamos la esperanza en la conciencia de los salvadoreños, en la sensatez de Cuzcatlán, en el verdor de la vida: junto a los ecologistas, las organizaciones populares y cristianas, las nuevas generaciones lúcidas, los hombres y mujeres de cultura, los artistas, los poetas, los pájaros, los ríos, los árboles, los venados, los conejos, los pericos, los búhos, sigamos defendiendo a El Espino, sus reservas de oxígeno, su frutos y sus aguas para nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros venados, nuestros cacaos y nuestros plátanos. En el nombre de nuestro ancestral Ometéotl, Nuestro Señor y Nuestra Señora del Cerca y del Junto, el Señor y la Señora del Treceavo Cielo, que viene a ser el mismo Quetzalcóatl, dios del Valle de los Quetzales o Quetzalcoatitán (ahora llamado «el Gran San Salvador»), que viene a ser el mismo Jesucristo en persona, rodeado de pobres por todas partes (Melgar Brizuela, 1999, p. 30).
Esta toma de posición también se expresó en lo que implicó su proyecto conocido como Oralitura de El Salvador, proyecto que llevó a cabo en el Departamento de Letras de la Universidad de El Salvador, dirigido por aquel entonces por el poeta e investigador literario José Luis Escamilla. El proyecto se concretó en el libro Oralitura de El Salvador. Antología de narrativa oral popular, publicado por el Instituto de Estudios Históricos, Antropológicos y Arqueológicos de la UES. Esta iniciativa contó con la participación de docentes y estudiantes de la carrera de Letras, bajo la coordinación de Melgar Brizuela. El proyecto implica no solamente el rescate de narraciones sobre personajes de la historia y la mitología salvadoreñas, sino también una propuesta pedagógica alternativa, en la que el elemento oral, las tradiciones de las comunidades indígenas y la participación activa de docentes y estudiantes tienen un lugar importante en la construcción del conocimiento.
Valgan estas líneas como un acercamiento al legado intelectual de nuestro querido amigo y compañero Luis Melgar Brizuela.
Referencias bibliográficas
Melgar Brizuela, L. (1976). «Pobrecito poeta que era yo… Maduración del realismo». Abra. Revista del Departamento de Letras de la UCA 3(2), pp. 23-27.
Melgar Brizuela, L. (1999). «El dinero no crece», o «El Espino» como topón del capitalismo salvadoreño, en VV. AA., Por El Espino. Publicaciones del CESTA, pp. 29-30.
Melgar Brizuela, L. (2005). Las brújulas de Roque Dalton. [Tesis de doctorado. El Colegio de México]. Repositorio institucional. El Colegio de México. https://repositorio.colmex.mx/concern/theses/bk128b18s?locale=es
Melgar Brizuela, L. (Coord.) (2007). Oralitura de El Salvador. Antología de narrativa oral popular. Instituto de Estudios Históricos, Antropológicos y Arqueológicos.
Melgar Brizuela, L. (2016). «Ojo de búho rojo», «Concierto del señor y la señora dos» y «Oración-elegía por 1932», en Secretaria Nacional de Arte y Cultura del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Tzuntekwani. Cabeza de Jaguar. Antología poética, pp. 165-174.
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